El pretemporada ha sido muy provechosa para el Espanyol. Aunque agónico, el curso pasado terminó con celebración, sellada la salvación en la última jornada, y la sonrisa de los aficionados blanquiazules ha seguido este verano. Ya sea en la playa recibiendo las noticias de los fichajes, hasta ocho ha hecho el club por ahora, o viendo en el sofá los seis amistosos de preparación, la parroquia perica ha estado entretenida y probablemente satisfecha en sus vacaciones. Quizá también se sintió aliviada con la llegada del nuevo dueño, Alan Pace. El broche final en St. James Park, con un meritorio empate (2-2) ante un club de Champions como el Newcastle, aumentó aún más la ilusión.
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