Cuando empezaba a escribir columnas en los periódicos, me recomendaron leer los artículos de G.K. Chesterton, del que solo conocía las novelas. Entonces no estaban publicados y, por suerte, Jaume Vallcorba y Sandra Ollo los compilaron en el catálogo de Acantilado. Fue una buena recomendación: desde entonces Chesterton es una referencia que, cuando la actualidad y la marea de opiniones se desbordan, me orienta hacia el ejemplo de un criterio, un oficio y un talento –Sagarra, Pla, Polo, Camba, Ugrešić, Monzó, Espinàs y tantos otros– que trascienden la rabiosa volatilidad del día a día.
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