La búsqueda incansable: 20 años reconstruyendo una identidad robada
La historia de Sergio Herrera, abandonado en 1963, quien desafió el silencio para encontrar sus raíces
El comienzo en la sombra
Olavarría, Argentina. 20 de diciembre de 1963. Desde una ventana del Hospital Municipal, una enfermera desciende un bolso con soga. Dentro, envuelto en mantas, yace Sergio Fabián Herrera, recién nacido. María Antonia Maneiro —la enfermera que asistió el parto— lo rescata del orfanato al saber que su madre biológica, María Luisa Amaya (17 años), no podía criarlo. Así comienza una vida marcada por el amor, pero también por un secreto.
Las primeras grietas
Criado por María Antonia, Sergio crece con una verdad dosificada: “Yo soy tu mamá, pero no te llevé en la panza”. A los 13 años, las dudas se transforman en obsesión. Su madre adoptiva rechaza sus preguntas: “¿Acaso te falta algo?”. Las respuestas de familiares y colegas de hospital son contradictorias. Sin internet, inicia una búsqueda artesanal: cuadernos, guías telefónicas, padrones electorales, y hasta el programa Gente que busca gente. Un camino de 20 años.
El motor que lo impulsó
En 1996, el nacimiento de su hijo Bernabé —con un soplo cardíaco— lo enfrenta a su mayor vacío: “No supe qué responder cuando el médico preguntó por antecedentes familiares”. La búsqueda se vuelve urgente. Tras rastrear 50 nombres en padrones electorales, filtra 15 posibles candidatas. El 25 de mayo de 1997, dos eventos cruzan su destino:
Deja su caso en el programa de TV de Franco Bagnato.
Viaja a La Plata para entrevistar a una mujer que podría ser su madre.
El giro inesperado
Mientras Sergio golpea puertas en La Plata, un compañero de trabajo ve el avance televisivo. Su suegra reconoce el nombre “María Luisa Amaya” y los lleva a una agencia de autos en Olavarría. Allí, una joven —sobrina de María Luisa— escucha su historia, llama a su madre, y suelta la frase que lo desarma: “Somos primos”.
Encuentros incómodos
Ese mismo día, Sergio habla con su madre biológica: “Gracias por darme la vida. No tengo rencores”. Dieciséis días después, María Luisa viaja desde Trelew. El reencuentro es frío: “Creí que estabas muerto”, dice ella. Luego lo lleva ante María Antonia. Las dos mujeres se miden:
—“Yo sé quién sos”.
—“Sí, yo también. Estás más gorda”.
—“Y vos más vieja”.
Sergio media: “A una, por darme la vida; a la otra, por enseñarme a vivirla”.
Revelaciones escalofriantes
Padre biológico (Felipe): Colectivero casado que abandonó a María Luisa al saber del embarazo. Sergio lo había conocido sin saberlo: “Le abría la puerta a mi esposa abogada… ¡quien llevaba su divorcio!”.
Hermanos: Jugaba al fútbol con uno de ellos en la plaza, sin conocer el vínculo.
Abandono: “Mi familia no me permitió tenerte”, confesó María Luisa. “Jamás te hubiera buscado”.
Falsedad documental: Su fecha de nacimiento fue alterada para evitar que fuera a la Guerra de Malvinas.
Las tres madres
Sergio plasmó su historia en el libro “Un hijo de tres madres” (2017):
María Luisa (biológica).
María Antonia (adoptiva, fallecida en 2016).
La búsqueda misma: “Esa obsesión que me construyó”.
Su mensaje hoy
A sus 61 años, Sergio acompaña a otros en su búsqueda:
“Tomen distancia para recargar energías, pero no descuiden la vida que tienen. La historia suele estar dentro de la propia familia. No juzguen: cada uno actuó como pudo”.
Fuente: Florencia Illbele – Infobae