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miércoles, agosto 13, 2025

Mucho más que ‘El Eternauta’: Un recorrido por el revelador legado de Oesterheld

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El héroe colectivo, Buenos Aires como escenario de una invasión extraterrestre, la aventura extraordinaria protagonizada por personajes comunes. Los rasgos que definieron la propuesta de El Eternauta no fueron una excepción sino un tema recurrente en la obra de Héctor Germán Oesterheld como guionista de historietas, desde su inicio en el oficio hasta el momento de su desaparición, cuando fue secuestrado por un grupo de tareas.

“La verdadera aventura es la resistencia a la invasión”, anotó Pablo De Santis en el prólogo a La guerra de los Antartes (1998), una recopilación de la historieta que Oesterheld y Gustavo Trigo desarrollaron entre 1973 y 1974 en el diario Noticias. La acción redefine a los personajes y los implica en una situación donde se valorizan las experiencias y los saberes personales.

Oesterheld (Buenos Aires, 1919 – desaparecido en 1977) introdujo el tema por primera vez en Uma-Uma, que además señaló el principio de su colaboración con el dibujante Francisco Solano López (1928-2011). La historieta se publicó en 1955 en la revista Rayo Rojo y su argumento anticipó dos temas de la poética de la invasión: siglos atrás hubo un contacto entre terrestres y extraterrestres, lo que fue el origen de una civilización desarrollada en otro planeta, y los alienígenas vigilan en secreto lo que sucede en la Tierra para prevenir eventuales peligros o disputas por la hegemonía en el universo.

Si esa historieta está ambientada en la Polinesia y sus protagonistas son británicos y estadounidenses, en Rolo, el marciano adoptivo, la siguiente, la acción transcurre en Buenos Aires con personajes que refieren a la cultura popular y a la clase trabajadora. Rolo es maestro de quinto grado y presidente de la comisión directiva de un club de barrio; en la aventura lo acompañan entre otros un tornero, un tipógrafo y un peón de un frigorífico. El grupo se enfrenta a una invasión del planeta Parga, y una vez conjurada la amenaza se aboca a la liberación de Marte.

El Eternauta. Archivo Clarín.
El Eternauta. Archivo Clarín.

Dibujada también por Solano López, la serie se publicó en la revista Hora Cero entre 1957 y 1958. En el planteo inicial Rolo enfrenta un dilema: los extraterrestres le ofrecen ser rector de la Tierra a cambio de elegir un contingente de niños que serán educados en Parga. La disyuntiva entre la colaboración y el enfrentamiento con los invasores es otro rasgo característico en las historias de Oesterheld.

“Los personajes se revelan en la acción y se van haciendo héroes ante las circunstancias sucesivas. Lo que distingue a los protagonistas no es su excepcionalidad sino el hecho de ser enfáticamente corrientes, argentinos, porteños, inclusive típicos en exceso”, observa Juan Sasturain en su libro El aventurador. Una lectura de Oesterheld.

Para todo público

El 4 de septiembre de 1957 se publicó la primera entrega de El Eternauta en Hora Cero. Oesterheld contó más tarde en una entrevista con el semanario Siete Días que la historieta provino de sus colaboraciones en Más Allá, la primera revista argentina dedicada a la ciencia ficción y la divulgación científica: “Desde entonces me había quedado pensando en un cuento corto que empezaba con unos amigos jugando al truco mientras la ciudad se muere a su alrededor por la acción de una nevada mortífera. La idea era hacer una historia de final rápido”. Pero la saga ilustrada por Solano López concluyó el 9 de septiembre de 1959 y en total insumió 369 páginas de 12 cuadros cada una.

En El Eternauta aparecen los Cascarudos, escarabajos gigantes; los Gurbos, bestias extraterrestres; los Manos, provenientes de una nación pacífica y culta. Pero los seres que dirigen la invasión, los Ellos, no se ven, y su falta de representación funciona como factor de suspenso. En la segunda versión de El Eternauta (1976-1977), un Ello es figurado dentro de una especie de niebla y el detalle desluce una trama menos lograda que la anterior.

Entre los actores secundarios de El Eternauta, el tornero Franco hace presente un prototipo prefigurado en Rolo y querido por Oesterheld: el del joven vinculado al mundo del trabajo y la cultura popular que se convierte en protagonista de la aventura. En Rul de la Luna (1958-1959, revista Frontera, dibujos de Solano López) dos amigos bonaerenses ayudan así a un extraterrestre a volver a su casa en la Luna y enfrentan a unos alienígenas llamados leminos; en Los marcianeros (1962-1963, Super Misterix, ilustrada sucesivamente por Solano López, Julio Schiaffino y Di Benedetto) un estudiante llamado Mario Larco lidera la resistencia contra unos seres que se proponen destruir la Tierra.

Héctor Germán Oesterheld como guionista de historietas. Archivo Clarín.Héctor Germán Oesterheld como guionista de historietas. Archivo Clarín.

Los marcianeros son un grupo de elite secreto, que funciona en una base de la Antártida y desarrolla expediciones a Marte en platos voladores. La integración del grupo es heterogénea (un profesor de la Sorbona, un gángster neoyorquino, un premio Nobel de Química) pero termina por decantar en el grupo característico de Oesterheld: un tornero, un peón de campo, un estudiante. En el desenlace los protagonistas hacen estallar una “bomba H” y se inmolan para salvar a la Tierra; el sacrificio necesario para salvar a la especie deviene en otro tema insistente, con una entonación política que se vuelve notoria en los años 70.

Oesterheld introdujo el tema extraterrestre incluso en un western, ya que uno de sus personajes en el género, Leonero Brent, confronta con marcianos. Sus hallazgos en términos argumentales prefiguran por otra parte hitos del cine de ciencia ficción: “Tres ojos”, un capítulo de la historieta Sherlock Time (1959), presenta una criatura extraterrestre oculta en una nave perdida en la Antártida, en lo que se vio una anticipación de Enigma de otro mundo, la película de John Carpenter; la agonía de un Mano, donde el vuelo de un jilguero grafica el momento de su muerte, recuerda una célebre escena de Blade Runner con el “replicante” interpretado por Rutger Hauer.

También creó extraterrestres para el público infantil. En Marvo Luna, publicada en la revista Billiken (1971-1973, ilustrada por Solano López, José Muñoz y Vitacca-Adán), la fachada de una juguetería disimula a un erudito en ciencias y sus colaboradores, entre ellos un hijo de “saturninos”. En la colección de figuritas Platos voladores al ataque!! (ilustrada por Alberto Breccia, 1971) relató de nuevo la historia de la invasión alienígena centrada en Buenos Aires y la constitución de un héroe en grupo encargado de la resistencia; se trató de cien cartones rectangulares que relataban una invasión proveniente en principio de Plutón y después de Saturno. Las figuritas se distribuían en sobres con otras de jugadores y equipos de fútbol.

En clave política

Previamente, entre mayo de 1970 y febrero de 1971, Oesterheld y el dibujante Napoleón (Antonio Mongiello Ricci) desarrollaron una primera versión de La guerra de los Antartes en la revista 2001. La serie volvió a publicarse en Noticias con ilustraciones de Gustavo Trigo, entre el 22 de febrero y el 3 de agosto de 1974. Ese día el diario fue clausurado por un decreto del Poder Ejecutivo Nacional, con lo que la historieta quedó inconclusa.

La familia Oesterheld, los años felices en su casa de Béccar.  Archivo Clarín.La familia Oesterheld, los años felices en su casa de Béccar. Archivo Clarín.

La guerra de los Antartes comienza el 13 de marzo de 2001 cuando se detecta una incursión alienígena en la Antártida argentina. Oesterheld recicla sus recursos: los invasores atacan con una enfermedad fulminante, como antes la nevada; al triunfo inicial de los extraterrestres le sigue la organización de la resistencia y la comprensión del acontecimiento en una perspectiva histórica y política, ya anticipada en la remake de El Eternauta (1969), realizada con Alberto Breccia para la revista Gente. No obstante, la historieta queda resentida por inconsistencias en el guion, cabos sueltos y resoluciones en las que se notan el apuro y las circunstancias que vivía Oesterheld, dedicado a la militancia política y en tránsito a la clandestinidad.

La Argentina que imaginan Oesterheld y Trigo ha pasado por un nuevo 17 de octubre y el socialismo se encuentra en proceso de construcción. “Los Antartes llegaron justo cuando estábamos realizando por fin el mundo nuevo”, reflexiona el “Coya” Torres, el protagonista. En El Eternauta la extrañeza del invasor surge de su falta de humanidad; en La guerra de los Antartes lo ominoso consiste en que los alienígenas, en alianza con las potencias occidentales, se proponen restaurar el capitalismo en los países del Tercer Mundo.

Oesterheld. En su casa, alrededor de 1946. Archivo Clarín.Oesterheld. En su casa, alrededor de 1946. Archivo Clarín.

Oesterheld “me dictaba las tiras desde un teléfono público y yo anotaba solo textos y diálogos. La descripción de viñetas importaba poco”, recordó Gustavo Trigo en la reedición de la historieta. No obstante, desde fines de los años 50, cuando escribía la mayoría de las historias publicadas en las cinco revistas de la editorial Frontera, Oesterheld acostumbraba a grabar los textos en vez de escribirlos.

Miguel Rep dio cuenta de la persistencia del método en una evocación para el suplemento Radar: “Para el verano de 1977, Oesterheld empezó a venir esporádicamente a trabajar a la editorial (Récord). Después empezó a venir casi todos los días. (…) Su ceremonia era curiosa: redactaba sus guiones rápidamente como un taquígrafo, con esos signos raros, luego los leía en voz alta a un grabador de cinta, y una secretaria los desgrababa y transcribía a máquina. Una vez que ella tenía una hoja, o dos, el Viejo los leía y retocaba”.

Elsa Oesterheld, viuda del escritor argentino Héctor Oesterheld, en la Feria del Libro de Fráncfort en 2010. EFE/Irving Villegas Elsa Oesterheld, viuda del escritor argentino Héctor Oesterheld, en la Feria del Libro de Fráncfort en 2010. EFE/Irving Villegas

Un día, recordó Rep, “no vino más”. Oesterheld fue secuestrado por fuerzas militares y sigue desaparecido; mientras estaba en un centro clandestino continuaron publicándose la segunda parte de El Eternauta y otras historietas que guionó para Ediciones Record. Su esposa, Elsa Sánchez, recordó el diálogo que tuvo con un oficial al declarar en el Juicio a las Juntas: “Le pregunté cuál era el delito que mi marido había cometido y me contestó que era un ideólogo muy peligroso. Me sorprendió porque era una persona absolutamente incapaz de un acto de violencia”.

Redacción

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