Martín Michel, histórico ídolo aurinegro y hasta la semana pasada coordinador de las divisiones inferiores de Santamarina, atraviesa un momento personal y profesional que describe sin rodeos: «Bien no la estoy pasando. Ahora estoy más tranqui, pero de jueves a sábado la pasé bastante mal. Tengo ganas y fuerzas, con mi familia, de salir de este momento».
Su salida del cargo, anunciada por el club con un breve comunicado en redes sociales, fue presentada oficialmente como «una charla cordial» que derivó en su desvinculación. Pero Michel sostiene otra versión. Afirma que en la reunión con el presidente de la institución le comunicaron que «no podían solventar los gastos» y que querían dar por finalizado el vínculo. «Yo entiendo la situación, en la reunión del jueves les dije que no hay problema, pero que me paguen lo que me deben, lleguemos a un acuerdo por todos los meses de contrato que me quedan y me voy. Después llegué a mi casa y vi la captura de lo que dijo el club, que no era para nada lo que habíamos hablado. Me sentí demasiado expuesto», dijo al aire de Radio Voz (FM 106.9).
El exdelantero asegura que, además de la rescisión unilateral, hay deudas salariales acumuladas: «Me deben varios meses de salarios, aguinaldo, cargas y aportes sociales. Las condiciones que vivimos este año son totalmente insostenibles para la vida cotidiana de una familia: no tener plata para pagar el alquiler o los servicios. No es solo de los cuatro meses que venimos reclamando, fue desde enero».
Michel explica que asumió el cargo con una visión a largo plazo: «Mi idea era hacer un club serio, tener las mejores categorías formativas de la ciudad, empezar a generar lo que un club necesita para poder vivir: formar jugadores para poder considerar ventas o préstamos. Como le dije a los dirigentes en su momento, eso lleva mínimo tres años. No solo necesitás la calidad de los jugadores, también un buen campo de juego, indumentaria, materiales deportivos, psicólogos, nutricionistas, miles de cosas».
En apenas ocho meses, cuenta, lograron revertir una situación crítica en las divisiones juveniles: «El año pasado la sexta y otras categorías no completaban 18 jugadores y este año hay 30 por categoría. Es difícil trabajar con esa cantidad, pero nos bajaban la orden de sumar jugadores para tener un ingreso más grande de cuota. Nosotros como empleados teníamos que acatar».
Más allá de su caso personal, Michel remarca que habló públicamente para respaldar a otros trabajadores del club: «Gracias a lo que logré como futbolista, tengo más espalda que el resto de los empleados del predio. Por eso tenía que salir a hablar para defenderlos. Todos los jugadores del Federal me dieron su apoyo pero me dijeron que no pueden salir a hablar porque tienen miedo que después no les paguen. Esto es tierra de nadie y te parte el alma. Si yo no salía a hablar el viernes, sigue todo igual y nadie se entera de cuánto le deben a otros empleados».
Su diagnóstico institucional es lapidario: «En este contexto actual, por la economía del club, es imposible seguir en el Federal A. Cuando no tenés un plan, no podés afrontar nada». Y denuncia que «quieren tapar otros problemas con mi apellido, desviar la atención, desvirtuar todo y reventarme a mí».
Michel asegura que el presupuesto del club para 16 profesores de inferiores es de 3.600.000 pesos, y que estuvieron dos meses sin cobrar. «Ahora están al día por una movida que hicieron los padres. Además, el predio está destrozado», subraya.
Hoy, alejado oficialmente del cargo, toma distancia también del fútbol profesional: «No voy a seguir en el fútbol, es una decisión no tomada. Voy a seguir jugando solo de manera amateur, pero no quiero saber más nada con el fútbol ni con Santamarina, aunque amo al club porque me dio todo. Mis hijos y mi señora no me van a ver más llorando, mendigando que me paguen. Para eso, me compro un auto cuando pueda y salgo de remisero».