Las órdenes son claras: has de hacer cosas, estar en forma y ser feliz, pero hoy me declaro en huelga. Una huelga salvaje con piquetes y sin servicios mínimos. No quiero ser mi mejor versión. No quiero salvarme. Me vuelvo a la cama hasta que me duela el esternón. Por la ventana, cada siete minutos pasan autobuses turísticos y no desarrollo ninguna opinión al respecto. Voy por buen camino. Seguimiento de la huelga en un 100%. Sin esquizofrenia, no hay esquiroles.
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