En la cancha de la Secretaría Nacional de Deportes de Paraguay, el 14 de agosto, el eco de las pelotas y el fervor de las gradas marcaron una semifinal femenina cargada de intensidad. Este duelo enfrentó a las representantes de Guatemala y Colombia, dos equipos que llegaban con ambición y un historial de alto rendimiento.
El primer set se tiñó de amarillo, azul y rojo: Colombia se adelantó en el marcador con un 9–11 que mostró su precisión y dominio inicial. Sin embargo, a partir del segundo set, algo cambió. Las guatemaltecas entraron con una mentalidad renovada, imponiendo ritmo, fuerza y concentración. Con este impulso, dominaron el segundo y tercer set, asegurando su victoria en una remontada que encendió a su afición.
La tensión se elevó cuando la colombiana Ana Quijano expresó su inconformidad con algunas decisiones arbitrales, generando un momento de debate entre asistentes. «Antes del juego pasamos bastante tiempo charlando y conectamos para apoyarnos mutuamente», declaró Tabita Gaitán.»En el primer juego estaba muy pasiva; luego me dio un subidón de energía, como un despertar, que me ayudó a lograr dar la vuelta al marcador», agregó Darlyn Sandoval.
Con sonrisas amplias y una admirable potencia mental, las representantes de Guatemala demostraron que la unión y la actitud pueden ser tan decisivas como la técnica.
Escrito por Diego Cabral