De saco y corbata, en silla de ruedas y con un tanque de oxígeno. Así se presentó Nicholas Rossi ante el tribunal en Salt Lake City, en Estados Unidos. El miércoles, el jurado lo declaró culpable de agredir sexualmente a una mujer en ese condado y podría enfrentar cadena perpetua.
El jurado, compuesto por cuatro hombres y cuatro mujeres, tardó más de ocho horas en tomar la decisión. Rossi será sentenciado el 20 de octubre y se enfrenta a una pena que puede ir desde los cinco años hasta toda la vida. Él se negó a testificar. Escuchó el veredicto en silencio.
Lo ocurrido esta semana es tan solo el final de una historia repleta de giros que empezó allá por 2008, cuando el condenado fue registrado como delincuente sexual por un caso de abuso sexual e indecencia pública.
El principio de la investigación
Fue diez años después, en 2018, cuando Nicholas Rossi empezó a ser investigado por las autoridades de Utah con mayor atención. Se le había acumulado una serie de acusaciones de violación.
Una mujer lo acusaba de agresión sexual y el ADN del hombre coincidía con las pruebas obtenidas. La Fiscalía entonces lo señaló como sospechoso.
Enseguida se lo vinculó con una red de posibles víctimas en Utah y otros lugares que habían sido atacadas con el mismo patrón: lo conocían en la web, este las atraía a un lugar público, las llevaba a un lugar privado y las tocaba sin su consentimiento. Cuando se resistían, el hombre amenazaba con suicidarse o forzar un “encuentro sexual no consensuado”.
Poco después de iniciada la cacería, los investigadores descubrieron la increíble verdad.
Una vida falsa
Rossi ya no vivía en Estados Unidos. El año anterior, en 2017, había huido a Gran Bretaña o Irlanda para luego establecerse en Escocia con un nombre falso.

En 2020 usó su nombre real, Nicholas Alahverdian, para fingir su muerte. Creó un obituario que indicaba que había fallecido por linfoma no Hodgkin a los 32 años. Incluso diseñó una página web conmemorativa que incluía mensajes de despedida de un congresista y del alcalde de Providence, en Rhode Island.
Él, obviamente, estaba vivo. De hecho, ese mismo año se casó con su esposa Miranda en Bristol.
La mentira no duraría mucho. En 2021 fue víctima de su propia trama.
La interpol lo identificó mediante fotos y tatuajes en un hospital de Glasgow cuando recibía tratamiento por COVID-19 conectado a un respirador. En diciembre de ese año quedó bajo arresto.
Al comparecer volvió a mentir con su nombre: dijo que se llamaba Arthur Knight y que era un huérfano irlandés. Aseguró que nunca había estado en los Estados Unidos y que le habían hecho sus tatuajes mientras estaba inconsciente en el hospital.
En 2022, el fiscal de Salt Lake lo acusó de violación y en 2023, un tribunal escocés dictaminó que podía ser extraditado a Estados Unidos, calificándolo de «engañoso», «evasivo» y «manipulador». Rossi vive en ese país desde enero del año pasado.
¿Qué va a pasar ahora?
Ahora, con la declaración de culpabilidad el caso volvió a cobrar preponderancia en los medios.
Rossi aguarda por su condena por el caso de agresión sexual en Salt Lake y por otro juicio en septiembre por un cargo de violación relacionado con un incidente también ocurrido en 2008, esta vez en el condado de Utah.
En ese caso, una mujer identificada como “KP” relató al tribunal que en una ocasión se despertó en el apartamento del hombre y descubrió que él había gastado hasta 400 dólares en una computadora usando los datos de su tarjeta de crédito sin permiso.
Dijo que luego él comenzó a masturbarse y cuando ella intentó irse le bajó la ropa y la inmovilizó contra un sofá u otro mueble antes de violarla.