Tras el bochornoso final de la interpelación al ministro Fratti vimos algo todavía más grave. Y es el enésimo esfuerzo por parte del Frente Amplio por banalizar adjetivos como “homofóbico”. Todo el mundo sabe que el senador Da Silva no lo es. Pero, como sucede con otros calificativos serios, como “fascista”, la izquierda se siente con derecho a usarlo contra cualquiera que no esté de acuerdo con sus ideas. Cuando se banaliza ese tipo de términos, después pierden sentido.
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