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viernes, agosto 15, 2025

Lorena Vega, de «Envidiosa» a «En el barro»: de qué se siente orgullosa, cuándo le llegaron los papeles consagratorios y cómo fue trabajar con María Becerra y La Locomotora Oliveras

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En los últimos años, Lorena Vega se consolidó como una de las actrices más versátiles y potentes de las series argentinas. Su paso por Envidiosa (Netflix) y El fin del amor (Prime Video) no solo le dieron visibilidad masiva, sino que la confirmaron como una intérprete capaz de dotar a sus personajes de profundidad y magnetismo. Con una sólida trayectoria teatral y un perfil creativo multitasking: combina dirección, docencia y actuación, Vega es hoy referente para nuevas generaciones y es una de las elegidas para papeles claves en proyectos audiovisuales de calidad.

El encuentro con Revista GENTE tiene lugar en el Four Seasons, durante una jornada dedicada por completo a la promoción de En el barro, el spin off de El Marginal que se centra en el mundo carcelario desde una perspectiva femenina (ya disponible en el catálogo de Netflix) . En una de las elegantes habitaciones del hotel, Valentina Zenere, otra de las protagonistas, habla de su personaje, mientras Vega, vestida con un sweater verde con brillos que resalta bajo las luces, recibe a ese medio.

La actriz se acomoda y con una mezcla de amabilidad y profundidad, mide cada palabra y enciende la voz cuando menciona a sus compañeras de elenco y los universos que construye cada una en la ficción creada por Sebastián Ortega. No solo se trata de ella: sino que es un trabajo coral que traslada la acción a una cárcel de mujeres, La Quebrada, y explora vínculos, códigos y conflictos desde una mirada femenina, sin perder la tensión y la estética que convirtieron a su predecesora en un fenómeno internacional.

«La Zurda» y el desafío de liderar en la ficción

Vega, como La Zurda, en «En el barro» (Netflix)-

-Venís de interpretar personajes que impactan y que, de alguna manera, tienen cierta energía en común, hay algo de ser autoridad en diferentes materias. ¿Qué sentís que tienen que ver con vos estos papeles?

-Son personajes con realidades distintas, pero tienen el rol de liderar. Creo que hay algo de mi experiencia que se traslada a ellos: durante muchos años sostuve mi vida dando clases de teatro y dirigiendo obras, lo que me puso al frente de grupos creativos. Esa experiencia de conducir, contener y sostener a otros me gusta y me interesa, y creo que pude aportarla a estos roles. En El fin del amor, Mora maneja una disco y a su personal; en En el barro, La Zurda está en una cárcel y coordina un negocio ligado al trabajo sexual. Los dos lideran, pero con problemas muy diferentes.

-¿Cómo fue meterte en el mundo carcelario para crear a La Zurda?

-Fue apasionante, desafiante y encantador, con toda la oscuridad que tiene la historia de La Zurda y las demás tramas de la serie. Muchas están inspiradas en realidades muy crudas, aunque exacerbadas por la ficción. La realidad siempre supera a la ficción, pero investigar ese universo fue clave. Además, había un antecedente muy fuerte como El Marginal, con el éxito que tuvo, y nosotras llegamos con una versión femenina de ese mundo. Me encanta que sea una historia coral con actrices de distintas generaciones y energías. El encuentro fue amoroso en todo sentido.

-¿Habías visto El Marginal antes de este trabajo?

-La había visto hasta cierto punto. Cuando supe que iba a hacer En el barro, la vi completa. El Marginal tiene una impronta muy masculina: cuchillos, bandas, motines. En el barro mantiene la estética y el ritmo, pero desde lo femenino, con otras maneras de vincularse y problemáticas distintas. Eso sí: las mujeres también podemos manejar cuchillos y pelear, pero hay un costado más visceral y sensible, de acompañarse y contenerse. Creo que la serie muestra cómo las mujeres armamos comunidad, nos escuchamos, tenemos códigos y empatizamos, incluso cuando estamos enfrentadas.

Vega también interpreta a Fernanda en «Envidiosa».

-La Zurda es líder, pero ¿en qué otras cosas te identificás con ella?

Me identifico con su manera de habitar la realidad cargando heridas que marcan para siempre, con su pasión por lo que quiere y su fuerza para defender sus ideas. Pero no construyo un personaje pensando en qué tiene de mí: primero trabajo su historia, cómo llegó ahí y qué siente en cada situación. Después, cuando está terminado, puedo ver qué puntos tenemos en común. También construyo mucho a partir del trabajo con las compañeras: la energía que trae la otra actriz, la forma en que te mira, te desafía o te contiene, todo eso alimenta la creación. Es como tocar en una banda: tenés tu instrumento, pero hay que escuchar al resto para que la música fluya.

-En Envidiosa y otros trabajos recientes, el equipo femenino tiene un peso fuerte. ¿Te sentís más cómoda trabajando con mujeres?

No tengo problema en trabajar con varones: me llevo muy bien, tengo dos hermanos y muchos amigos hombres con los que he trabajado. Pero desde la ola feminista de 2018, creo que todas tomamos conciencia de que juntas generamos otra resonancia, damos espacio a otros relatos y nos escuchamos de otra manera. Ese lugar me gusta, me identifica y me parece valioso.

-En En el barro, La Zurda tiene un costado maternal y de contención. ¿Lo ves así?

-Sí, creo que ella tiene un perfil de «yo ya pasé por esto, sé lo que te digo» y guía a las más jóvenes. Es un rol de protección. En mi vida personal, yo hice terapia desde muy chica, así que cuando interpreté a la terapeuta de Envidiosa esa experiencia me aportó mucho.

El éxito inesperado y lo que viene

Al reflexionar sobre el gran momento laboral que vive, Lorena habla de su paso por el teatro y cómo el éxito la encontró sin esperarlo.

-Ese personaje de Envidiosa también fue muy querido. ¿Qué te pasó con esa repercusión?

-A Fernanda la quiero mucho, igual que a La Zurda. Cuando encaro un personaje, necesito comprenderlo profundamente, en lo intelectual y lo físico. Fernanda fue un hallazgo en el rodaje: me dio más sorpresas de las que imaginé. No esperaba la respuesta del público, solo quería estar a la altura, sobre todo porque compartía muchas escenas con Griselda Siciliani. Era como un partido de tenis: una contra una, sin margen para esconderse.

-¿Qué fue lo que más te sorprendió del mundo carcelario al preparar este papel?

-No puedo adelantar nada que no se haya visto, pero sí puedo decir que la serie está llena de microdetalles, como que todos le dicen «La Zurda» salvo una persona. Me adentré en datos y realidades muy complejas que sirvieron como inspiración. Y me llevo el trabajo en comunidad: la admiración por lo que hace cada compañera, la empatía y la alegría de vernos crecer juntas en la serie.

Valentina Zenere, como Marina, una de las chicas de La Zurda.

-¿Es la primera vez que trabajás con Sebastián Ortega?

-Había hecho cosas pequeñas para Underground, pero este fue mi primer trabajo grande con él. Fue muy preciso, atento a detalles que no imaginás que un director está mirando. Es sencillo, claro, y me sentí contenida y valorada. También destaco a los directores Alejandro Ciancio y Estela Cristiani, y a todo el equipo de guion, que hizo un gran trabajo de investigación en cárceles de mujeres.

-Este reconocimiento te llega en un momento de mucha exposición. ¿Pensaste que alguna vez ibas a llegar hasta donde estás hoy?

-Me encuentra tranquila y, sobre todo, muy conectada con mi trabajo teatral. Estoy en un momento creativo y expresivo de mucha libertad, con obras que amo y que el público sigue eligiendo. Imprenteros, mi obra autobiográfica, me dio un vínculo nuevo con el teatro, involucró a mis hermanos y se convirtió en libro y en película, dirigida por Gonzalo Sapico, mi pareja. No necesitaba mucho más, porque es difícil conseguir ese nivel de autenticidad. Lo audiovisual llegó como un bonus track: algo que disfruto, que habito y que estoy aprendiendo a incorporar.

-¿En qué momento estabas para recibir tantos estímulos?

-Tranquila y sin esperarlo. No sé si la palabra es “satisfecha”, porque vivo en una enorme insatisfacción, pero sí estaba contenta y orgullosa de los materiales en los que venía trabajando, sobre todo a nivel teatral. Eran obras que tenían muchos años en cartel porque el público seguía yendo y porque queríamos seguir haciéndolas. Son piezas artísticas de autoras y autores argentinos vivos, contemporáneos, con dramaturgia nacional.

-Y entonces…

-De pronto, vino lo otro. Es lindo que haya llegado. Que reconozcan tu trabajo, sobre todo en televisión, es un mimo. Más aún cuando es en una producción audiovisual de calidad. Como actriz, lo que querés es que el público crea en lo que hacés, que hable de la historia, y eso pasó. No lo esperaba y la repercusión me sorprendió. Llega en un momento hermoso, donde lo siento como una yapa.

El mundo de En el barro y sus protagonistas femeninas

La serie sitúa su acción en un penal de mujeres donde internas y guardias conviven en un equilibrio precario de violencia, lealtad y supervivencia. La Zurda (Lorena Vega) es la líder indiscutida de su pabellón, combinando dureza y capacidad de cuidado. A su alrededor, cada personaje aporta un matiz distinto: desde presas que buscan venganza o justicia hasta las que intentan escapar de un destino marcado por el sistema.

Si El Marginal retrataba un universo carcelario masculino marcado por pandillas, motines y la violencia física como norma, En el barro toma esa misma estética áspera y su ritmo narrativo intenso para construir un relato diferente: uno donde las alianzas pueden forjarse en la cocina, en un gesto de protección o en una conversación a través de las rejas. La violencia está presente, pero convive con redes de apoyo, códigos y formas de poder que responden a lo femenino. El resultado es igual de crudo, pero con una complejidad emocional distinta.

Uno de los papeles más conmovedores es el de La Locomotora Oliveras, quien interpreta a una interna con un pasado tan combativo como su vida real. Campeona mundial de boxeo y símbolo de superación, su actuación tiene hoy un peso doble: artístico y emocional, ya que la serie queda dedicada a su memoria tras su reciente fallecimiento.

La Locomotora Oliveras en su debut actoral como Alejandra.

Por su parte, María Becerra debuta como actriz en la piel de una interna joven, vulnerable pero con carácter. Lejos de su faceta musical, aporta frescura y un registro distinto al elenco, y su personaje suma tensión dramática, además de atraer a un público que quizás llegue a la serie para verla en un nuevo terreno.

El elenco también cuenta con Rita Cortese como Cecilia Moranzón, la polémica directora del penal, Ana Garabaldi, en el papel de Gladys Guerra, la mujer viuda de Mario Borges (el icónico personaje de El Marginal inmortalizado por Claudio Rissi), Valentina Zenere como Marina Delorsi, una modelo que es acusada de matar a su pareja y termina siendo parte del pabellón de La Zurda. También participa Juana Molina como «Piquito».

Parte del elenco de «En el barro».

En esa trama, Vega encarna a la líder que guía, protege y aconseja. «Es muy típico el ‘yo ya pasé por esto, sé lo que te digo’. Tiene heridas que ya quedaron para siempre, pero también la fuerzan para defender sus ideas y a quienes quiere”, explica la actriz.

La conexión real entre las actrices también tuvo un impacto directo en el resultado. «Entre nosotras se generó una comunidad real. Admiramos el trabajo de la otra, nos emocionamos, nos reímos y nos contenemos. Creo que eso se ve en pantalla», dice Vega.

Fotos: Gentileza Netflix.

Redacción

Fuente: Leer artículo original

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