Al menos una de cada tres personas podría ser lo que los psicólogos denominan una “Persona Altamente Sensible” (PAS), individuos que tienen un sistema nervioso que percibe y procesa más información sensorial simultánea, de acuerdo con la organización española Asociación de Personas Altamente Sensibles (APASE).
El término, acuñado por primera vez por la doctora e investigadora en psicología estadounidense Elaine N. Aron en 1990, se refiere a la capacidad que tienen las PAS para captar pequeños detalles tanto por los diferentes sentidos como en los estados emocionales de las personas de su alrededor.
No se trata de un trastorno psicológico, ni una enfermedad, sino de un rasgo de personalidad que está presente en el 20 por ciento de la población. En una entrevista para la revista Harper’s Bazaar, la actriz Nicole Kidman se definió a sí misma como una persona altamente sensible.

“La mayoría de los actores son personas muy sensibles, pero tienes un escrutinio increíble. Tienes que desarrollar una piel gruesa, pero no puedes tener una piel gruesa en tu trabajo. Así que es ese constante tira y afloja de decir: ¿Cómo sigo siendo humano, vulnerable y real, y cómo, al mismo tiempo, no dejo que todo esto me afecte?”, contó en diálogo con su colega Jennifer Aniston, en enero de 2011.
Las actrices Audrey Hepburn, Scarlett Johansson y Miranda Hart, y los artistas Kanye West, Lorde, David Bowie y Lexi Jones, son algunos de los famosos que se identificaron como PAS.
La conexión entre la sensibilidad y los problemas de salud mental
De acuerdo con una investigación publicada en la revista científica Clinical Psychological Science, los individuos PAS tienen más probabilidades de experimentar problemas de salud mental, como ansiedad y depresión.
Tras analizar 33 estudios donde participaron 12.697 personas, entre ellos adultos y niños mayores de 12 años, los investigadores encontraron “correlaciones positivas y moderadas entre la sensibilidad y varios problemas de salud mental como depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, agorafobia y trastorno de personalidad por evitación”.
“Nuestros hallazgos sugieren que la sensibilidad debe considerarse más en la práctica clínica, lo que podría usarse para mejorar el diagnóstico de las afecciones”, explicó Tom Falkenstein, psicoterapeuta de la Universidad Queen Mary de Londres y coautor del estudio.
Para Falkenstein, los hallazgos de la investigación “podrían ayudar a mejorar el tratamiento” de las personas con ansiedad y depresión. “Es más probable que las PAS respondan mejor a algunas intervenciones psicológicas que las personas menos sensibles”, agregó.
La importancia del entorno en el bienestar de las personas sensibles
Por otra parte, los investigadores encontraron “notables” correlaciones moderadas y positivas entre los individuos PAS y la agorafobia y el trastorno de personalidad por evitación.
Una explicación para la mayor probabilidad de que las PAS experimenten ansiedad puede ser su “profundidad de procesamiento o su tendencia a responder con sobreestimulación”, agregaron.
“La profundidad del procesamiento podría reflejar una tendencia a preocuparse por los resultados futuros o podría llevar a imaginar posibles escenarios futuros en una situación determinada que podrían explicar cierta ansiedad. La depresión, por otro lado, podría depender más de los factores ambientales”, indicaron en el estudio.

El profesor Michael Pluess, experto en psicología del desarrollo de la Universidad de Surrey y la Universidad Queen Mary de Londres y coautor del estudio, consideró “importante recordar que las personas altamente sensibles también responden mejor a las experiencias positivas, incluido el tratamiento psicológico”.
“Nuestros resultados proporcionan más pruebas de que las personas sensibles se ven más afectadas tanto por las experiencias negativas como por las positivas y que la calidad de su entorno es especialmente importante para su bienestar”, agregó.
Los investigadores, sin embargo, reconocieron que el estudio tenía “varias limitaciones”, incluido el hecho de que la edad promedio de los participantes del estudio era de 25 años y la mayoría eran “mujeres jóvenes con alto nivel educativo”.