Mucho se ha hablado y escrito del cero eléctrico que sufrió la península Ibérica el pasado 28 de abril y de sus posibles causas y sus consecuencias, pero poco se ha puesto el foco en todas aquellas infraestructuras y servicios que, pese a lo extremo de la situación, fueron capaces de seguir en funcionamiento casi como si no ocurriese nada: aeropuertos, hospitales, empresas de suministros como el agua e incluso de supermercados en los que la vida transcurrió casi sin inmutarse.
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