Con el impulso de la senadora Liliam Kechichian y el apoyo de Pedro Bordaberry y Sergio Botana, comenzó a tomar forma la idea de convertir el Parque Batlle en un gran polo deportivo.
Hace poco más de 15 días se presentó un ambicioso proyecto que sueña con hacer de esa zona un Centro de Desarrollo Deportivo que fortalezca, de una vez y para siempre, el potencial de los miles de deportistas que hay en nuestro país. Pero lo que parece ser una idea innovadora e inédita, resulta de un plan que comenzó a tomar forma hace más de un siglo.
Ocupa unas 60 hectáreas en una zona privilegiada de Montevideo. El Parque José Batlle y Ordóñez, popularmente conocido como Parque Batlle, es un pulmón verde que tiene la capital con algunas manchitas de deporte: tres estadios de fútbol, una pista de atletismo, un velódromo y un club de tiro, además de canchas para jugar al baby y al fútbol 5.
Esa combinación de tamaño, ubicación y deportes se ve idónea ante los ojos de distintas autoridades gubernamentales, que varias veces y durante más de un siglo, han propuesto realizar diferentes centros para profesionalizar y hacer superlativa la práctica deportiva.
Y aunque la capital evolucionó drásticamente en los últimos 100 años, algunas cosas no cambiaron. El Parque Batlle, en 1924 llamado Parque de los Aliados (antes fue conocido como el Parque Pereira y luego como el Parque Central), ya era un punto de interés para darle rienda suelta al sueño de formar deportistas de alto nivel.
Un proyecto que nació ayer y que comenzó a resignificarse hoy. Una aspiración que en el 24 sonaba llamativa y que en el 25 (pero del nuevo milenio) tiene características similares. Y no, no es casualidad. Ovación conversó con Arnaldo Gomensoro, profesor de educación física e historiador, y con Fernando Ucha, presidente del Comité Olímpico Uruguayo, para conocer en profundidad estos planes que, en realidad, son solo uno.
Una cuestión nominal
“Lo importante es aclarar bien qué es un centro de alto rendimiento, porque hay mucha confusión con eso”, dice el profesor Gomensoro, que publicó “Historia del Deporte, la Recreación y la Educación Física en Uruguay”.
Es un tema abarcativo: Gomensoro toma como ejemplo el del Real Madrid, en el que prácticamente no queda deporte sin ser practicado, con una infraestructura completa y tecnología de punta. “El costo de un centro de alto rendimiento es entre 15 y 25 millones de dólares, con un costo de mantenimiento de 10 millones de dólares anuales, a pesar que de se cobra todo a las federaciones y a los clubes por su uso (desde la hora por andarivel hasta los exámenes físicos de evaluación)”, explica.
“Lo que se mencionó en la sesión de la Comisión de Deportes del Senado son “Centros de Entrenamiento”, algo diferente”, aclara.
Ucha va en ese sentido: “Lo que nosotros proyectamos es un Centro de Desarrollo Deportivo, no de Alto Rendimiento”, apunta.

Foto: Archivo El País.
Mucho tiempo atrás
Hay que repensar Montevideo. En 1924 la capital estaba muy distinta, claro, pero una parte verde de la ciudad aún hoy se mantiene: el por entonces Parque de los Aliados.
El Estadio Centenario todavía no estaba construido (se hizo en tiempo récord para el Mundial 1930) y hasta hacía poquito la única cancha de fútbol erigida allí había sido el Parque Pereira, un irregular field con gradas desarmables de madera, creado por la Comisión Nacional de Educación Física y explotado por la Asociación Uruguaya de Fútbol, que “pagaba el 28% de las entradas vendidas pero no calcularon quién tenía que mantenerlo y quién lo pagaba. Por eso en 1920 se desarmó”, cuenta Gomensoro.
Esos tres años fueron suficientes para albergar una Copa América, 13 clásicos y una decena de encuentros de la selección uruguaya.
Sin el por entonces Field Oficial (allí se construyó la vigente pista de atletismo, hoy llamada Darwin Piñeyrúa), el país quedó sediento de un estadio de fútbol nacional. Algo que no mucha gente sabe: inicialmente el proyecto de hacer un gran stadium estaba pensado en la zona de Punta Carretas, donde hoy está el Club de Golf pero el hoyo pudo más que la red.
Fue en 1924, entonces, que se aprobó una idea inédita en el país: crear un Parque de Deportes en el Parque de los Aliados. ¿Qué incluiría? A saber: el mentado estadio de fútbol, una pista de atletismo (que ya existía), un pabellón para la práctica de básquetbol, voleibol y tenis, cuadriláteros de boxeo, un velódromo, una piscina, varias canchas de entrenamiento, vestuarios y las instalaciones necesarias para la comodidad del deportista.
Se declaró, además, la urgencia para estas construcciones, especialmente la del gimnasio cerrado. El nombre del arquitecto a cargo de esta obra va a resultar conocido: Juan Antonio Scasso quien, seis años más tarde, sería el encargado de darle vida al viejo Centenario.
Ese proyecto quedó a media máquina. Nada se hizo de forma urgente, tal como se exigía, pero en poco más de una década se construyó ese gran stadium (aunque de manera muy diferente al pensado en 1924), el velódromo y el edificio contiguo a la pista de atletismo, donde funciona el Instituto Superior de Educación Física.
Más de 100 años después, y con mucha cosa nueva en el medio, aparece un ¿nuevo? proyecto para potenciar al deporte en esa zona capitalina. Las coincidencias, que en realidad dejan de ser tales, comienzan a notarse.
Lo que buscan hoy
Ucha está muy al tanto del Parque de los Deportes que se soñó un siglo atrás. “Es un lugar que siempre se pensó como un lugar para la práctica deportiva”, comenta quien reemplazó a Julio César Maglione, que era presidente del COU desde 1987. “Es la continuación de ese plan”, dijo.
Las ideas son varias y algunas ya están encaminadas: en febrero el COU firmó un convenio con ASSE para recuperar el edificio donde funcionó el Instituto Nacional de Ortopedia y Traumatología, ubicado en las inmediaciones del Parque Batlle.
Allí se planea instalar un departamento físico, médico y un alojamiento para los distintos planteles que concurran a competir o entrenarse. “Todo es para mejorar el rendimiento, para trabajar la parte física, la fuerza, la potencia”, detalla Ucha. Utilizar un tratamiento científico para las áreas fisiológicas.
“Queremos recuperar el velódromo, acondicionarlo a las necesidades actuales y hacerlo más acorde a cómo debería ser un velódromo hoy”, cuenta. Pero hay más planes que, a pesar de los años de diferencia, son similares a los planteados en 1924. Dice Ucha: “Falta una piscina olímpica. En Maldonado se inauguró una con la longitud necesaria pero no sirve para eventos nacionales: no tiene todos los carriles”. Y proyecta más: “Queremos un gimnasio para cuatro, cinco mil personas, para el handball, fútbol sala, voleibol. En el Parque Battle podría caber todo. Hay 35 federaciones que precisan mejorar su estructura”. El dirigente asegura estar trabajando junto a la Secretaría Nacional del Deporte y otras autoridades y que “para conseguir recursos” económicos “hay que ser creativos”. En eso está. Pero es optimista: “Es una inversión rentable, podría luego haber mucha entrada de plata, se genera movimiento, se genera turismo”, explica desde Paraguay, ya que está en los Juegos Panamericanos Junior.
Y es desde allí donde se anima a soñar con que, de una vez y para siempre, ese pulmón verde que tiene Montevideo potencie cada vez más a los deportistas del Uruguay.