A lo largo de la historia, la vacunación ha sido un arma fundamental para erradicar las enfermedades, como la poliomielitis o el sarampión, que aparecieron en el mundo mucho antes de que el “movimiento antivacunas” siquiera exista. El peligro de esta corriente de pensamiento, que cobró fuerza tras la pandemia del COVID-19, pone en peligro a millones de niños en todo el mundo.
17 de agosto de 2025 12:00
Por Robert Bourgoing (@robertb_py)
Días atrás me tocó publicar el comunicado divulgado por la Sociedad Paraguaya de Pediatría en el que, entre otros aspectos, hacían énfasis en la necesidad de reforzar los controles en el consultorio para constatar que todos los niños y niñas cuenten con el esquema esencial de vacunación.
Los comentarios sobre aquel artículo me generaron sorpresa, pero principalmente, preocupación, considerando que, quienes respondieron aquel posteo eran personas que manifestaban su oposición a las vacunas.
El movimiento “antivacunas” empezó a cobrar protagonismo tras la aparición del COVID-19, ocasión en que la variante del coronavirus SARS-CoV 2 irrumpió en un mundo que en ese momento mostró no estar preparado para una nueva pandemia.
Luego de que la enfermedad logre diseminarse por todo el mundo, que en paralelo sobrevino con una oleada de fallecimientos que parecía incrementarse día tras día, inició una vertiginosa carrera por el desarrollo de una vacuna que pudiera contrarrestar el virus y convertirse en la “salvación de la humanidad”.
Pfizer, Astrazeneca, Moderna. Estos son solo algunos de los principales laboratorios del mundo que decidieron apresurar al máximo posible la creación de la ansiada vacuna anticovid, presionados por la crítica situación a nivel global que demandaba tener una cura lo antes posible para un virus con el que aún el día de hoy debemos convivir.
Coincidentemente con esta situación, los conocidos como “antivacunas” empezaron a cobrar cierto protagonismo en debates surgidos en foros, redes sociales, campañas y, en ciertos casos, hasta en programas de televisión que les daban algún que otro espacio para expresar sus ideas e inquietudes.
La línea discursiva de este colectivo fue ganando cada vez más adeptos, al punto de convertirse en algo que pudo mantenerse aún en esta era pospandemia. Basta con verificar comentarios en Facebook, Twitter o TikTok, así como también en WhatsApp (herramienta de comunicación ampliamente utilizada para divulgar su mensaje desinformante) para percatarse de la cantidad de personas que siguen pensando lo mismo: que las vacunas “matan”.
El error en esta forma de pensamiento trasciende la simple ideología y va mucho más allá del simple hecho de “pensar distinto al resto”. Ya se considera como un peligro para la humanidad, pero principalmente, para la población infantil que es la más propensa a desarrollar formas graves de cualquier tipo de enfermedad.
Recientemente se confirmó en Paraguay un nuevo caso de sarampión, el primero después de 10 años, puesto que la circulación del virus fue erradicada en el 2015. Desde aquel entonces, nuestro país se mantuvo libre de la enfermedad, todo gracias a la vacunación, aunque algunos quizás piensen lo contrario.
Volviendo al tema inicial, recuerdo que aquella publicación sobre el comunicado de la Sociedad de Pediatría logró sumar varios comentarios de hombres y mujeres (varios de ellos, probablemente, padres de familia) que cuestionaron la eficacia de la vacunación, además de señalar aspectos sobre la supuesta composición de las vacunas que no pasan de ser simples “fake news” divulgadas por el movimiento antivacunas. En esto se incluye el desmentido rumor sobre el grafeno (que jamás estuvo presente siquiera en este tipo de inoculantes).
Si nos hacemos la pregunta ¿cuántos de estos hombres y mujeres, padres y madres, que mantienen una posición que rechaza abiertamente cualquier tipo de dosis (incluyendo la antisarampionosa) están poniendo en riesgo la vida de sus hijos e hijas? Probablemente, la respuesta sea la que menos desearíamos escuchar.
A lo largo de la historia, las vacunas han logrado hitos importantes en la erradicación de enfermedades, varias de ellas mortales. Por citar solo dos ejemplos concretos, podemos mencionar la viruela, que fue declarada erradicada en 1980, y la poliomielitis, que está muy próxima a cumplir ese mismo objetivo luego de años de ardua vacunación en todo el mundo.
El ya mencionado sarampión, así como la rubéola, la fiebre amarilla y la hepatitis B también se encuentran siguiendo el mismo camino, en el afán de ser declaradas “completamente erradicadas” en todo el mundo. En todos estos casos, la ciencia y la medicina jugaron papeles fundamentales para la investigación, el desarrollo y la posterior implementación de cada inyección, pese a quienes pudieran pensar lo contrario y hasta osen cuestionar su efectividad en nuestro organismo.
Poniendo todo esto en la palestra, podemos afirmar con certeza que…señor, señora, las vacunas no matan.
Hitos de Encarnación: jesuitas, ferrocarril, levantamiento civil y el carnaval
Encarnación, la capital del séptimo departamento, Itapúa, hoy se posiciona como una de las ciudades más importantes del país. Con un acelerado crecimiento económico, se encuentra a las puertas de recibir a un evento mundial. Pero, es importante conocer la historia detrás de esta localidad con más de 400 años de vida.
17 de agosto de 2025 08:30
Por Juan Riveros @JuancitoRiveros
La historia de la ciudad se inicia con los guaraníes, quienes eligieron esa zona por su tierra fértil y rica en el cultivo, hasta la llegada de la orden de los jesuitas, quienes se encontraron con el lugar ideal para fundar una misión de evangelización.
Al respecto, la docente e investigadora, Sara Venialgo, contó en una entrevista que inicialmente la zona llevaba la denominación de Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa y que el año de fundación data en el 1615, pero en lo que hoy es la ciudad de Posadas, en el lado argentino.
Posteriormente, recién en 1703 adquiere el nombre de Encarnación en el lugar donde hoy se encuentra asentada la ciudad.
Hay que ir hasta los inicios de la dictadura del doctor Gaspar Rodríguez de Francia, donde la zona se encontraba aislada al igual que el resto del país, hasta que en 1815 apareció el concepto de libre navegación fluvial desde el Congreso de Viena, lo que motivó al mandamás a crear el Puerto de Itapúa en 1823, abriendo caminos para el desarrollo del comercio especialmente con Buenos Aires, pero también el Brasil.
La creación del puerto permitió al doctor Francia seguir teniendo el control en medio de su política de aislamiento. “Las cosas ingresaban y salían del país, pero nada sin que él no lo supiera. Dio un respiro al país”, señaló la historiadora.
A inicios del siglo XX, con la llegada del ferrocarril a Encarnación, no solamente a otras localidades de Paraguay, sino también de Argentina, logrando un intercambio económico y cultural que se mantiene hasta hoy con el tren que va a Posadas, utilizando la infraestructura original del Ferrocarril Carlos Antonio López.
Otro hecho relevante sobre Encarnación fue la toma en 1931 en contra del presidente José P. Guggiari, conocido como el primer movimiento anarquista en el país en la previa a la Guerra del Chaco. La idea original era expandir el levantamiento en otras ciudades, pero no resultó como se esperaba
Con respecto a la tradición del carnaval en Encarnación, el evento tiene sus orígenes en 1906, relacionado con la llegada de inmigrantes italianos a la zona. Fue creciendo de forma paulatina , generando un impacto extraordinario en el movimiento de la ciudad.
“El carnaval como tal en sus orígenes no es lo que se conoce hoy, eran carrozas donde participaban mucho más los hombres que las mujeres. A medida que la ciudad fue creciendo a nivel turístico, el carnaval empezó a tener más inversión y mayor roce cultural. También hubo gente en contra, como, por ejemplo, desde el lado religioso al ser una actividad antes de la cuaresma”, sostuvo la historiadora.
Hoy Encarnación es conocida como la capital del verano en Paraguay por sus imponentes playas, su crecimiento hotelero, expansión de locales gastronómicos. Todo esto es condimento para que a finales de agosto reciba al Rally Mundial, un evento que reunirá a miles de personas de diversas partes del mundo.
Gustave Doré: el cartógrafo del Infierno
Para millones de personas, la primera imagen mental al leer “Infierno” se parece más a un grabado de Gustave Doré que a cualquier versión bíblica o teológica, porque este genio de los trazos lo consolidó como un lugar visualmente coherente.
16 de agosto de 2025 09:41
Por Gonzalo Cáceres – periodista
La descripción del Infierno en los textos bíblicos y en otras fuentes canónicas es más completa de lo que se cree. En su forma original, el Infierno es menos un lugar físico de tortura y más un estado de muerte o separación de Dios.
La concepción de un vasto reino subterráneo de fuego, horror y sufrimiento eterno es una idea posterior que combina la influencia bíblica con la tradición judía tardía, más la filosofía griega aristotélica, literatura apocalíptica y algo de astronomía medieval.
En las escrituras hebreas, la palabra Infierno no aparece como tal. El concepto más cercano es Sheol (“el lugar de los muertos” o “fosa”), que no se concibe como el sitio de castigo por excelencia, sino como la morada común de todos los muertos, justos e injustos (profundo, oscuro y silencioso; Job 10:21–22, Salmos 88:3–6) un estado de sombra, separación de la vida y ausencia de luz. Solo polvo y olvido, sin fuego ni demonios torturadores.
Hasta que llegó Doré.
EL VISIONARIO DE LA CONDENA
Más de un siglo después, sus imágenes siguen vivas, copiadas, deformadas, citadas sin que muchos sepan su nombre. Gustave Doré (1832–1883) fue un ilustrador, grabador y pintor francés que dejó su marca en el arte del siglo XIX. Si bien nació en el seno de una familia de clase media (relativamente acomodada para la época), lo que le permitió tener acceso a una educación completa, su inclinación artística fue el resultado de un talento autodidacta (no de la instrucción académica).
Se cuenta que desde los 5 años dibujó compulsivamente, como lo atestiguan sus cuadernos escolares, que estaban a rebosar de caricaturas y escenas imaginarias. Doré asistió al Liceo de Estrasburgo, pero nunca ingresó a una escuela de arte, gozando así de la libertad para desarrollar un estilo personal (también significó que su técnica inicial fuera intuitiva).
Fue muy precoz en la faceta profesional. A los 15 años ya trabajaba como caricaturista para publicaciones parisinas, al tiempo de publicar viñetas humorísticas en Le Journal pour Rire, desarrollando rapidez y precisión. Con apenas 16 años tomó el desafío de ilustrar Les Travaux d’Hercule (1847).
Doré alteró su repertorio satírico con ilustraciones más serias y detalladas para las grandes revistas y editoriales. A los 22 ya era considerado como un auténtico prodigio en toda Europa.
EL LEGADO
En 1854 firmó con la prestigiosa editorial Hachette para ilustrar obras clásicas. El contrato arrancó con La Divina Comedia.
La obra cumbre de Dante Alighieri encierra un viaje espiritual, moral y poético desde la desesperación (Infierno), pasando por la esperanza (Purgatorio), hasta la plenitud (Paraíso). Es, al mismo tiempo, una suerte de tratado de teología medieval y una sátira política, que marcó la imaginación occidental durante más de 700 años.
En este punto, Doré produjo un total de 136 grabados para dar vida al “Infierno” de Dante, definiendo la topografía del “abismo”: círculos concéntricos, paisajes rocosos colosales, precipicios interminables, puentes quebrados, lagos de hielo y/o fuego.
También dio escala y proporción al entender a los condenados como pequeños ante enormes paredes o frente a Lucifer mismo, reforzando la sensación de insignificancia humana.Entre sus más icónicas interpretaciones están las apariciones de Caronte en su barca entre aguas negras, el Minotauro (custodiando un círculo) y los traidores congelados en el Lago Cocito.
DIFUSIÓN
Las ediciones de La Divina Comedia, ilustradas por Doré, se imprimieron en grandes tirajes y distribuidas por toda Europa y América, en pleno auge del libro ilustrado (barato). Así, Doré pasó a ser referenciado principalmente por fusionar la precisión técnica con una imaginación desbordante, convirtiendo letras en postales icónicas de fuerza emocional que, en muchos casos, se volvieron tan famosas como las obras mismas, logrando que fueran asociadas de forma casi inseparable.
Hizo suyo el contraste lumínico con magistrales claroscuros que acentuaron la atmósfera, especialmente en representaciones nocturnas o sobrenaturales. Su narrativa visual significó la historia por sí misma, con detalles que amplían el texto que ilustra.
El Infierno de Doré estimuló la creatividad de generaciones enteras de ilustradores, escultores, pintores, escenógrafos y cineastas (especialmente en cine mudo y en películas de terror y fantasía). Muchas alegorías modernas -en novelas gráficas, videojuegos y/o películas- toman directamente la paleta de Doré para formar paisajes imposibles, figuras grotescas y composiciones dramáticas, lo que también llegaría a ser emulado por directores del calibre de Terry Gilliam, Peter Jackson o Guillermo del Toro.
La producción de Doré abarca importantes proyectos como La Biblia ilustrada de 1866 (200 grabados con escenas del Antiguo y Nuevo Testamento; la creación del mundo, el diluvio universal, el éxodo y profetas, y la vida de Jesús), el Quijote de la Mancha (1863) de Miguel de Cervantes (370 ilustraciones en las que definió visualmente a Don Quijote y Sancho Panza: altos, flacos y desproporcionados frente a un mundo que parece inmenso), El Paraíso Perdido (1866) de John Milton (ángeles y demonios), El Cuervo de Edgar Allan Poe (atmósferas sombrías y góticas), La balada del viejo marinero de Samuel Taylor Coleridge (escenas marinas sobrenaturales, con espectros y olas monumentales) o Gargantúa y Pantagruel de François Rabelais (personajes desmesurados), Los Cuentos de Mamá Ganso (1867) de Charles Perrault (Caperucita Roja, El gato con botas y La Bella Durmiente), entre tantos otros. También trabajó en ilustraciones de humor y viajes y para retratos sociales.
El gran Gustave Doré no fue simplemente un ilustrador con buena técnica: fue un hombre que aprendió a mirar los libros como si fueran ventanas a otras realidades. Sus grabados no acompañaban las historias, las explotaban en toda su dimensión. Después de él, el Infierno de Dante, el andar flaco y obstinado de Don Quijote o la majestad terrible de las escenas bíblicas quedaron grabados en la memoria con sus formas y sus sombras.
Doré entendió que un dibujo puede ser más que un adorno: puede convertirse en la forma misma en que recordamos una historia.
El sueño de tener familia: “Yo rezo todas las noches para que me vengan a buscar”
Más de un centenar de niños y adolescentes aguardan por una familia. Algunos llevan años en hogares de abrigo, soñando con escuchar un “buenos días” o soplar las velas de una torta de cumpleaños. El proceso para llegar a ese encuentro transformador es riguroso, a veces extenso, pero también está lleno de historias que conmueven y que muestran que adoptar es, ante todo, un acto de amor.
10 de agosto de 2025 11:00
Muchos niños y adolescentes jamás sintieron el calor de una familia. “Hay chicos que nunca recibieron un abrazo en Año Nuevo ni un beso de buenas noches. No saben lo que es una torta de cumpleaños”, lamenta César Aquino, director del Centro de Adopciones del Ministerio de la Niñez y Adolescencia (MINNA).
Para él, adoptar no es un acto de solidaridad, sino de amor genuino. “Del primer día que llegan, ya te dicen mamá o papá. Es hambre de afecto. Eso es lo que piden y ruegan todos los días a Dios”.
El funcionario explica que los plazos administrativos se redujeron, aunque el camino aún presenta desafíos. “Hay evaluaciones psicosociales, documentales, un consejo que analiza cada caso y un plan de relacionamiento previo. El objetivo es garantizar que la familia y el niño establezcan un vínculo afectivo antes de la guarda preadoptiva”, detalla en entrevista con el programa Residentas (canal GEN).
Uno de los factores que alargan la lista de espera —que en algunos casos llega a 7 u 8 años— es que la mayoría de las familias postula para niños de 0 a 3 años, sin discapacidad ni enfermedades. Sin embargo, los niños declarados en estado de adoptabilidad suelen ser mayores, adolescentes o tener alguna condición de salud. “Es difícil dar respuesta cuando el perfil que busca la familia no coincide con la realidad de los niños que esperan”, señala Aquino.
Entre las experiencias más conmovedoras que guarda el Centro de Adopciones, Aquino recuerda la de un niño de 9 años que creció en un hogar de Hohenau. El año pasado, conoció a la pareja que sería su familia durante una visita de relacionamiento. “Cuando se estaban despidiendo, el niño les preguntó: ‘¿Ustedes creen en Dios?’. Ellos respondieron que sí. Entonces él dijo: ‘Porque yo cada noche rezo para que ustedes me vengan a buscar’. Les pidió una foto y prometió llevarla siempre en su mochila para sentirlos cerca”, relata. Un mes después, el pequeño ya estaba viviendo con ellos. Hoy, esta adopción está formalizada y el niño vive con su nueva familia.
¿Qué pasa con los hermanos? La política del Centro es mantener a los hermanos juntos siempre que sea posible. Así ocurrió con tres hermanas de 16, 14 y 12 años que fueron adoptadas por una pareja de extranjeros radicados en Paraguay. “Les cambió la vida a todos. Ellas dejaron de verse como parte de un hogar y empezaron a verse como familia”, afirma Aquino.
Pero un aspecto importante es que no todos los niños o adolescentes quieren ser adoptados. En esos casos, el MINNA desarrolla programas de acompañamiento para capacitarlos, apoyarlos en la inserción laboral y, si es posible, garantizarles una vivienda cuando cumplen la mayoría de edad.
También existen las familias acogedoras, que cuidan a los niños hasta que se resuelva su situación legal y que, si lo desean, pueden luego iniciar el proceso de adopción.
Para adoptar en Paraguay, la ley exige que los matrimonios tengan al menos tres años de unión, las parejas en unión de hecho cuatro años y que las personas solteras, divorciadas o viudas también puedan postular. Los interesados pueden acercarse al Centro de Adopciones, en Oliva y Ayolas (Asunción), o llamar al (021) 228 777.