La situación es particularmente grave en Misiones, donde el sector de juguetes enfrenta una tormenta perfecta. Los planes de financiamiento provinciales, como el Ahora Misiones, no lograron levantar las ventas. La caída del poder adquisitivo de los salarios, sumada a la masiva importación de productos, ha creado un escenario asfixiante para el comercio local, haciendo que los esfuerzos por mantener la actividad sean casi inútiles.
Además del colapso del consumo interno, la competencia con la vecina Encarnación, Paraguay, se ha vuelto imposible. Para quien tiene unos pocos pesos en el bolsillo, cruzar la frontera se ha convertido en una opción de supervivencia económica, ya que los precios de los productos de consumo masivo y los juguetes son significativamente más bajos. Esta dinámica de contrabando, lejos de ser un fenómeno nuevo, se ha agudizado en este contexto de crisis económica y falta de control.
El sector, compuesto por 180 pymes que dan empleo a más de 8.000 personas, opera al 50% de su capacidad. La Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ) advirtió que el aumento del 114% en el volumen de importaciones ha creado una situación de sobrestock que ahoga a los fabricantes nacionales. La falta de seguridad en los productos importados, que ingresan al país a precios por debajo de los 3 dólares el kilo, es otra preocupación grave, pues pone en riesgo la salud de la niñez argentina.
La falta de medidas de apoyo del gobierno de ultraderecha de Milei ha dejado a las pymes a su suerte, demostrando que la libertad de importar significa, para la industria nacional, la libertad de morir. El modelo económico anarco-capitalista ha castigado duramente al sector, dejando a su paso comercios con estanterías llenas y salones de venta vacíos. La desoladora caída de ventas en una de las fechas más importantes para el sector comercial es una prueba más de que la recesión ha llegado para quedarse.