Javier Lambán, el expresidente socialista de Aragón fallecido este pasado viernes a la edad de 67 años, fue una figura política controvertida. Querido en su tierra, por contra, no tuvo muchos partidarios en amplios sectores de Catalunya. Las razones son fáciles de entender: implacable contra el independentismo en la etapa más álgida del procés, lideró el litigio de las obras de Sijena y se opuso con vehemencia a compartir candidatura para los Juegos Olímpicos de Invierno. A pesar de que vivió en Barcelona cuando era joven y que él mismo se definía como un “catalanófilo”, se le ha acusado de atizar el anticatalanismo por una mezcla de interés electoral y cierta animadversión personal.
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