Se puede decir que Rodrigo Noya está tachando la lista de dos colegas con los que siempre le hubiera gustado trabajar: Gerardo Romano y Ana María Pichhio. De la mano de la obra El secreto, que se estrena este miércoles, se pone en un nuevo rol en donde demuestra otra faceta actoral.
“Lo que conecta a la gente justamente es esto: quién no ha tenido un secreto a lo largo de su vida. El que no lo tiene, de alguna manera, se va a sentir interpelado o va a sentir esa situación que le pasa a esta familia donde de repente se revela una verdad que pesa y con la que hay que lidiar después”, afirma a Revista GENTE.
Por su parte, amplía lo que significa codearse con actores de la talla de Romano y Picchio, eminencias del espectáculo: “Cuando me llegó la obra, lo primero que pensé fue lo hermoso de que me haya tocado este proyecto para poder trabajar con ellos dos. Lo lindo de poder tener la experiencia de trabajar con dos monstruos como ellos que desde los ensayos ya estoy aprendiendo y tratando de adquirir todo lo que pueda. También con Gabriela Sari que es una gran compañera y una gran actriz”.
-¿Tips o algún consejo que te hayan dado?
-Todo lo que ellos te puedan decir suma para que puedas armar el personaje. Desde alguna apreciación con respecto a las intenciones con las que decís el texto o cosas que se les ocurren para que vos hagas con el personaje. Bajo la dirección de Manuel González Gil, que es un director increíble con el que ya me había tocado trabajar y que también lleva las cosas de una manera muy amena, nos sentimos muy cómodos.
-Más allá de que hiciste un montón de trabajos a lo largo de tu carrera, ¿te pesa la “herencia” pro tu paso por Agrandadytos?
-No sé si la palabra es pesar. Me han preguntado mucho y creo que lo que más me gusta de toda esta situación es que quedas en el inconsciente de la gente. Me lo recuerdan mucho, me mandan los videos, hasta personas de generaciones nuevas que ni existían con Agrandadytos, me conocieron por ese programa. Obviamente que uno intenta despegar la imagen de niño, pero no por un pesar, sino porque ya queres soltar. Siento que a gente le cuesta el paso del tiempo. Cada vez que me hablan de Agrandadytos digo que «pasó hace 26 años» y me miran con cara de que no lo pueden creer.
-Y si, 26 años es una locura.
-A la gente no le gusta que el tiempo pase. No le gusta saber que pasaron 26 años, que envejecieron 26 años, que esa persona que veía de chiquita ya es un hombre con una carrera distinta, que tiene un hijo y una familia. ¡Pero el tiempo pasa! Lo mejor que vino después de ese ciclo fue que continuar con algo que no me lo esperaba y que de repente se terminó convirtiendo en mi pasión y hoy amo: la actuación, esto que quiero hacer toda mi vida.
-¿Te costó salir de ese encasillamiento?
-En esta profesión siempre se estereotipa. Si la gente compra algo en particular, es muy fácil que el productor recurra a eso porque es lo simple. Está en el actor el poder reinventarse. No sé si es que se cierran puertas, sino que uno las tiene que ir a abrir. Si vos te quedás en la cómoda, nunca te vas a mover. Y eso lo tiene que hacer uno. En mi caso no creo que me haya complicado, sino que en algún momento lo busqué, lo logré y pude hacer otros personajes distintos a lo que me tenía marcado la gente.
La faceta de papá de Rodrigo Noya
-En medio de todas esas situaciones en donde algunos niegan el paso del tiempo, en el medio te tuviste una familia y cambiaste la vida personal, ¿cómo te llevás con tu rol de papá?
-Es mi mejor rol. Amo ser papá. Es un constante aprendizaje, con miedo, incertidumbre, experiencias nuevas que se dan todo el tiempo porque cuando creés que ya sabés todo, te viene una nueva etapa del niño. Entonces, tenés que aprender cosas nuevas y cuando ya te sentís experto para esto, te tenés que empezar a preparar lo que viene. Es una adrenalina. Yo lo disfruto muchísimo, aunque también es un trabajo duro porque te tenés que mostrar fuerte, sobre todo a la edad que tiene mi hijo, porque sos como una especie de superhéroe para él. Después crecen y se dan cuenta que no (risas), ya que empiezan a ver las falencias que tenés.
-¿Sos de poner límites? ¿Papá exigente?
-Lo intento. No soy exigente, pero tampoco lo dejo que fluya. Me gusta que él vaya descubriendo qué es lo que quiere hacer. Es difícil poner límites cuando es hijo único. Él es un terremoto, pero es un nene increíble.
-¿Y qué le gusta hacer?
-A veces se siente cómodo haciendo cosas conmigo y le interesa acompañarme al teatro. Veo que quiere ser parte, pero no se lo exijo ni lo presiono para que lo haga. Me gusta mucho el fútbol, así que disfrutamos muchas cosas juntos.
-En esto de que me decías recién de que le gusta parte de tu de tu profesión, ¿te lo manifiesta abiertamente o nada más que se engancha de acompañarte?
-Las dos cosas. Se engancha y me lo ha manifestado. Le gusta hacer videitos conmigo, y ha hecho algún que otro casting para cositas, pero siempre porque él así lo quiso. Estoy abierto porque tomo como base la experiencia que tuve yo. Ha sido muy amena, y mis papás me cuidaron mucho, entonces también tengo un registro de cómo manejarme con respecto a eso. Mis papás jamás me exigieron o me presionaron. Si había algo para hacer siempre se trataba de ver la mayor comodidad mía y que no me frustre para no llegar a una edad y que deteste lo que estaba haciendo.
-Y en tu caso ese es el bonus.
-Claro. Se lo hago saber de esa manera. Él también cuenta con eso de que ya conozco el ambiente, algo que mis viejos no lo conocían. Mis viejos se desayunaron con todo paso a paso. Era como de repente un entrar a un set de grabación, de repente tener un guión para que el nene aprenda, de repente un suceso, de repente el nene se hace conocido. Todo un tema. Es por eso que tengo como un pantallazo que lo puedo proteger. Mis viejos lo hicieron increíble, y se los agradezco cada vez que tengo oportunidad.
-Recién hablaste de la exposición y esto a veces tiene lados negativos, ¿cómo viviste toda la polémica de tu separación de Sofía Sorrenti y los rumores de infidelidad de los que te culparon?
-Siempre he sido muy transparente, entonces también, esas cosas te pasan y es como le pasan a todo el mundo. La situación que yo viví creo que la ha vivido muchísima gente. Hoy sí te puedo hablar del tema y puedo decirte que a mí, obviamente, me tocó por sorpresa. Éramos muy pibes, fuimos padres de Bautista de muy chicos… Pero lo superamos.
-¿Cómo está tu relación con Sofía hoy?
-Hoy por surte podemos tratar todos los temas del nene con mucha más tranquilidad. Son cosas que han quedado en el pasado y que las entiendo como algo más de una relación que se terminó. Hay un hermoso niño de por medio y gracias a Dios entendimos que él era lo más importante. Hoy marcha todo bien. Yo estoy en pareja. Cada uno supo entender el lugar que tenía que tener con respecto al nene. La madre va a ser siempre la madre, yo soy el padre, y voy a ser siempre el padre. Entonces, había algo que construir. Es algo que era indispensable para que Bautista creciera bien, y lejos de todos esos quilombos.
-¿Cómo fue volver a apostar al amor después de algo así?
-Estuvo bueno que haya llegado, pero costó. Encarar una relación nueva con un niño lo pone a uno mucho más exigente porque a la otra persona le venís con toda una propuesta ya armadita. Estor muy feliz porque tengo a Luisina, una persona al lado que me acompaña en todo, que lo ama a Bautista. Nos conocemos hace un año y medio y es una persona que uno ve y dice: «Me hubiese encantado conocerla antes”. Pero todo llega a su momento.
-¿Qué es lo que te enamora en el día a día?
-Que es compañera, buena persona, trabajadora. Un amor con mi hijo. Y después me parece importante que desde lo profesional quiere verme crecer en lo que hago. Que una pareja te apoye es de las cosas más lindas que me hacen muy feliz.
