En una oportunidad, un hombre se dio cuenta de que había algo diferente en su cuerpo. Se trataba, en particular, de un cambio evidente en su rostro. Él no sabía que, tiempo después, esta situación se convertiría en un gran inconveniente: su salud quedaría comprometida.
Un joven notó un pequeño bulto en la cara y, nueve meses más tarde, terminó internado en el hospital, con una cicatriz de por vida. La historia, develada por el propio protagonista, recorrió las redes y captó la atención de miles de usuarios.
El autor de la anécdota se llama Kai y es un ciudadano de Australia, de acuerdo con su perfil público de TikTok. Esta persona acudió a la plataforma social para hablar sobre un problema personal.
Cómo empezó su problema
Un día, en 2024, el joven se miró al espejo y descubrió que en su rostro había un bulto diminuto. «Se me formó cerca de mi ojo derecho. Al principio, pensé que era solamente un grano«, recordó el australiano a través de un posteo en su cuenta.
En aquel momento, Kai decidió restarle importancia al asunto. Durante las siguientes semanas, el «grano» ―así lo definió el joven― permaneció en su piel y, además, incrementó su tamaño. Por lo tanto, ante este contexto, decidió acudir a un centro médico.
Una vez allí, los profesionales de la salud le confirmaron que el bulto en cuestión no era un grano, sino un quiste benigno.
Qué es un quiste
Un quiste es una cavidad o bolsa de tejido cerrada que puede estar llena de aire, líquido, pus u otra sustancia, según información del portal de noticias de salud MedlinePlus, dependiente de la Biblioteca Nacional de Salud de Estados Unidos.

«Un quiste se puede formar en cualquier parte del cuerpo, incluidos los huesos, órganos y tejidos blandos. La mayoría de los quistes no son cancerosos (benignos), pero algunas veces el cáncer puede producir un quiste», comunicó el centro médico académico estadounidense Clínica Mayo (Mayo Clinic) en su página web.
La decisión del joven
Cuando Kai se enteró de que tenía un quiste, le avisó a los médicos que quería someterse a una cirugía para una extirpación quirúrgica.
«Como ese quiste estaba en mi cara y era muy notorio, yo no lo quería allí. Por este motivo, conversé con los trabajadores del centro de salud y les comenté que prefería que me lo sacaran. Enseguida, ellos me derivaron con un especialista«, afirmó al respecto.
En ese entonces, Kai, de acuerdo con su relato, vivía en el Outback australiano ―así se conoce a las zonas remotas y escasamente pobladas del país de Oceanía―, a muchas horas de distancia del hospital donde atendía el médico experto en el tema.

«Tenía que conducir aprox. siete horas para llegar al lugar. Como me encontraba muy lejos y tenía que manejar toda esa cantidad de horas, me dio algo de fiaca. Así que opté por dejarme el quiste y no operarme«, aseguró.
Una mala noticia, meses más tarde
El tiempo transcurrió y el joven se olvidó del problema. Sin embargo, nueve meses más tarde, a mediados de junio de este año, Kai se alarmó porque el quiste había comenzado a crecer de nuevo. Esta vez, el bulto le dolía.
A raíz de esta circunstancia, él acudió a un hospital y obtuvo un diagnóstico: su quiste estaba infectado. «Me dieron antibióticos y me pidieron que regresara pronto para una extirpación quirúrgica«, indicó.

Durante los siguientes días, el bulto no paró de crecer, a tal punto que causó preocupación en Kai y también en sus familiares. A su vez, la inflamación se había extendido a toda el área ocular.
«Llamé al médico cirujano y él me advirtió que fuera al hospital cuanto antes«, dijo Kai, quien en esta oportunidad recibió antibióticos por vía intravenosa y quedó internado por 24 horas.
Así terminó el caso del joven
El 22 de junio, el ciudadano australiano se sometió a una cirugía para remover el quiste. «Me operaron ese domingo. La zona se encontraba tan infectada que los médicos no pudieron cerrar la herida por completo. Por lo tanto, tuvieron que dejar la herida abierta durante 24 horas», aclaró.

En una segunda cirugía, los médicos consiguieron culminar con éxito el procedimiento. «En esta segunda etapa, lograron limpiar toda la zona y cocer la herida. Permanecí internado y me dieron más antibióticos por las dudas. Al día siguiente me dieron el alta», expresó el joven, quien se mostró agradecido y a gusto con la atención de los profesionales de la salud.
Afortunadamente, Kai salió adelante y pudo recuperarse. «Realmente no tengo ninguna queja, pero tendré una cicatriz justo cerca del ojo por el resto de mi vida«, declaró en una entrevista con el portal de noticias de la revista estadounidense Newsweek.
Por otro lado, el caso del australiano llegó a miles de internautas en TikTok: la mayoría de ellos escribió mensajes positivos. «¡Tenés muchísima suerte de que no te haya causado problemas importantes en el ojo!», opinó un usuario.

Por su parte, Kai reflexionó a través de la plataforma. «No es nada alocado, pero esta es la historia de lo que me pasó en la cara«, definió.