Alguien abre la puerta del taxi al tiempo que esboza una sonrisa. Se escucha un: “buenos días, madam”. Escaleras y paredes de mármol, varios botones, un portero, detalles que nos anticipan lo que está por venir. En la recepción, un aparador con un montón de flores frescas, también hay un piano. La sorpresa llega detrás de un muro divisorio, de un lado, se exhibe una marquetería de latón y aluminio firmada por el artista Charles Kalpakian; del otro, un aparador lleno de plantas y hojas verdes con un acuario que transforman el espacio en un pequeño oasis interior.
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