Es sabido que la historia la escriben los vencedores. Por fortuna, luego llegan los estudiosos en la materia, que escarban en fuentes y archivos para recolocar las piezas y forjar consensos que nos permiten asomarnos al pasado con mayor objetividad y aprender de él. Pero el intrusismo en la historiografía parece estar en boga y el auge del populismo de extrema derecha alienta el revisionismo (que no revisión) y la proliferación de teorías de la conspiración cuyo objetivo es sentar los cimientos sobre los que construir su propaganda.
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