Los días chinos, el nuevo documental de Santiago Loza, va a ser estrenado el sábado 23 de agosto en el la 25° Muestra Internacional de Cine Documental Doc Buenos Aires, en la mítica sala Lugones. Es un diario de viaje del autor durante su estadía en Shanghái, China.
Después de la pandemia, Loza hizo una residencia en China que le permitió llevar a cabo un experimento que, por insistencia de sus productores, finalmente tomó forma de película. Escritor todoterreno y director tanto de documentales (Si estoy perdido, no es grave, Rosa patria) como de ficciones (La paz, Breve historia del planeta verde), montó lo que había grabado y lo convirtió en una reflexión de una hora sobre un país al que considera “un misterio”.
Pasó varios días o en un pequeño departamento que le dieron para que escribiera o en el exterior, grabando al mismo tiempo que conocía la gran ciudad del malecón.
Antes de viajar se autoimpuso una regla para cumplir durante el tiempo que permaneciera en el gigante asiático: filmar un plano y escribir una reflexión por día. Eso, de alguna manera, delimitó la estructura y el punto de vista de su documental.
Fue una experiencia desgastante -su viaje se demoró hasta el agotamiento extremo- que recayó en un momento de su vida en el que estaba abierto a los interrogantes. Grabó por primera vez en soledad, sin más que un trípode y una cámara que le prestó un amigo. Un artista suelto en el país más lejano posible.
“No tengo formación como camarógrafo. Filmé como alguien que se quedó sin escritura y tiene que volver a escribir de cero. Fui probando el ABC del cine”, admite Loza en conversación con Clarín.

Su situación espiritual permeó la barrera de lo impersonal y cargó a Los días chinos de intimidad. Al momento de filmar, Loza vivía una situación de incertidumbre sobre si seguir o no haciendo cine y las esquirlas de la pandemia lo habían lastimado.
-¿Estabas en una crisis creativa?
–Vivo en crisis. Y a eso se sumaba la crisis social. Se me había vuelto muy compleja la idea en términos de producción financiera y de pensar el cine en términos grupales.
-¿Sentís que comprendiste China?
–Me cuesta decir sí comprendí China porque yo tampoco sé si comprendo Argentina. Sí entré en sintonía con algo del cotidiano. Me corrí de cierto exotismo. Fue como si el alma se estableciera y no estuviera solamente de paso, rapiñando. Con mucha gente con la que me atravesaba había algo de calidez; de lo no careta. Se entablaron vínculos. Después sigue siendo un misterio. Para mí es un misterio…
-¿A nivel personal sentís que el viaje te cambió?
–Me preguntaba cuál es el lugar donde más lejos puede llegar mi cuerpo, y hay algo de pensarte en esa lejanía que a mí me modificó. Como si hubiera algo del orden de lo inolvidable. Yo decía ‘bueno, estoy acá y probablemente no vuelva’. Fue algo muy deseado y sentía en ese registro que eso tenía cierta fugacidad.
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Trailer de Los días chinos, el nuevo documental de Santiago Loza
-Y la idea de filmar fue algo inherente a esa sensación, de ir a un lugar inolvidable, lejano…
–Ahí,de lo anestesiado, surge algo creativo. Por la invasión de todo, de estímulos, de imágenes. Ciertas experiencias, supongo, nos invitan a volver a establecer un vínculo con el asombro. Para mí siempre hacer cine fue una manera de entender el cine que veo. Intenté hacer una manera de entender el mundo también para entenderme.