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viernes, agosto 22, 2025

14 fotos desconocidas de Roberto Gómez Bolaños, el inmortal «Chavo del 8»

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«Fue sin querer queriendo» repetía una y otra vez El Chavo del 8 y el público se derretía. Este personaje de pecas pintadas y eternos tiradores naranjas nació dentro de un sketch en 1971 y para 1973 ya tenía programa propio. Barril tras barril, y «torta de jamón» tras «torta de jamón», El Chavo se metió en el corazón de todos los hogares de Latinoamérica.

Y poco a poco las personas que estaban enamoradas de esa vecindad fueron sabiendo que Roberto Gómez Bolaños (1929-2014), el actor que acuñaba esa frase, era también quien escribía y dirigía cada capítulo. Sí, detrás de la inocencia había un creador meticuloso que no dejaba nada al azar.

Gracias a su don, otras muletillas como «¡No contaban con mi astucia!», «Que no panda el cúnico» y «¡Síganme los buenos!» cruzaron fronteras y unieron generaciones. ¿Pero quién era ese hombre que dedicó su vida a un humor sano y familiar?

Seleccionamos 14 imágenes para desnudar al hombre más allá de la nostalgia. Son cuadros de estudio y de exteriores, posados y tomas entre escenas; está el humorista joven y el ídolo que charló con GENTE y Billiken en Buenos Aires. Sin más, los invitamos a recorrer su vida -y su oficio- en una selección que comienza en blanco y negro y termina a puro color.

El primer amor del actor nacido en la Ciudad de México fue la pelota: desde muy temprano quiso ser jugador de fútbol y ese sueño lo acompañó durante gran parte de su juventud.
Así -con una camiseta a rayas arremangada y unos shorts por la cintura- recibía la Copa Instituto México. Por aquel entonces, era capitán del Necaxa, equipo del que años más tarde sería hincha el personaje Don Ramón (¡todo un guiño!).
Retrato de su juventud. Roberto antes de actuar, escribió guiones para radio, cine y TV. Fue recién a fines de los 60 que se paró delante de una cámara. De ahí en más surgieron los exitos: El Chavo del 8, El Chapulín Colorado y el show Chespirito.
Durante las grabaciones de El Chavo del 8, Roberto pasó muchas horas dentro de un barril: una barrica de roble francés con capacidad para 225 litros que en el 2012 fue adquirido por una bodega española con el fin de realizar vinos ecológicos.
María Antonieta de las Nieves (La Chilindrina), Ramón Valdés (Don Ramón), Angelines Fernández (Doña Clotilde/La bruja del 71) y Florinda Meza (Doña Florinda) también formaban parte de la famosa «vecindad». Acá, grabando una de sus tantas tomas.
Mientras la fama se agolpaba en su puerta, “Chespirito” -como le decían sus colegas en alusión a “Shakespearito” (pequeño Shakespeare)- disfrutaba de placeres más mundanos como el pasear a caballo.
Un recuerdo de los primeros años del héroe “torpe pero de gran corazón”. El personaje debutó en TV el 3 de diciembre de 1970 y desde entonces fue inseparable de su martillo de goma (más conocido como el «Chipote Chillón»).
Otra toma de la etapa en blanco y negro del Chapulín Colorado, un personaje cuyo impacto cultural continúa vivo: en 2021 incluso llegó como skin a Fortnite celebrando su 51.º aniversario.
¿Y su vida personal? Bolaños estuvo casado con una argentina y tuvo seis hijos antes de comenzar una larguísima relación con Florinda Meza, la eterna «Doña Florinda».
El superhéroe que tenía «pastillas de chiquitolina» y «antenitas que detectaban el peligro» siguió existiendo hasta 1992, cuando tuvo su propio segmento en Chespirito.
Con sombrero y bigotito, Roberto interpretó a Chaparrón Bonaparte en el sketch Los Chifladitos que comenzó a emitirse en los 70 y volvió a lo largo de los 80 y 90 dentro del programa Chespirito.
El médico anciano de bufanda roja y bolsa de papel apareció por primera vez en 1968 dentro de Los supergenios de la mesa cuadrada. De ahí pasó a tener segmento propio y a cruzarse con otras series del autor. Su humor se apoyaba en confusiones lingüísticas, lapsos de memoria y una personalidad áspera que le dio vida durante casi tres décadas.
En junio de 1994, Roberto Gómez Bolaños posó para GENTE reposando su 1.62 m de altura sobre un buzón de cartas de CABA. Sin emoción confesaba que le habían ofrecido puestos políticos pero que no tenía ninguna intención de contemplarlos.
En agosto de 1994, con la revista Billiken en mano, exclamó: «Conocí a Billiken en mi infancia. Yo la leía en aquella época en que no había televisión y los chicos jugábamos mucho en la calle. ¡Sobre todo al fútbol! ¿Qué cómo era en la escuela? Confieso que no era buen alumno, más bien fui decadente».

Fotos: Archivo Atlántida
Recopilación de material de archivo: Gustavo Ramírez

Contacto del Archivo Atlántida: María Luján Novella. Teléfono: +54 9 11 3903-8464
E-mail: [email protected]

Redacción

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