La bahía del Fangar, en el delta del Ebro, es una reserva estratégica para la producción de mejillones y ostras. Las crías de mejillón han encontrado desde hace décadas su refugio en estas aguas, tranquilas y ricas en nutrientes. Pero la emergencia climática se ha convertido en una dura amenaza por culpa de las elevadísimas temperaturas del agua del mar. Cuando parecía que el mejillón podía salvar el verano, la última oleada de calor, con casi dos semanas de ambiente sofocante, ha provocado una enorme mortandad.
“Más del 50% de las crías de mejillón ha muerto”, confirma Gerard Bonet, gerente de la Federació de Productors de Mol·luscos del Delta de l’Ebre (Fepromodel). El momento más crítico llegó en el peor día de la oleada de calor, el pasado domingo, pocas horas antes de que empezase a llegar aire más fresco. La temperatura del agua del mar alcanzó en la bahía del Fangar los 31 grados. Como un mar tropical.
Los productores tendrán que comprar nuevas crías fuera, en Italia o Grecia, lo que disparará los precios
Con estas temperaturas, después de tantos días de oleada de calor, con noches con mínimas de 27ºC en las mejilloneras y más de diez días con el agua como un caldo, las crías de mejillón mueren de forma masiva. Todavía es pronto para realizar una valoración más precisa de la mortandad. En poco días los productores sabrán qué porcentaje de crías ha sobrevivido. Las peores previsiones apuntan a la pérdida de hasta el 80% de las crías.
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Uno de los problemas de la bahía del Fangar es que sus aguas son poco profundas, de un máximo de cuatro metros. Con el calor extremo se convierte en una trampa mortal. Las aguas menos profundas alcanzan las temperaturas más altas. Los productores del delta del Ebro temen que casi todas las crías de los dos primeros metros de profundidad de las mejilloneras han muerto.
Los moluscos que ahora se están criando en la bahía del Fangar se convertirán en mejillones listos para comercializar a partir de la primavera de 2026. En una temporada normal, el delta del Ebro comercializa alrededor de 3,5 millones de kilos de mejillones. El año pasado, ya mermado por el calor, fueron tres millones, con un 30% de crías que se tuvieron que comprar en Italia.
Para no quedarse este curso con menos de la mitad de la producción, una hecatombe para el medio centenar de musclaires , se verán obligados a comprar de nuevo crías en el extranjero.
Una de las dificultades añadidas será el elevado precio al que deberán pagarlas. El coste hasta se triplica. El resultado, una actividad menos rentable que además repercutirá en el precio que deberá pagar el consumidor final en mercados y restaurantes.
La emergencia climática ha convertido en mucho más habitual la masiva mortandad de mejillones en el delta del Ebro. La situación está obligando a buscar soluciones. Cambiar el mejillón por la ostra, que resiste el calor, es una de las alternativas de futuro que ya se han activado.
Los mejillones supervivientes serán llevados en setiembre a la bahía dels Alfacs (La Ràpita), donde el agua y el ambiente son más calurosos, para completar su ciclo de crecimiento. El Fangar era hasta la crisis climática un buen refugio de verano. “El mal ya está hecho”, lamentan.