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domingo, agosto 24, 2025

¿Va a invadir Estados Unidos a Venezuela?

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El ministro de Defensa del
El ministro de Defensa del régimen, Vladimir Padrino López, junto al dictador chavista Nicolás Maduro

Lo que se pretende es que no ocurra. El objetivo es el mismo, el fin, no solo del gobierno de Maduro sino del régimen castrochavista, pero se hace en forma tal que el propósito es máxima presión, pero en lo posible, evitar una acción militar que se prolongue en el tiempo, y si ocurre, que sea de entrada y salida.

¿Es algo nuevo? ¿Una aplicación de la “Doctrina Trump” del uso de la fuerza militar? ¿Una decisión solo para Venezuela que persigue su adaptación a la legislación existente para este tipo de casos?

Me explico.

El primer paso fue la declaración que decía que el gobierno era ilegítimo, ya no más una coalición política, sino un instrumento bajo control de la delincuencia organizada transnacional, el segundo, fue definirlo como un Cartel del narcotráfico, el de Los Soles, cuyo líder era Maduro, a quien se le duplicó a 50 millones de dólares la recompensa por información que conduzca a su captura, estrategia que diera resultado en casos como el de Sadam Husein. El tercer paso se hizo presente cuando se señaló públicamente que el grupo en el poder era, además, un grupo terrorista que desarrollaba una guerra híbrida contra EEUU por distintas vías tales como alianza con Irán y Hezbollah, inmigración masiva ilegal, ser uno de los principales abastecedores de cocaína, utilización del Tren de Aragua como recurso delincuencial contra la potencia.

La recompensa de Estados Unidos
La recompensa de Estados Unidos por la captura del dictador venezolano Nicolás Maduro

El cuarto paso fue de igual o aun mayor importancia, el presidente Trump, el secretario de Estado Marco Rubio, la fiscal general Pamela Bondi, la directora de Seguridad Nacional Kristi Noem, todos quienes tienen algo que decir en este tema han declarado públicamente que Venezuela no tenía presidente, sino que desde el 28 de julio del año pasado, Maduro además de un prófugo de la justicia, era un usurpador después que se robara esa elección, cumpliendo así con la que era y es un requisito legal para poder hacer lo que se está haciendo. ¿Por qué? Porque desde Reagan hay una directiva presidencial que dice que EEUU no puede actuar contra gobiernos legítimamente electos, consecuencia de las recomendaciones del Comité Church, que en 1975-76 revisó en el Senado la intromisión de Washington en la política interna de Chile como también pasó revista a operaciones de inteligencia que incluyeron intentos de asesinatos contra líderes extranjeros, lo que después se reflejó en diversas decisiones políticas.

Es, por lo tanto, un requisito legal para la intervención de la Casa Blanca, lo que se unió a otra declaración de la mayor importancia, Terry Cole, el director de la DEA (la Administración de Control de Drogas) acusó a la dictadura de colaborar con el ELN y las FARC para enviar droga a EEUU, por lo que la definición de Venezuela como un narcoestado en alianza con la guerrilla colombiana tampoco es algo menor, sino de la máxima relevancia por la cantidad de resoluciones y dineros destinados a combatir guerrilla y narcotráfico vía el Plan Colombia, donde entre el 2001 y el 2016, sobre USD 10.000 millones en ayuda fueron entregados, solo superado por Israel en esos años, además que Petro ha hecho mucho por enemistar a la Casa Blanca, unido a otra advertencia importante, la hecha a ciudadanos y residentes de EEUU. para que no viajen a Venezuela por el riesgo de detención ilegal o secuestro, basado en antecedentes reales donde ciudadanos estadounidenses han sido encarcelados solo para extraer concesiones de Washington.

El director de la DEA,
El director de la DEA, Terry Coles, acusó a la dictadura de Maduro de colaborar con el ELN y las FARC (REUTERS/Kevin Lamarque)

Ir contra las drogas utilizando recursos militares no es novedad en EEUU, toda vez que existe una “guerra” contra las drogas al menos desde el gobierno de Nixon, una que acumula muchas más derrotas que éxitos. El narcotráfico, es sin duda, el mayor instrumento del crimen organizado, y no solo en Latinoamérica, ya que ha estado muy presente en Afganistán y en la guerra civil de Siria, siendo un importante instrumento de financiación de Hezbollah, solo por citar un ejemplo en el Medio Oriente, y en la actual relación de la dictadura venezolana con movimientos terroristas, desde los colombianos a los musulmanes, como también con los carteles mexicanos, otra preocupación estadounidense.

Lo que ha variado es que la relación entre crimen organizado y narcotráfico ha pasado a ser quizás el mayor peligro para la democracia en Latinoamérica, con la aparición vía el castrochavismo de los narcoestados, de los cuales Venezuela y el Cartel de los Soles son ejemplos paradigmáticos. Sin perder la democracia, lo habían sufrido antes los colombianos en los 80s como también México en este siglo, sobre todo, con los “abrazos” de López Obrador. Faltaba EEUU, por ello pasa a ser tan relevante que la llamada Doctrina Trump haya definido al crimen organizado transnacional como lo que efectivamente es, una potente amenaza contra la seguridad nacional.

En cierto modo, lo que está pasando con Maduro no es novedad ya que también se intentó en el primer gobierno de Trump, al menos en dos ocasiones. En el año 2018 Washington mantuvo contactos con tres grupos de militares disidentes, pero al final nada se hizo, fundamentalmente por desconfianza que se tuviera éxito debido a que los interlocutores no les parecieron lo suficientemente serios.

EEUU asegura que el dictador
EEUU asegura que el dictador Nicolás Maduro es el líder del Cartel de los Soles (EFE/iStock)

El segundo intento tiene lugar el año 2019, donde al parecer se creía que el 23 de febrero el general Padrino López se movería contra Maduro. En ese sentido, los presidentes Duque de Colombia y Piñera de Chile llegan a la ciudad fronteriza de Cúcuta en lo que sería un gran error de ambos, ya que no le prestaron atención al hecho que Bolsonaro, Macri y otros más cautos se bajaron del viaje, siendo el interlocutor estadounidense con los venezolanos el encargado de Trump para ese país, embajador Elliott Abrams. Al parecer el fracaso se debió a que el ministro de Defensa Vladimir Padrino, en nombre propio y de su grupo se habría arrepentido, ya que no había seguridad que en democracia se le pudiera respetar una promesa de amnistía o indulto por violaciones a los derechos humanos, tema presente en otras transiciones y todavía pendiente en Venezuela.

Hoy, tal como se puede deducir de los pasos dados por la administración Trump, todo indica una mejor preparación, es decir, una elaboración más detallada para generar la caída de Maduro. El tema ya no es más si cae o no la dictadura, sino el cuándo y cómo ello se produce, no si pasa. Es un cambio profundo.

La verdad es que, por demasiado tiempo, EEUU ignoró el hecho que haber perdido no cualquier aliado, sino uno que poseía las mayores reservas de petróleo del mundo, era no solo una fuerte derrota geopolítica, sino que desde Caracas el chavismo fue una amenaza permanente para EEUU y otros países aliados en la región. Sin duda alguna, ahora no se organiza una movilización militar que consulta buques de asalto, tres destructores, más de 4000 tropas de elite, aviones de reconocimiento y submarinos solo para buscar drogas, ya que cuando Washington incurre en ese costo y junta a esta fuerza, es solo en una de tres ocasiones, primero, ejercicios militares con países amigos y/o aliados (ej. OTAN, Operación Unitas), segundo, advertencia para disuadir a un adversario o enemigo (ejemplo, Hutíes, Corea del Norte), tercero, ataque militar (Irak). No es ninguna de estos tres, pero tampoco es un aviso a China o Rusia que no intervengan, ya que nada indica que lo vayan a hacer, aunque seguramente apenas terminen las negociaciones con China por los aranceles, van a tener que discutir con ellos un tema de su seguridad nacional, como lo es el abastecimiento de petróleo.

Fotografía de archivo del portaaviones
Fotografía de archivo del portaaviones estadounidense USS Ronald Reagan (EFE/Jeon Heon-Kyun)

Lo que ha movilizado EEUU puede causar mucho daño, pero es insuficiente para ocupar un país como Venezuela, además de recordar que después que se derrotara con facilidad a Saddam Husein el 2003, hubo caos a partir del día siguiente, por la insuficiente cantidad de tropas que pudieran proporcionar seguridad. Más aún, si se piensa que la invasión de Panamá se resolvió militarmente en minutos, a pesar de ello, si se le suman las distintas acciones de apoyo, se requirió movilizar más de 30.000 efectivos.

En todo caso, la fuerza militar que en esta oportunidad ha sido movilizada, permite un abanico de posibilidades para actuar contra Caracas, por lo que si se la suma la declaración que EEUU se ha movido para tener un total control sobre el Caribe, se ve que se han seguido todos los pasos necesarios para lo más importante para todo presidente, poder decir, que se han cumplido todas las exigencias de la ley estadounidense que permiten el uso de la fuerza militar, que es justo lo que no se quiere hacer, a no ser que sea de entrada y salida, por lo que se está ejerciendo la máxima presión para que el régimen sienta que se le rodea, como también para estimular un golpe interno.

Por lo demás, todo indica que en esta estrategia, hay al menos dos decisiones ya tomadas, primero, que la fuerza a emplear tiene su ubicación y dependencia en el Comando Sur y que ya se ha transitado desde el Título 10 al Título 50, siendo la diferencia que el primero es un uso de la fuerza militar en términos habituales mientras que en el segundo, desde el punto de vista operacional y legal se depende casi exclusivamente de las órdenes del Presidente, tal como ocurriera en dos ejemplos, la eliminación en Irak del General iraní Soleimani el 2020, y en fechas más recientes, los B-2 Spirit que atacaron en junio para intentar eliminar el programa atómico de los ayatolas.

Un bombardero furtivo B-2 Spirit
Un bombardero furtivo B-2 Spirit de la Fuerza Aérea de Estados Unidos escoltado por cuatro cazas F-22 Raptor (REUTERS)

Lo que está teniendo lugar, en ningún caso es una repetición de Panamá 1989, ya que no se debe olvidar, que, aunque allí hubo comandos aerotransportados, en ese país había tropas estadounidenses por el Canal, por lo que el derrocamiento de Noriega no fue exactamente igual, toda vez que además el ejército panameño era más bien una fuerza policial, tanto que fue disuelto.

En todo caso, ya se nota el aislamiento internacional, no solo con China o Rusia, sino también en las reacciones de aliados como Petro y Lula, toda vez que ya han salido de esos países dos mentiras, el gobierno colombiano diciendo que “jamás” ha habido un acuerdo fronterizo con Venezuela, comparable a lo que salió de Brasilia, en el sentido que “nunca” se habría reconocido a Maduro como presidente.

Sobre todo, coincide con los inicios de un ciclo político que se mueve hacia la derecha en Latinoamérica, con el resultado electoral en Bolivia y uno parecido que podría darse en la elección chilena de noviembre, como anticipo de otros comicios. La pregunta es si será indicativo de un cambio a nivel regional, de lo cual tengo dudas, ya que al menos hace poco la OEA quedó desfasada, al elegir por mayoría para la secretaria general a quien representa la posición más cercana y dialogante con el régimen de Maduro, además que ni siquiera en EEUU se sabe si esto es una sola operación o el inicio de una nueva política hacia la región.

En todo caso, por algo EEUU es superpotencia, tanto a nivel mundial como al parecer también regresa en esa calidad para la región, ya que el cambio en la actitud geopolítica está teniendo consecuencias no solo para Venezuela, siendo notorio que también podría alcanzar al sur de América, ya que la preocupación a la vez con el Atlántico Sur y con la penetración china, abre una ventana de oportunidad que Argentina y Milei conversen el tema Malvinas con el Reino Unido, esta vez, con la posibilidad que participe la Casa Blanca, que por rara vez no está hoy en piloto automático con Londres.

- Foto de archivo (1985)
– Foto de archivo (1985) del ex general panameño Manuel Antonio Noriega. EFE. Archivo

Por otra parte, regresando a Venezuela, hay que considerar también cuán importante es para la dictadura madre, la cubana, que, para todos los aspectos prácticos, controla las decisiones importantes desde La Habana. Sin embargo, no es fácilmente transferible a la isla la realidad venezolana, ya que Cuba no es igual, desde el momento que es distinta a cualquier otra dictadura latinoamericana, debido a que con la total falta de libertades se acerca más bien a Corea del Norte, por lo que más que un proceso, probablemente vivirá un colapso.

No se sabe si esta estrategia por parte de EEUU consulta o no impedir en el futuro la subversión o desestabilización que ha sido patrocinada en la región por el Foro de Sao Paulo o el de Puebla. También se ignora si habrá una propuesta política de Washington, ausente desde hace tiempo, primero por la petición de la región a Obama de dejarla resolver sus propios problemas y en cambio las dictaduras aumentaron en vez de disminuir, además, que no volvió a haber una propuesta bipartidista desde la que hicieran Bush padre y Clinton y que se materializó en la primera Cumbre de las Américas en Miami 1994, la de un mercado común, y que la región terminara rechazando en Mar del Plata.

¿Podrá Marco Rubio generar una propuesta bipartidista para la región en el futuro cercano? Difícil, desde el momento que hoy EEUU carece de una ni siquiera para Ucrania o Israel. Durante demasiado tiempo, hubo mensajes confusos desde Washington si el petróleo o la democracia era lo más importante, aumentado por la devolución del testaferro Alex Saab y los narcosobrinos, pero ahora aparece la novedad, que después de muchos años, EEUU vuelve a considerar a Latinoamérica como una área sensible para su seguridad nacional.

El testaferro de Nicolás Maduro,
El testaferro de Nicolás Maduro, Alex Saab (REUTERS/Leonardo Fernández Viloria)

La verdad es que, por ahora, lo que está ocurriendo frente a Venezuela, tiene dos presupuestos que deben ser aceptados para entender mejor lo que está pasando, por un lado, que EEUU no desea invadir como también que no desea un compromiso de largo plazo que sea costoso en dinero, y para ello, en segundo lugar, exhibe las capacidades de las que dispone, anteriormente mostradas en la exitosa extracción de los refugiados venezolanos en la embajada argentina en Caracas, de la cual el régimen solo se enteró cuando ya estaban fuera del país.

Por ahora se percibe miedo en el régimen, también aparecen purgas a su interior, además de respuestas absurdas como el anuncio de la movilización de 4 millones de milicianos (ni China tiene tantos) o la actual prohibición de drones en el aire, como si los de uso militar no atacaran desde bastante más arriba. Más importante es saber si saldrán los venezolanos a las calles, pregunta clave por las características de esta intervención estadounidense, lo cual inevitablemente lleva a preguntarse qué está pasando con la oposición, si ¿está penetrando su discurso en las fuerzas armadas? ¿En el apoyo civil que todavía mantiene el chavismo? ¿Qué tipo de transición se propone? Sin duda, en esta escalada, en este libreto paso a paso, que disciplinadamente está siguiendo, EEUU está demostrando el aprendizaje que hizo de los fracasos de 2018 y 2019, pero ¿habrá hecho su propio aprendizaje la oposición democrática venezolana de varios fracasos anteriores?, toda vez que la estrategia seguida por EEUU frente a las costas venezolanas deja amplio margen para la acción política, es decir, para aprovechar lo que ya ocurrió, la pérdida del miedo, que es siempre el punto de partida de un proceso de transición a la democracia, donde se debe saber combinar “el temor del que sale con la impaciencia del que entra”, en el decir del ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti.

La gran incógnita: ¿saldrán los
La gran incógnita: ¿saldrán los venezolanos a las calles y qué ocurre con la oposición? (AP Foto/Ariana Cubillos)

La operación de EEUU tiene cosas de guerra hibrida en lo psicológico y el escenario actual es distinto a lo de otros años, pero por lo mismo no se debe fracasar. El 28 de julio el pueblo venezolano cumplió, se sacudió del miedo y el desencanto, acudiendo a votar.

Hoy no se requiere en Venezuela una oposición armada, sino una presencia que transmita para toda la orfandad de Maduro, lo que se logra tanto con calles llenas como con calles totalmente vacías. Ninguna transición es un lecho de rosas, vienen decisiones difíciles por delante, partiendo por temas como si habrá juicios, incluyendo cosas que pasaron en derechos humanos, la entrega del país a la dictadura cubana, enriquecimientos ilícitos surtidos, la deuda con China y Rusia, todo ello es necesario, pero la pregunta es una que necesita una respuesta política ¿hasta dónde, hasta que nivel? EEUU probablemente se limitará a Maduro, Cabello, Rodríguez, Padrino y pocos más, pero la pregunta es para la oposición democrática, por lo que ahora adquiere importancia para saber qué decisión tomaran muchos en estos días en las fuerzas armadas.

Máster y PhD en Ciencia Politica (Essex U), Licenciado en Derecho (U. de Barcelona), Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial (Chile, 2013)

Redacción

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