El gobierno de Javier Milei vivió en los últimos días una de sus semanas más complejas desde que llegó al poder. Como un boxeador que dominaba la pelea pero bajó la guardia, recibió una serie de golpes que lo obligan a recalcular su estrategia.
En el Congreso la oposición, liderada por el kirchnerismo, rechazó en Diputados y en el Senado el veto presidencial a la ley de emergencia en discapacidad y desactivó cinco decretos que afectaban organismos del Estado. Además, convirtió en ley el financiamiento universitario y la emergencia pediátrica.
La única victoria oficialista fue sostener el veto al aumento del 7,2% a jubilados, con apoyo de gobernadores a cambio del reparto automático de Aportes del Tesoro Nacional (ATN). Sin mayorías propias, Milei depende de acuerdos frágiles con el PRO y sectores del radicalismo.
Sin embargo, el golpe más duro llegó desde adentro: la difusión de audios del entonces titular de la ANDIS, Diego Spagnuolo, describiendo un sistema de coimas con droguerías como la Suizo Argentina. En los registros, incluso asegura haber informado el año pasado al propio Milei, mencionando a su hermana Karina y a Eduardo «Lule» Menem.
La revelación dejó al Gobierno en estado de shock. Spagnuolo fue rápidamente desplazado, pero el silencio presidencial generó interrogantes: si el mandatario estaba al tanto, ¿por qué no denunció el sistema?
En la Casa Rosada se discuten salidas: desacreditar a Spagnuolo, denunciarlo por omisión judicial o deslindar responsabilidades en otros actores. El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, apuntó a la vicepresidenta Victoria Villarruel como quien buscó vincular directamente al Presidente con el caso.
Mientras tanto, la Justicia avanza: el juez Casanello secuestró celulares y dispositivos de los implicados y ordenó la detención de Emmanuel Kovalivker, ligado a la droguería, con 266 mil dólares en su poder.
Cristina Fernández de Kirchner y el PJ aprovecharon el escándalo para golpear al Gobierno, mientras la oposición parlamentaria se fortalece. Pero la crisis también amenaza al propio peronismo, ya que la causa del fentanilo contaminado involucra actores vinculados a gestiones anteriores.
Con elecciones legislativas en el horizonte, Milei enfrenta un doble desafío: recomponer poder en el Congreso y contener el desgaste que provoca un caso de corrupción que roza su círculo íntimo. Por ahora, la estrategia oficial es el silencio.