
El Día del Pinot Noir se celebró la semana pasada en todo el mundo y Neuquén no se quedó atrás. Esta cepa, que expresa como pocas el alma del terruño, encontró en la Patagonia un lugar privilegiado para desplegar su carácter. El viento constante, la amplitud térmica marcada y el suelo pedregoso engrosan la piel de la uva y concentran aromas que definen un vino inconfundible. El Pinot Noir se consolidó como el vino bandera neuquino y la invitación es clara: ir a probarlo en las bodegas que hoy abren sus puertas al turismo.
La enoexperiencia neuquina va mucho más allá de la copa: son paisajes, historias, gastronomía y hospitalidad. Cada recorrido ofrece la posibilidad de conectar con la esencia de la tierra, donde el vino se convierte en narrador de la cultura patagónica. Desde el viento del norte hasta el sol del valle, el Pinot Noir se abre camino con fuerza propia y promete seguir sorprendiendo.
Antes de dejar la capital neuquina, una parada urbana se impone. Mabellini Wines, con espíritu joven y raíces familiares, inauguró un nuevo capítulo en la escena local. La bodega, que tuvo su primera cosecha en 2021, ofrece degustaciones en un entorno moderno y cálido. Con un quincho diseñado para grupos pequeños, la experiencia se vuelve íntima y gourmet. “Las visitas fijas estarán listas en noviembre, cuando terminemos un espacio pensado especialmente para recibir turistas. Por ahora armamos degustaciones y almuerzos a medida”, adelanta Carlos Mabellini, su creador.

Las viñas de Neuquén datan de 2017, pero la historia se enlaza con una chacra de 20 hectáreas en Mainqué, plantada en 1920. “Tiene hasta una bodega adentro, de 1912, que no se usa. Esa chacra fue de la familia Verdeccia, luego se la vendió a Manuel Sáenz, y en el 2000 la compra Kamada, un japonés que me la vende a mí en 2020”, cuenta Carlos. Hoy todo se procesa en la bodega de Neuquén.
El Chañar y el norte
El epicentro de la enología neuquina es San Patricio del Chañar, a solo una hora de la capital. Allí se concentra la mayor densidad de bodegas abiertas al turismo y, actualmente, dos de ellas ofrecen visitas guiadas.
La Bodega Familia Schroeder integra arquitectura, historia y paisaje en una visita inolvidable. Construida contra la barda, su estructura ofrece degustaciones premium y una experiencia sensorial que recorre todos los sentidos. Además, cuenta con un restaurante que abre de miércoles a domingo y feriados, de 12 a 15.30, con una agenda de actividades pensadas para el visitante.

En 2002, durante las obras para los cimientos, los trabajadores se toparon con una “piedra rara”. Lo que parecía un obstáculo resultó ser un tesoro paleontológico: un húmero, costillas y vértebras de la cola de un dinosaurio hasta entonces desconocido. El mayor orgullo de la bodega es la Cava del Dinosaurio, un pequeño museo construido en el lugar exacto donde se hallaron los fósiles del Panamericansaurus schroederi, un saurópodo herbívoro de 75 millones de años.
“Contamos con visitas guiadas todos los días, de lunes a domingo. Tenemos cuatro turnos disponibles a las 11, 12, 14 y 15.30, y trabajamos con reserva previa”, aseguró Belén del Moral, gerente de turismo. El valor de la visita sin degustación es de $10.000 (menores de 12 años no pagan). También cuentan con un recorrido con degustación de cinco etiquetas, a un valor de $15.000.
Malma, propiedad de la familia Viola, sorprende con un enfoque enológico moderno y una propuesta turística cuidada: visitas guiadas con o sin degustación, cata de etiquetas exclusivas y una apuesta permanente por resaltar el terruño patagónico.

“El recorrido por nuestra bodega comienza con la historia de Malma, luego se recorre el sector de tanques con una explicación del playón de vendimia y el proceso de vinificación. Después pasamos al sector de barricas y finalizamos con la degustación de nuestras líneas”, comentaron desde la bodega. Hoy, tienen una degustación especial por la semana del Pinot Noir.
Se puede visitar de lunes a viernes de 9 a 16, y sábados, domingos y feriados de 11 a 17. Los recorridos salen cada una hora y duran 40 minutos. El valor con degustación es de $13.000 por persona; sin degustación, $9.000 (solo abonan mayores de 18 años).
La ruta del vino también llega a Chos Malal, en el norte neuquino, donde la bodega Des de la Torre marca un hito: es la primera de la zona. Allí, un suelo calcáreo marino da origen a vinos únicos y a una historia que traspasó fronteras: una de sus botellas llegó al Vaticano y conquistó al propio Papa Francisco. Su línea Criolla de Pueblo rescata uvas de antiguos parrones, y la visita permite conocer una vitivinicultura profundamente identitaria.

Inaugurada en 2008, Des de la Torre ya transita su cuarta generación de viñateros, que trabajan y elaboran en un ámbito ideal para la producción de uvas y vinos, con una impronta local que buscan mantener contra viento y marea.
“Nosotros hacemos visitas guiadas, siempre con reserva previa, porque las hacemos nosotros mismos. Son gratuitas y estamos habilitados por Turismo para realizarlas, así que está todo en condiciones para que vengan a conocernos”, contó Nicolás De la Torre, uno de sus dueños. La bodega está ubicada en el casco urbano de Chos Malal, a un costado de los barrios, donde posee una hectárea y media de viñedos, más otras 10 hectáreas a 5 km de la localidad.
En cada rincón de la provincia, el Pinot Noir es mucho más que un vino: es paisaje, memoria y presente. Brindar con una copa de esta cepa es también brindar por Neuquén y por la Patagonia.
Cómo hacer reservas y dónde quedan las bodegas
Mabellini Wines: Está ubicada en Copahue 2700, de Neuquén. Contacto: @mabelliniwines
Des de la Torre: Está ubicada sobre la margen izquierda del río Curí Leuvú y el río Neuquén, en Avd. Primeros Constituyentes 700. Chos Malal. Contacto: 2948421022 / 422 442.
Malma, propiedad de la familia Viola. Está ubicada sobre la Ruta provincial 7 y Picada 15, Tratayén. Contacto: 0299 536-2700.
Familia Schroeder: Está ubicada en Calle 7 Norte de San Patricio del Chañar, a sólo 60 minutos de la ciudad de Neuquén. Contacto para reservas: 2994548920 o [email protected]
