Serán días largos en Venecia, con divos que llegan, manifestaciones por Palestina y centenares de películas entre polémica y polémica. En el Lido los montadores trabajan sin pausa y con cierta ansiedad; las cajas de prosecco, que se produce a 60 kilómetros de aquí, se descargan a pocos metros de la alfombra roja. “Harán falta muchas para sobrevivir”, bromean dos azafatas listas para enfrentarse a la habitual invasión variopinta: desde George Clooney, que ha llegado con antelación desde su villa en el lago de Como, hasta los jóvenes fans (no se sabe muy bien de quién) que por las dudas se instalan frente a la alfombra roja. “También vendrá Kim Kardashian”, era el último rumor que circulaba anoche. En la playa, frente a las cúpulas neobizantinas del hotel Excelsior, todavía predominan los venecianos, que corren el riesgo de una enésima extinción, esta vez provisional.
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