El Global Peace Index 2025 llegó con un mensaje incómodo: la paz mundial se encuentra en su nivel más bajo desde la creación del indicador. En ese escenario, América Latina refleja con claridad el contraste de un continente dividido. Mientras algunos países lograron escalar posiciones y consolidar cierta estabilidad, otros cayeron en espirales de violencia y fragilidad que los colocan entre los peores del mundo.
La paz global en caída libre

El estudio elaborado por el Institute for Economics & Peace mide la paz en 163 países a través de 23 indicadores, que incluyen conflictos internos, seguridad social y niveles de militarización. El resultado global fue preocupante: en 2025 la paz se deterioró un 0,36% respecto al año anterior, profundizando una tendencia negativa que se arrastra desde 2014.
Hoy existen 59 conflictos estatales activos, la cifra más alta desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Solo en 2024, estos enfrentamientos dejaron más de 152.000 muertes. El informe también revela un impacto económico enorme: la violencia le costó al planeta 19,97 billones de dólares, el 11,6% del PIB mundial.
Los cuatro países que resistieron
En medio del deterioro, Argentina, Uruguay, Costa Rica y Chile se destacaron como los países más pacíficos de la región. Argentina alcanzó el puesto 46 del ranking, Uruguay el 48, Costa Rica el 54 y Chile el 62.
Estos casos no son casuales. Se trata de países con menores niveles de violencia armada en comparación con el resto del continente, marcos institucionales más estables y una capacidad relativa para contener la presión de conflictos internos. Aunque ninguno figura entre los 40 más pacíficos del mundo, su posición marca un contraste claro con el resto de Latinoamérica.
Los que se hundieron en la clasificación

En el otro extremo, Haití, Colombia, Venezuela y México aparecen en los últimos lugares del índice. Haití ocupa el puesto 141, en medio de crisis humanitarias y colapso institucional. Colombia (140) sigue atrapada por dinámicas de violencia interna. Venezuela (139) enfrenta tensiones políticas y sociales crónicas, mientras México (135) continúa marcado por la violencia del crimen organizado.
Estas posiciones reflejan una región fracturada, donde los esfuerzos por garantizar la paz avanzan a un ritmo desigual y, en muchos casos, insuficiente frente a realidades persistentes de violencia.
Una paradoja regional
El informe concluye que el mundo atraviesa un punto de inflexión. En América Latina, la paradoja es evidente: un puñado de países avanza en la construcción de paz, mientras otros se hunden cada vez más en la inestabilidad.
En esa dualidad se juega el futuro de la región. La pregunta no es solo quién lidera la clasificación hoy, sino quién logrará sostener su estabilidad en un planeta donde la paz se erosiona con la misma rapidez con la que crecen los conflictos.