El primer ministro británico Keir Starmer se enfrenta a la mayor crisis de su Gobierno desde que llegó a Downing Street hace poco más de un año, con la dimisión de su número dos, Angela Rayner, por no haber pagado los impuestos que le correspondían por la compra de un apartamento. Todo ello, cuando su popularidad ya estaba por los suelos, y el líder ultraderechista Nigel Farage goza de una ventaja de hasta quince puntos en los sondeos. El Reino Unido entra en un terreno completamente desconocido, en el que no se puede descartar por completo la conquista del poder por el neofascismo.
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