El término icono de estilo se ha distorsionado a lo largo de la historia. Hoy en día, el título se lo conceden a cualquier joven que vista con gracia y tenga una cantidad considerable de seguidores en las redes sociales. Pero para Erea Louro, autora del libro Iconos de estilo: de Cleopatra a Zendaya , las que realmente trascienden a su época evidencian ciertos rasgos en común poco habituales en la sociedad y su influencia va mucho más allá de la moda.
“En el libro hablo de veinte mujeres que incluso llegaron a representar un cambio generacional o una revolución histórica, y lo que todas ellas tenían en común es que su estilismo no era casual, sino que respondía a un objetivo, transmitía un mensaje concreto”, reconoce la escritora, y ejemplifica algunos de ellos: “Audrey Hepburn, que encarnaba la elegancia de sus personajes; Brigitte Bardot, que utilizaba la moda como símbolo de rebeldía, como Louise Brooks, que era una flapper de principios del siglo XX y representaba, por tanto, a toda una generación de mujeres independientes, y Coco Chanel –la única diseñadora de moda del libro–, que, además de icono de estilo, rompió los códigos de vestimenta que constreñían a las mujeres. Todas ellas tienen en común una intención tras su imagen”.
Louro: “El 90% de estas mujeres sufrieron muchos problemas de ansiedad y depresión por culpa de la fama”
Personajes como Cleopatra o María Antonieta son sin duda las primeras iconos de estilo de la historia. A nuestros tiempos han llegado mitificados sus rituales de belleza, su pasión por la moda y su amor por la artesanía y los tejidos nobles. De hecho, señala Louro, otro de los rasgos distintivos para identificar prematuramente a un icono de estilo es que esta sea o haya sido criticada socialmente y estéticamente señalada. “Todas esas mujeres, de profesiones muy diferentes, siempre recibían reproches, primero por su vida amorosa y después por cómo vestían. María Antonieta es el ejemplo más claro, la llamaban la despilfarradora, y también le ocurrió a Eugenia de Montijo, quien en realidad era una mujer muy cauta con lo que compraba y lo que hacía”, explica la especialista, y reconoce que su libro es una manera de reescribir su historia. “Me impactó conocer la vida de Louise Brooks, una actriz rebelde que desafió los estándares de Hollywood. La industria boicoteó su carrera, lo que la llevó a trabajar en el cine experimental europeo. Sin apoyo al regresar, terminó marginada y viviendo en la calle.

Elizabeth Taylor en el papel de Cleopatra, una de sus interpretaciones más icónicas
La sociedad fue especialmente dura con Cléo de Mérode, ahora olvidada por muchos, pero calificada en la belle époque de la mujer más bella del mundo”, analiza Louro, que dice que, a causa de los maliciosos rumores de la alta sociedad, la bailarina era apodada Cleopóld –se decía que tenía una aventura con Leopoldo II– e incluso tuvo que mostrar sus orejas porque la prensa aseguraba que se recogía el pelo con un moño para ocultar el hecho de que no las tenía. “El 90% de las mujeres que aparecen en el libro sufrieron muchos problemas de ansiedad y depresión. La fama, sobre todo para las mujeres, ha sido muchos años difícil de gestionar. Fíjese en la historia de la princesa Diana y la de Brigitte Bardot”, asegura.
Zendaya cierra el cerco de esta veintena de mujeres poderosas. Un icono, según Louro, de la actualidad por su camaleónico estilo: “Hay algo dentro de ella que transmite, manda mensajes a través de su ropa e incluso su pelo, que lo luce afro, al natural, en alfombra roja a pesar de las críticas que recibe por ello”, asegura, y augura un nuevo icono para el futuro, una mujer que ya lo fue por razones equivocadas en el pasado y que ahora resurge como nuevo referente. “Pamela Anderson es icono de una época en la que estaban en pleno auge las operaciones estéticas y los retoques. Vivió su fama con mucha presión. Ahora es distinta, no reniega de su pasado, pero se muestra más natural, sin maquillaje, y su vestimenta es más elegante”, sentencia.