Este martes está prevista una reunión entre el Govern, Renfe y Adif para discutir sobre la situación de Rodalies. No sería noticia –Generalitat y operadores públicos se ven de manera recurrente– si este encuentro no lo hubiera convocado el mismísimo Salvador Illa. Fue el 26 de agosto cuando el president, tras unos días funestos en la red ferroviaria catalana, citó a ambas empresas dependientes del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible para exigir medidas “urgentes, contundentes y estructurales”. Sin ánimo de subir la temperatura de esta cumbre, este diario ha analizado al detalle el comportamiento de algunas líneas (R4, R2Sud, R3, R1 y R2 Nord) durante los meses de julio y agosto. La conclusión más llamativa es que, según los datos que publica Rodalies en los perfiles de cada trazado en la red social X, no ha habido un solo día en el que todo haya ido bien. Han padecido 249 percances imprevistos, es decir, no vinculados a las obras que se están ejecutando para que en dos años –esa es la previsión– se note una mejora del servicio. En estas nueve semanas, además, se han cancelado 1.500 trenes. ¿Muchos? ¿Pocos? Veamos.
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Un poco de contexto antes de entrar en materia. En un día laborable, los 1.200 kilómetros de red ferroviaria catalana albergan unas mil circulaciones que transportan a cerca de 410.000 viajeros. Suben y bajan en 202 estaciones repartidas por 166 municipios de toda Catalunya (obviaremos el déficit de servicio en algunas comarcas, como Baix Empordà, Berguedà o Garrotxa). Son 300.000 servicios al año que suman 26,5 millones de minutos y 127 millones de usuarios. A esto hay que añadirle los 6.300 millones que deberían invertirse antes de 2030 para corregir las décadas de olvido público que han dado como resultado una infraestructura frágil y fallona y unos trenes anticuados y vulnerables. En resumen: gestionar Rodalies no es plato de buen comer.

Aglomeración de viajeros, en la estación de Sants
Andrea Martínez
Las cerca de 250 incidencias detectadas en estos dos meses se distribuyen de la siguiente manera: 84 en la R3, 53 en la R2Sud, 46 en la R1, 45 en la R4 y 21 en la R2Nord. De haber incluido el resto de Rodalies (R2, R7 y R8) y los trenes de Regionals del sur (R13, R14, R15, R17 y, sobre todo, la R16 que va a Tortosa, además de la R11 que sube a Portbou) la cifra de percances ferroviarios habría sido por supuesto muy superior. Con todo, se entiende mejor que el ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, admitiera el jueves en el Congreso de los Diputados que Rodalies es la red ferroviaria ”más deteriorada y la que peor trato ha recibido”.
El balance
Las líneas R1, R2Sud, R2Nord, R3 y R4 acumulan en estos dos meses un total de 250 percances imprevistos
Si se miran las causas, los fallos vinculados con los trenes ganan por goleada (166), seguidos de las averías en la infraestructura ferroviaria y en estaciones (73) y los errores operativos (20). En menor medida también aparecen la meteorología y los incendios (11), los atropellos (5), las indisposiciones de pasajeros que obligan a parar el convoy (5) y el vandalismo (3), que tanto puede ser un grafitero, el lanzamiento de una piedra o un gamberro que tira de la palanca de emergencia del vagón.

Usuarios de la red ferroviaria, el viernes, en la estación de Sants
Miquel Gonzalez / Shooting
La línea de vía única que sube a Vic, Ripoll y Puigcerdà es de lejos la que más problemas concentra, sobre todo los relacionados con los fallos en los trenes (66). A este trazado se le vienen encima 16 meses de corte a partir del 27 de septiembre. En este casi año y medio se culminará el desdoblamienteo de vías entre Parets y la Garriga, una obra que va camino de acumular dos años de retraso y que ya tuvo una primera fase de cinco meses desde octubre de 2023 hasta febrero de 2024. El proyecto obligará a desplegar el plan alternativo de transporte más importante de la historia de Renfe. Algo más de 56 millones de euros y una planificación de autobuses que a 20 días del inicio todavía tiene que concretarse.
Para tratar de atajar los problemas relacionados con el parque móvil, Renfe anunció a finales de 2023 la compra de un centenar de trenes (finalmente serán 110 y 72 se construyen en la fábrica de Alstom en Santa Perpètua de Mogoda) para Rodalies y Regionals que deberían empezar a llegar en 2026.
Farolillo rojo
El trazado que sube a Vic es el que más problemas concentra, sobre todo por los fallos en los convoyes
Una necesaria renovación a la que deberá seguir la consecuente ampliación de plantilla para que no falten maquinistas. No vendrá mal la combinación de ambos factores –añadan el traspaso total de competencias a la Generalitat–, puesto que, según ha podido saber La Vanguardia, en julio se cancelaron mil trenes, mientras que en el mes de agosto fueron la mitad, 500. Son cerca de 1.500 servicios previstos que no circularon, el 2,6% de la oferta total programada para estos dos meses.
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Carlos Márquez Daniel

Anna Gómez, portavoz de la asociación Dignitat a les Vies, que opera sobre todo en Tarragona, habla de un verano de lluvia sobre mojado. “Venimos de una situación muy mala que se ha agravado con muchos trenes con el aire acondicionado estropeado y con vagones a reventar en determinados momentos del día con los turistas que quieren ir a las zonas de playa. No vamos a mejor, todo lo contrario. Y cada vez se ve menos gente en Rodalies porque se hartan y se pasan al bus o al coche”.

Un tren sale de la estación de Francia
David Zorrakino / Europa Press
Aporta un testimonio similar Marc Janeras desde la entidad Perquè no ens fotin el tren, centrada en la R3. El corte que ya vivieron entre 2023 y 2024 se llevó a muchos viajeros por delante que no han regresado al tren. “No tengo la sensación de que el verano haya sido peor porque ya estábamos fatal”, resume este activista. Se queja, sobre todo, de la “falta de fiabilidad que se mantiene durante todo el día”, ya que al ser un recorrido de vía única, cualquier afectación –y son diarias– tiene un efecto dominó en todo el trazado. Sobre las obras que están por venir, comparte “la paradoja de que son una molestia que a la vez esconde una gran esperanza”, ya que doblar la vía (en una década se espera lograr el tramo Montcada-Vic) dotará a la R3 de más capacidad de reacción en caso de incidencias.
Desde Salvem l’R2Nord ya no ven las cosas tan negras como meses atrás. Un grupo de usuarios crearon hace seis meses esta asociación tras constatar que la línea “iba peor que nunca”. Ahora, sin embargo, un portavoz asegura que las cosas han ido “un poco a mejor”, aunque se siguen cancelando trenes y se echa de menos puntualidad. A la vista de los datos, el pan de cada día en Rodalies.