En el medio de un gran momento personal, de mucho crecimiento profesional, Grego Rossello frena un momento y reflexiona con Revista GENTE sobre su presente y aquellas cosas que le permiten mirar hacia adentro y reconectar con lo importante: su familia. Su agitada agenda, entre programas de streaming, su formato propio –Ferné con Grego-, las redes sociales, viajes a diferentes partes del mundo y shows de stand-up, muestra una personalidad abocada fuertemente al trabajo.
“Soy bastante workaholic, aunque la gente piensa lo contrario”, admite Grego. Es por eso que, en este contexto, la familia se convirtió en su refugio. “Trato de ir una vez por semana a comer con mis viejos, preguntarle a (mi hermano) Simón cómo le está yendo en el colegio, que mi hermana cuente algo de su laburo, mi papá también, Jaime (otro hermano) con la música. Ahí me olvido un poco y también descargo”, cuenta.
A sus 34 años, Grego reconoce que el vínculo con su familia cambió profundamente. “Hace un par de años pasó a ser prioritario. En los primeros cinco años de este camino te alejás un poco, te encerrás en tu locura, en sostener la fama, el trabajo. Pero me di cuenta de que cuando me alejé me hacía mal, que los necesitaba. Probablemente yo más a ellos que ellos a mí”, reflexiona.
La familia Rossello está compuesta por sus padres, Mercedes y Gregorio, y cinco hermanos –Facundo, Gloria, Grego, Jaime y Simón-, quienes en más de una ocasión han mostrado, a través de las redes del conductor, la unión que los caracteriza. “Tenemos nuestros quilombos por cinco, imaginate. Siempre alguno está bien y alguno está mal, porque la vida es así y somos muchos. Pero siempre estamos para el otro, y eso está buenísimo. Me hace muy bien, me importa estar para ellos y me siento contenido por ellos también”.
El mayor de sus hermanos vive en Miami junto a sus dos hijos, y Grego intenta ser un tío presente. “Voy bastante seguido. Hago un Fernet con Grego allá, los visito, salgo un poquito. Me queda el combo divertido”, dice entre risas. En el otro extremo está Simón, el menor, que tiene 16 años. “Era el bebé de mis videos. Ahora me saca una cabeza, literalmente, y está viendo qué va a estudiar en la facultad. Es de locos”.
Con Gloria, su única hermana mujer, Grego construyó una amistad adulta. “Charlamos muy seguido”, cuenta. Y con Jaime, de 20 años, que hace música, tiene una relación especial. “Tenemos laburos parecidos. Yo trato de aconsejarlo mucho, él a la vez es muy sabio. Los pendejos vienen muy capos. Me protege mucho, ve cosas que yo no veo. Me dice ‘te están usando, avivate’, y me da mucha ternura”.
La admiración por sus hermanos menores también se traduce en aprendizajes. “Ferné con Grego nace como una recomendación de Simón, cuando tenía 11, y termina de armar el formato con Jaime. En tecnología y comunicación hay que mirar para abajo. En moda también. Ellos saben qué va, y le agradezco a los dos, porque hoy estoy viviendo de esa idea que me dieron ellos”.
Uno de los momentos más emotivos que Grego compartió fue el viaje con su mamá a Nueva York, donde asistieron juntos a una premiere en la que tuvieron un contacto directo con Brad Pitt. “Había hecho un video muy lindo en el que le digo que viaje conmigo. Me preguntó si me iba a divertir con ella. Al día siguiente me dijo ‘si lo hiciste para las redes y yo no viajo, no pasa nada’. Y yo pensé: ¿voy a ser tan hijo de puta de fingir para redes? Me sorprendió que pensara eso, pero claro, le parecía raro”.
La experiencia fue inolvidable. “Era todo Times Square cortado, iban los 20 pilotos de la Fórmula 1, Brad Pitt, Javier Bardem… todos los amores de mi madre. Mi viejo estaba celoso, nos toreó: ‘A ver si los conocen’”, recuerda entre risas. Y sí, lo conocieron. “Fuimos al after party, pensé que iba a haber seguridad, pero no había nadie. De repente estaba Brad Pitt al lado. La que faltaba era mi vieja, que se había perdido entre la gente. La llamé, apareció, lo encaró. Le dijo: ‘Me emocionó tu película, soy psicóloga y me hiciste llorar’. Fue espectacular”.
Pero más allá del glamour, el viaje significó algo más profundo. “Me sentí por primera vez adulto con mi vieja. Le pregunté cuáles eran sus temas, qué la aquejaba. Porque si no, la madre siempre está preocupada por el hijo. En algún momento eso se tiene que igualar. Uno tiene que crecer. Y ese viaje se trató de eso. De que ella disfrute. Mi mamá tiene cinco hijos, vive preocupada. Entonces fueron cuatro días en los que me ocupé de que la pase bien, por encima de mi contenido, de mi laburo, de todo”.
La anécdota también permitió que su madre conozca de primera mano el «detrás de escena» de la creación de contenidos en redes sociales, con un Grego editando de madrugada la situación vivida momentos antes. “Estábamos en un lugar increíble de Nueva York, y ella me insistía en que me divierta y tome un trago, y yo le decía ‘mamá, estoy editando’. ‘Pero son las 2 de la mañana’, me insistía y yo le explicaba: ‘Pero si lo subo mañana no funciona como si lo subo ahora’”. “La gente dice ‘se fue a tomar vino y a ver a Brad Pitt’, pero vivir esto y contarlo así en redes tiene un nivel de estrés que no se ve tanto del otro lado”, concluye.
