En una decisión inédita, los empleados de SanCor votaron por unanimidad solicitar la quiebra de la empresa en el concurso que tramita en Rafaela. Reclaman salarios impagos y advierten que el 90% de las plantas están paralizadas. La medida apunta a sostener la producción y preservar los puestos de trabajo.
La cooperativa láctea SanCor, fundada en 1938 y durante décadas líder en el sector, atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia. Tras años de intentos fallidos de reestructuración y en medio de un concurso de acreedores sin avances, los trabajadores nucleados en ATILRA resolvieron por unanimidad en asamblea pedir la quiebra de la empresa.
La presentación será formalizada en el juzgado de Rafaela, donde se tramita el proceso concursal. No implica un cierre inmediato, sino la figura de quiebra con continuidad de la explotación, lo que busca preservar fábricas y puestos laborales mientras se exploran alternativas de gestión o ingreso de inversores.
Los empleados remarcaron que la empresa adeuda salarios desde abril, aguinaldos y aportes sociales, acumulando un pasivo laboral superior a $14.000 millones en cinco meses. Además, SanCor reconoce 1.860 créditos laborales preconcursales por unos $69.000 millones, sin responder a más de 2.500 intimaciones de pago.
La producción se redujo a niveles mínimos: apenas 50.000 litros de leche diarios, cuando supo procesar millones. Hoy el 90% de las plantas están paralizadas, con excepción de la de Devoto (Córdoba), que funciona parcialmente gracias a un acuerdo con Elcor, dueña de la marca Tonadita. En el último año se perdieron 500 empleos y la nómina quedó en unos 850 trabajadores.
El concurso preventivo tampoco trajo soluciones. La empresa no presentó un plan de reestructuración ni convocó a negociar a los acreedores, lo que derivó en críticas de abogados que cuestionan la falta de transparencia y recordaron que hay causas penales por retención indebida de aportes previsionales y sindicales.
SanCor fue durante décadas un emblema del sector lácteo argentino, con fuerte presencia exportadora y marcas históricas en góndolas. Sin embargo, la falta de inversión, los conflictos gremiales y la imposibilidad de atraer capital externo llevaron a un deterioro estructural.
Los intentos de rescate con capitales nacionales e internacionales —incluidos Adecoagro, Fonterra y un fideicomiso impulsado por el Gobierno en 2021— fracasaron por falta de consenso y dudas sobre la magnitud del pasivo.
La decisión de los trabajadores de solicitar la quiebra marca un punto de inflexión. El futuro de SanCor dependerá ahora de lo que resuelva la Justicia y de la capacidad de atraer inversores que permitan sostener la producción. De lo contrario, la cooperativa que alguna vez fue sinónimo de la industria láctea argentina podría desaparecer definitivamente.
