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domingo, octubre 5, 2025

¿Es viable una política de shock en Argentina?

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Lograr buenos resultados es esencial para los argentinos y para todos los latinoamericanos. Demostraría que la convergencia política, en torno a objetivos de largo plazo, es el único camino para resolver los grandes problemas de nuestras sociedades y fortalecer la democracia. 


La difícil situación en que se encuentra Argentina por el impacto social de las medidas de ajuste aplicadas por el Gobierno de Milei y su inesperada derrota electoral en Buenos Aires plantea la interrogante sobre la viabilidad de sostener en democracia una política económica de shock.

La magnitud del déficit fiscal, la alta inflación y la elevada deuda externa exigen adoptar medidas excepcionales. La cuestión es cómo sostenerlas durante un tiempo prolongado en un ambiente político polarizado y un descontento social ascendente.

La experiencia chilena de un ajuste de magnitud parecida aconteció a partir de 1973 y fue aplicada por una implacable dictadura militar, con violación de derechos humanos, sin Parlamento, sin partidos, sin sindicatos. En los dos primeros años,  la Junta Militar atacó el déficit y logró bajar algo la inflación. Sin embargo, en 1975 el país fue sacudido por una caída del producto de más de 10%. La dictadura  prosiguió con dureza y puso en marcha una nueva etapa, conducida por los llamados Chicago Boys.

La desocupación se disparó a más del 30%, la desigualdad aumentó enormemente, y Pinochet tuvo que recurrir a masivos planes de empleo de emergencia. En 1982 el producto volvió a caer más del 10%. Se necesitaron otros cuatro años para estabilizar, atraer nuevas inversiones y crecer. La historia nos demostró que salir de desequilibrios profundos demora muchos años. 

Por lo tanto, es ilusorio imaginar que tal problema se puede enderezar en pocos años. ¿Cómo hacerlo en democracia? Como no existen atajos, no cabe más que crear acuerdos entre los principales actores políticos y sociales y convenir una estrategia progresiva que dure en el tiempo. Aunque para algunos esto suene simplista, no existe otra vía. Afirmar lo contrario es una ilusión o un engaño.

Grecia tiene una experiencia reciente de ajuste profundo en democracia, que también enseña. En 2015 su deuda se había disparado a más de 200%, por lo cual no podía servirla y el déficit fiscal era crónico. Su situación era tan grave que el ministro de Hacienda alemán recomendó su salida de la Unión Europea. Sin embargo, tras el Brexit, un Grexit era peligroso para la estabilidad de esa Alianza. Grecia fue sometida por sus socios a una gran presión para que cumpliera condiciones durísimas, a cambio de cuantiosos recursos.

El Gobierno griego realizó cambios radicales de política económica y de equipos, y realizó sustanciales reformas de gestión en el aparato estatal. El déficit fiscal se atacó con control de gastos, aumento de impuestos y reducción de la evasión, y logró contener la crisis del sistema bancario. Su Gobierno fue pragmático, dialogó y negoció para conseguir respaldo de partidos de oposición, y modificó su programa para atender la situación social de los más afectados. La gente captó la gravedad y le proporcionó respaldo ciudadano. Hoy, después de 10 años, Grecia es aplaudida por haber pagado y bajado considerablemente su deuda y haber recuperado el crecimiento. 

En Argentina es muy corto el tiempo para pretender resultados perdurables. Tampoco es viable volver atrás, pues un retroceso agravaría más las cosas. ¿Cuáles son las condiciones para salir del vórtice? La motosierra pudo servir para quebrar la inercia, pero ese estilo rupturista y divisivo no sirve para una nueva etapa de convergencia. Es evidente que ningún sector o grupo podrá gobernar si actúa como si se tratara de un juego de suma cero, y donde un partido pretende desplomar al otro. No basta con liderazgos personalistas.

La principal condición es un acuerdo político en torno a las medidas necesarias y su evaluación. Luego, aminorar el costo que recae sobre los más pobres, adoptando medidas de emergencia, creando empleos y subsidios temporales durante la transición. Por último, es esencial transmitir con convicción y esperanza una visión positiva de que el programa rendirá frutos.

La tarea argentina es de alta importancia para América Latina. Su éxito mostraría que con capacidad política y técnica se pueden lograr ajustes profundos en democracia. Argentina es un país rico y posee suficientes recursos humanos y materiales. Puede derrotar la resignación. Lograr buenos resultados es esencial para los argentinos y para todos los latinoamericanos. Demostraría que la convergencia política, en torno a objetivos de largo plazo, es el único camino para resolver los grandes problemas de nuestras sociedades y fortalecer la democracia. 

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