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viernes, septiembre 12, 2025

Por qué la política monetaria no alcanza y qué necesita la Argentina para atraer inversiones

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Desde hace tiempo, la Argentina quedó bajo la lupa de Marko Papic, uno de los analistas geopolíticos más influyentes en el mundo financiero. Si bien hoy mira con mayor optimismo la situación local, hubo un tiempo en el que utilizó al país para graficar un tipo de narrativa económica optimista, impulsada por expectativas de reformas promercado, que no necesariamente tenían sustento.

Nacido en la entonces Yugoslavia, emigró luego de su disolución a Canadá, experiencia que le dio una sensibilidad particular sobre los procesos de cambio político. Se formó en la Universidad de Texas, fue chief geopolitical strategist en BCA Research, desde donde asesoró a los principales fondos institucionales del mundo; y desde 2019 se desempeña como chief strategist en Clocktower Group, firma de inversiones con sede en California.

Marko Papic participó en el foro RepensAR Summit en Buenos Aires

Papic llegó esta semana a Buenos Aires para participar en el foro RepensAR Summit, que congregó a más de 350 personas del ecosistema de inversiones. En ese marco, en diálogo con LA NACION, advirtió que la Argentina puede beneficiarse como pocas veces en su historia, aunque con un riesgo evidente: requiere reformas, más allá de la monetaria.

-¿Cuáles son los principales factores geopolíticos que hoy marcan el pulso de la economía?

-El primero y más importante es que Occidente decidió reducir el riesgo de China. ¿Qué significa o cómo se hace? No creo que Occidente lo sepa. El único país que sabe cómo reducir el riesgo de China es China. Básicamente, China está invirtiendo en un sistema de cadena de suministro alternativo, lo cual resulta muy positivo para los países emergentes: busca exportar a otros países, para que estos puedan seguir exportando a Estados Unidos. Esto genera un ciclo de inversión de capital en el sector manufacturero. El segundo gran cambio es que muchos países occidentales decidieron reducir su dependencia de los combustibles fósiles, y esto implica más inversión de capital. La revolución de los vehículos eléctricos es la punta de lanza de este esfuerzo. Pero el problema es que para fabricarlos se necesitan muchísimos metales y minerales. Ahí aparece la conexión con Argentina: litio y cobre. El desafío no es solo contar con esos recursos, sino abrir más minas, y con cada mina nueva hay que construir ferrocarriles, puertos, almacenes. El tercer factor es que el actual entorno multipolar genera incentivos para rearmarse y aumentar el gasto en defensa. Eso también eleva la demanda de materias primas.

-¿Qué une a estos tres fenómenos?

-Todos empujan hacia un período similar al de 2002 a 2007, con una fuerte necesidad global de materias primas e inversión de capital. Más allá de eso, el mundo ha sido multipolar en términos geopolíticos durante al menos 10 años, pero los flujos comerciales y de capital siguen siendo unipolares: todos fabrican, Estados Unidos compra y todos reinvierten los dólares en activos estadounidenses. Ese sistema no es compatible con un mundo multipolar. Por eso, Estados Unidos ya no quiere ser el consumidor de último recurso y aplica aranceles. El resto del mundo también se pregunta si conviene estar sobreexpuesto a Estados Unidos y sus consumidores. La respuesta es que no. Por eso veremos en los próximos cinco años una mayor diversificación de los flujos de capital y comercio. Cabe aclarar que un ciclo alcista de materias primas suele coincidir con un dólar más débil. Así, en los próximos cinco años el dólar estará más barato, las materias primas más caras y los mercados emergentes tendrán un desempeño superior al de Estados Unidos.

-¿Qué implicancias tiene este escenario para América Latina?

Lloverá dinero del cielo. Si el dólar se abarata, si las materias primas se encarecen y hay más demanda, países como la Argentina se beneficiarán. Los inversores globales buscarán diversificar su exposición a Estados Unidos, y buscarán oportunidades de inversión en el país. Pero el riesgo es doble. Por un lado, con el dinero lloviendo, viene la complacencia. Entre 2002 y 2007 fue una gran época para la Argentina, pero fue un desperdicio. No se hizo nada para que el país fuera más productivo. Lo mismo ocurrió en Brasil, hasta cierto punto. Lula hizo algunas reformas estructurales realmente buenas, pero luego se instaló la arrogancia, como si Brasil fuera a aplastar al mundo. Y por otro lado, me preocupa que, en este momento tan crítico para la Argentina, desde una perspectiva política, el país casi no necesita ayuda. Y cuanto mejor sea el contexto macroeconómico, menos ganas habrá de hacer reformas dolorosas pero necesarias a nivel nacional.

-¿Qué lectura hace del giro establecido por el gobierno actual en la política y en la economía?

Es de primera clase. Es uno de los mejores ajustes macroeconómicos de la historia. Cada gráfico es un gráfico que le interesaría a un inversor: tasa de variación de la inflación y ajuste del déficit fiscal a superávit, por ejemplo. Milei formó un equipo excelente. Pero en los próximos dos años tienen que centrarse en reformas socioeconómicas mucho más complejas. El líder de un banco central puede ser el mejor macroeconomista del mundo, pero no puede arreglar cómo se contrata y se despide al personal, cómo se crean las empresas y cómo se gravan sus impuestos. Por eso las elecciones de octubre son tan importantes: los próximos dos años van más allá de mover palancas macroeconómicas.

-¿Cómo evalúa la política del Banco Central?

-Creo que es excelente. El Banco Central de la Argentina tenía una de las tareas más difíciles y la gestionó con creces. Se necesitaba un ajuste macroeconómico muy difícil, y lo hicieron lo mejor posible. Es crucial demostrar a los inversores que la inflación está bajo control y estabilizarla en torno del 4-5% anual, lo que dará previsibilidad. Milei y el Banco Central se han centrado en la inflación, no en el crecimiento. Esto es doloroso, y requiere aceptación social y política. Octubre es clave. En la Argentina, la inflación no es solo un fenómeno monetario, sino también político. Para llevarla al 5%, habrá que implementar reformas laborales y otras reformas estructurales, donde el Banco Central ya no puede ayudar. La inflación se resuelve liberando la oferta de bienes y servicios, no solo con suba de tasas. La política monetaria sola no basta.

-¿Qué condiciones faltan en el país para que se reactiven las inversiones extranjeras?

-La principal condición que falta es una cuenta de capital abierta (eliminación del control de capitales). Pero felicito al presidente por no abrirla apresuradamente. Uno de los mayores errores de Macri fue abrir la cuenta de capital de inmediato; estaba ansioso por decirle al mundo: “Inviertan en la Argentina”. Hay que tener cuidado con los inversores extranjeros: son como amantes adolescentes; un día es así, al día siguiente es diferente. Por eso creo que lo que ha hecho Milei es brillante: promercado, proreforma. Hizo lo correcto: primero hizo las reformas, y luego abrirá la cuenta una vez estabilizado el sistema.

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Redacción

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