El empresario y tecnólogo argentino Santiago Bilinkis compartió las claves de la neurociencia que explican por qué la intuición no es magia y cómo usarla a nuestro favor.

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Redacción El País
Muchas veces se habla de la intuición como un “sexto sentido”, una especie de poder misterioso que nos guía en los momentos decisivos. Sin embargo, la neurociencia tiene una mirada distinta: lejos de ser magia, la intuición es el resultado de un cerebro entrenado que reconoce patrones y ofrece respuestas rápidas sin necesidad de pasar por un proceso consciente de razonamiento.
El empresario y tecnólogo argentino Santiago Bilinkis lo explicó esta semana en un programa de streaming: “La intuición no es magia. Podemos tomar decisiones correctas sin pensar. El problema es cuándo”. Según detalló, la clave está en entender que la intuición tiene reglas, y que solo funciona de manera confiable en terrenos donde la persona tiene experiencia acumulada.

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Pero, ¿cómo podemos saber cuándo confiar en nuestra intuición y cuándo no? La clave está en preguntarnos si tenemos experiencia en el ámbito en el que tenemos tal intuición. El cerebro almacena información y aprende a detectar señales sutiles que el pensamiento racional tardaría más en procesar. Esa es la razón por la que un médico con años de trayectoria puede reconocer un diagnóstico “de un vistazo”, o un ajedrecista profesional anticipa una jugada sin tener que calcular cada movimiento.
Lo riesgoso —advirtió Bilinkis— es confundir una intuición basada en la experiencia con una corazonada, es decir, una ocurrencia sin sustento. Puede ser difícil distinguir entre ese conocimiento inconsciente que surge del aprendizaje y esas señales repentinas que no se apoyan en nada sólido.

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En palabras sencillas: si se trata de un ámbito en el que uno lleva años de práctica, la intuición puede ser una aliada valiosa. Pero si la sensación aparece en un terreno desconocido, conviene desconfiar, por más fuerte que sea la convicción. “Si es algo en lo que no tenés experiencia, no le des bola a esa cosa repentina que te viene. Lo más probable es que te lleve al pasto”, concluyó el experto.
La intuición no es un don misterioso, sino el resultado de la experiencia acumulada y de la capacidad del cerebro de aprender y automatizar respuestas. Reconocer esta diferencia puede ser la clave para decidir cuándo escuchar esa voz interna… y cuándo dejarla pasar.
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