La rivalidad entre Nicki Minaj y Cardi B nunca terminó de apagarse desde que ambas irrumpieron en la cima del rap femenino.
Lo que empezó como competencia artística se transformó con el tiempo en un enfrentamiento personal, lleno de indirectas en entrevistas, mensajes en redes y alusiones en canciones.
La confrontación de 2018 en la Semana de la Moda de Nueva York, cuando Cardi le arrojó un zapato a Minaj, quedó en la memoria como símbolo de una enemistad abierta y sin retorno.
El 30 de septiembre de 2025, la pelea volvió a estallar en X (antes Twitter). Nicki Minaj cuestionó las ventas del nuevo álbum de Cardi, Am I the Drama?, y lo hizo con una serie de tuits cargados de burlas.
El intercambio se convirtió en un sinfín de insultos, donde lo personal desplazó a lo musical: acusaciones sobre infertilidad, adicciones, infidelidades y hasta referencias a los hijos de ambas.

El cruce duró apenas dos días, pero reabrió un debate complejo en la cultura del rap: ¿hasta dónde se puede llegar en un enfrentamiento público para herir al otro?
Muchos fans y observadores manifestaron rechazo por lo bajo que cayó la confrontación, señalando que al involucrar a menores y aspectos biológicos íntimos, ambas artistas traspasaron un límite que va más allá de lo artístico.
El 1 de octubre la batalla se apagó, no sin antes terminar con un mensaje inquietante de Cardi: una amenaza velada de “resolver todo en persona”, que encendió las alarmas de esta rivalidad.
Dos trayectorias marcadas por la competencia
Nicki Minaj es considerada una de las raperas más influyentes de las últimas dos décadas. Con más de 100 entradas en el Billboard Hot 100 y títulos como Super Bass o Anaconda convertidos en himnos globales, se consolidó como pionera en abrir espacio a las mujeres en el rap mainstream.
Con múltiples premios BET, American Music Awards y MTV Video Music Awards, Nicki fue la primera mujer en liderar la lista de rap de Billboard con continuidad.
Cardi B, en cambio, irrumpió en 2017 con Bodak Yellow, convirtiéndose en la segunda rapera solista en alcanzar el número uno en el Hot 100.
Con apenas dos discos, acumuló un Grammy al Mejor Álbum de Rap (Invasion of Privacy), récords de streaming y una proyección mediática que la volvió referente de la nueva generación.
Esa diferencia generacional y de estilo —Cardi con un rap más directo y visceral, Nicki con una propuesta técnica y teatral— alimentó la narrativa de “relevo” que muchos fans y medios interpretaron como competencia inevitable.
El estallido en X: de las ventas a la vida privada
La chispa se encendió con Minaj publicando el escueto tuit “$4.99” —aparente burla al precio promocional del álbum de Cardi— al que siguieron versos cargados de sarcasmo: “Cayéndote de las listas con la panza grande / Aun así. tú. No. Pudiste. vender. más. que. yo.”
Minutos después, Cardi cuestionó las intenciones de Minaj: “¿Por qué sigues mencionando mi álbum?? … Llevas como 16 años en el juego … compárate con tus pares … Rihanna, Taylor Swift, Drake.”
Poco después, borró un mensaje en el que se refería a la hija mayor de Cardi, Kulture, con insultos racistas, llamándola “cucaracha” y “mono”. Ese golpe directo a una niña de apenas siete años generó un repudio inmediato en la red.

Cardi, quien recientemente reveló que está embarazada otra vez, no tardó en contraatacar y lanzó su acusación más dura: que el supuesto consumo de drogas de Minaj había afectado a su hijo, Papa Bear (5).
«Ese hijo tuyo tan lento (…) ni siquiera puede deletrear su nombre (…) deseabas tanta negatividad sobre mí cuando estaba embarazada (…) ahora él ya tiene 5 años y anda en puntitas de pie por la casa…” remató la rapera del Bronx.
Fue aún más allá en su ataque a la intimidad de Minaj, afirmando que había tenido que recurrir a distintos médicos de fertilidad porque “los percs” (percocet, un opioide) le habían dañado los óvulos.

Rap, egos y reputación
La pelea expuso no solo la delgada línea entre la rivalidad musical y la agresión personal, sino también el dilema sobre la veracidad de las acusaciones lanzadas en caliente y el derecho a la intimidad de quienes ni siquiera forman parte directa de la disputa, como los hijos (además, menores de edad).

Más allá del intercambio, la pelea volvió a abrir un debate sobre cómo se mide el éxito en el rap femenino. Minaj, con 16 años en la industria, reclama la posición de pionera y referente absoluto; Cardi, en apenas ocho años de carrera, logró premios y récords que la colocan en la conversación con artistas globales.
Lo que en otros tiempos era una batalla lírica con respuesta en canciones, hoy se volvió un combate de agresiones donde se cuestiona la maternidad, la fertilidad y hasta la salud de los hijos.
Pero hoy la crítica apunta a que ambas, en lugar de competir en ventas o musicalidad, trasladaron el duelo al terreno más dañino: la vida personal.