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La llegada de los peregrinos de la Puna volvió a estremecer al corazón salteño. Con el monseñor Dante Bernacki al frente, una columna de casi cinco mil personas partió desde San Antonio de los Cobres, pero en el trayecto se fueron sumando cientos y cientos más, hasta superar los 11 mil caminantes, según se anunció por los altoparlantes en la Catedral.
El ingreso a la Plaza 9 de Julio se produjo por las calles Buenos Aires y Zuviría, donde otra multitud ya aguardaba con celulares en mano para registrar la imponente escena.
Los peregrinos de la Puna llegan a la Catedral. Foto: Javier Rueda.
“Respirar la fe”, dijo Bernacki mientras saludaba a quienes aplaudían el paso de los promesantes.
El fervor popular se hizo sentir con fuerza, en una tarde calurosa con 29 grados de temperatura que, increíblemente, se vio refrescada por una breve pero oportuna lluvia en el momento justo de la llegada.
Dante Bernacki encabezó la peregrinación de la Puna. Foto: Javier Rueda
Las emociones estaban a flor de piel. Delia, vecina de Capital, expresó: “Vine por mi familia y por mi salud. Acompañé desde San Antonio de los Cobres”.
Karina, que cumplió su sexto año de caminata, destacó: “Es muy emocionante llegar acá. Lo único que queremos es salud, trabajo, amor, unión y tranquilidad para todo el mundo”.
Desde Santa Rosa de Tastil vino Norma, quien agradeció la vida y recalcó: “Los aplausos no son para nosotros, son para el Señor y para la Virgen”.
Ofelia, con siete años de peregrinación sobre sus espaldas, contó que caminaron cuatro días y tres noches: “El primer tramo fue duro, después el calor, pero la lluvia nos refrescó. Es la esperanza y la fe lo que nos sostiene”.
También Patricia, que se unió en Alfarcito, relató que el camino fue de calor extremo, pero la llegada bajo la lluvia fue un regalo: “¡Gracias Dios! Mi mensaje es que crean en el Señor y en la Virgen. Agradezcan la vida”.
Los peregrinos de la Puna llegan a la Catedral. Foto: Javier Rueda.
Muchos peregrinos, desbordados por la emoción, apenas podían hablar tras el esfuerzo de la travesía. Otros, en cambio, encontraban palabras para pedir lo esencial: salud, trabajo y unión. Y todos coincidían en lo mismo: la fe es más fuerte que el cansancio.