En el taller de la Escuela Técnica N°1 de Monteros, Tucumán, los ojos de los estudiantes brillan. Trabajan la madera laminada no para cumplir un requisito académico, sino con un propósito claro: construir una silla postural para una niña de 10 años con parálisis cerebral.
En ese taller, cada corte, cada cálculo y cada ensamble llevan un propósito: mejorar la calidad de vida de una persona. Porque el aula, para Roberto Córdoba, es el punto de partida para la solidaridad: un lugar donde los conocimientos ayuden a los estudiantes a servir a su comunidad. “La técnica debe estar acompañada de la humanidad”, resume.
Ese enfoque en el servicio ha guiado las clases de Roberto, y lo ha convertido en uno de los seis finalistas del premio Docentes que Inspiran, la iniciativa de Clarín y Zurich que reconoce a maestros de todo el país. Comenzó como maestro carpintero en 2006, pero su curiosidad lo llevó a formarse en múltiples disciplinas: neumática, tornería, impresión 3D, CNC, corte y grabado láser. En el 2024, a los 51 años, completó una licenciatura en Tecnología Educativa. Todo ese conocimiento lo pone al servicio de sus alumnos, pero también de la comunidad.
Su aula es un espacio de investigación, ensayo y error. “Acá no hay respuestas incorrectas —les repite—, hay intentos que nos acercan a la solución”. Esa filosofía se traduce en proyectos que entusiasman a los jóvenes y les devuelven la confianza.

Las iniciativas solidarias en su taller han sido diversas. Fabricaron una silla postural para una niña con parálisis cerebral, también, una cortadora de botellas de vidrio para que un padre desempleado pudiera emprender un oficio. Construyeron herramientas para huertas familiares en conjunto con el INTA. Actualmente, trabajan junto a la Secretaría de Medio Ambiente en un proyecto de generación de energía mecánica y utensilios de cocina a partir del reciclado de tapas de botellas.
Más allá de la técnica: formar ciudadanos
Además del foco en el servicio, las clases de Roberto se caracterizan por “alejarse de las estructuras y acercarse a las necesidades, a lo que realmente le pasa a un chico que investiga”, según explica. Las clases, señala, son un lugar de libre expresión, de indagación. “No hay respuestas incorrectas, la clase no es estructurada”, insiste.
Por otro lado, busca transmitir la importancia de trabajar en equipo por un propósito. “Un equipo se esfuerza, opina y se apoya. Un grupo no”, les dice a sus estudiantes para marcar la diferencia entre trabajar juntos y simplemente estar juntos. Esa lógica colaborativa se refleja en la baja tasa de ausentismo de sus clases y en la motivación que genera en los jóvenes, muchos de los cuales provienen de familias humildes.
El profesor tucumano también impulsa capacitaciones abiertas a la comunidad, como los cursos de impresión 3D que prepara junto con la municipalidad, convencido de que la escuela técnica debe ser un puente entre la educación y el desarrollo local.

Este docente tiene una frase de cabecera que repite a sus estudiantes: “No te achiques, no te agrandes, no te aceleres y, por favor… no te detengas”. Esa consigna resume su manera de enseñar y de vivir.
Sobre el Premio Docentes que Inspiran
El Premio Docentes que Inspiran busca visibilizar a educadores que, con creatividad y compromiso, trascienden las paredes del aula. Córdoba, finalista en la edición actual, fue reconocido previamente como “Docente destacado” por el Concejo Deliberante de Monteros y por el Ministerio de Educación provincial.
En esta quinta edición, se postularon más de 2.100 docentes. Y se repartirán 24 millones de pesos en premios: 14 para el docente inspirador del año y 5 millones para quienes obtengan cada una de las dos menciones especiales.
Si querés conocer las historias de los seis finalistas del Premio Docentes que Inspiran, ingresá en www.premiodocentesqueinspiran.com.ar o a las redes sociales del concurso: en Facebook, “Docentes que Inspiran”; y en Instagram, @docentequeinspiran
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