Mundo
Escenario Internacional
Del golpe contra Allende a la condena contra Bolsonaro y la paliza electoral que recibió Milei.
El 11 de septiembre de 1973 Salvador Allende era bombardeado en el Palacio de La Moneda en Santiago de Chile por orden de Augusto Pinochet. Allende era el líder histórico de un proceso que procuraba la transformación de Chile para alcanzar una nación soberana y una sociedad más justa por la vía legal y pacífica. Perdió su vida, pero ganó la inmortalidad entre los grandes de Chile, Latinoamérica y el mundo.
El 8 de enero de 2023 el capitán retirado Jair Bolsonaro intentaba una asonada de lumpenes que asaltaron los edificios de los poderes del Estado democrático brasileño para impedir que Luiz Inácio Lula da Silva ejerciera la presidencia de Brasil. Lula, como Allende, es un transformador de Brasil por la vía legal, pacífica, que por tercera vez ha sacado a su país del mapa del hambre que configura anualmente Naciones Unidas.

Bolsonaro, cuando ejerció la presidencia, fue un autoritario depredador del medio ambiente en la Amazonía brasileña, impulsor de la desigualdad social, cultor del hambre para su pueblo y del sometimiento de su nación a intereses extranjeros.
Ahora ha sido condenado a 27 años de prisión por la justicia por el intento golpista de 2023, en base a pruebas irrefutables reunidas durante dos años por los jueces.
Javier Milei ganó las elecciones en Argentina en noviembre de 2023. Fue gracias a los votos mayoritarios de un electorado harto de la inflación provocada por el criminal endeudamiento de miles de millones de dólares otorgados por el FMI, buena parte de los cuales fueron robados y fugados por el gobierno de Mauricio Macri, jamás perseguido ni judicial ni moralmente por el pusilánime gobierno de Alberto Fernández.

Milei ha instaurado un gobierno que reduce la inflación en base a la reducción de salarios, beneficios sociales, empleos, jubilaciones, desatención de los niños con cáncer, aplicando la clásica receta de reducir los costos laborales perjudicando a los pobres, la clase media, empresarios pequeños, para ensanchar las ganancias de los más ricos.
Milei se autoproclama topo destructor del Estado. Pero lo que hace es poner ese estado al servicio de quienes lo gobiernan a él. Se proclama enemigo de la casta política corrupta pero lo que hace con su círculo íntimo es impulsar acciones corruptas como la operación especulativa conocida como Libra y las coimas por la compra de medicinas por parte del Estado. Se proclama como libertario pero su libertad es la de permitir a los zorros depredar las gallinas del gallinero. Y apalear a los jubilados que se manifiestan los miércoles contra la reducción de sus jubilaciones.
El 7 de septiembre, en la Provincia de Buenos Aires, el distrito más grande de Argentina, que concentra el 40% de la población del país, Milei recibió una derrota electoral catastrófica perdiendo ante el peronismo, por una diferencia de 14%. Ese resultado en una elección que se estima un plebiscito de la gestión del libertario es el síntoma de la decadencia de Milei y su modelo de la crueldad corrupta.
En los tres procesos históricos en el Cono Sur Estados Unidos estuvo siempre presente. Saboteó el gobierno de Allende, impulsando desabastecimiento, paralizaciones de transportistas, comerciantes, haciendo de Chile “un Vietnam silencioso”, como lo llamó el gran Pablo Neruda. Y fue el sostén internacional de la dictadura de Pinochet, mundialmente condenada.
Ahora impone aranceles de castigo al gobierno de Lula, en defensa de Bolsonaro y amenaza a la justicia brasileña y sus actores.
Indujo al FMI a entregar más de 50 mil millones de dólares a Mauricio Macri y pide al mismo organismo que controla accionariamente ser indulgente con las barbaridades técnicas de Milei.
La pregunta es si Donald Trump, un presidente pragmático, corregirá el rumbo y se pondrá del lado correcto de la historia al menos en el Cono Sur de nuestra geografía latinoamericana.