En el imaginario popular, Marilyn Monroe es sinónimo de glamour y de cine clásico. Pero su historia cotidiana también se escribe en direcciones, mudanzas y llaves. Las casas donde vivió Marilyn Monroe son capítulos que explican decisiones, afectos y etapas.
A lo largo de los años, la estrella habitó decenas de viviendas en Los Ángeles y Nueva York. Departamentos, residencias alquiladas y una sola casa propia marcaron cambios de rumbo y momentos de calma. Los hogares de Marilyn Monroe en Los Ángeles quedaron ligados a rodajes, amistades y reinicios.
Uno de esos lugares —en el corazón de Brentwood— volvió a cobrar protagonismo por un reciente giro legal que frenó planes de demolición. El debate reabrió preguntas sobre memoria urbana y patrimonio cultural.
En su itinerario aparece un dato central: fue la única vivienda que compró en toda su vida. Se trata de una casa de estilo Spanish Colonial Revival, con patio y piscina, ubicada en Brentwood, Los Ángeles. Allí pasó sus últimos meses en 1962.
La vivienda se transformó en símbolo: ni la más grande ni la más lujosa, pero sí la más personal. Ese carácter íntimo explica por qué asociaciones de conservación y seguidores impulsaron su protección patrimonial.
En 2024, el Concejo de Los Ángeles aprobó su designación como monumento histórico-cultural, un paso clave para frenar la piqueta y resguardar el valor simbólico del inmueble. La medida llegó tras meses de controversia con los actuales propietarios.

La tensión continuó en 2025, cuando un fallo judicial ratificó el freno a la demolición. El caso reabrió la discusión sobre cómo preservar la memoria de Marilyn Monroe sin convertir la ciudad en un museo estático. Por ahora, la casa sigue en pie.
Los Ángeles, el eje de sus mudanzas (y la casa que sobrevivió)
Los Ángeles fue el hilo conductor de sus etapas profesionales. Allí alternó alquileres en barrios cercanos a estudios y residencias más apartadas para ganar privacidad. Esas direcciones acompañaron el salto de Norma Jeane a estrella global, entre sesiones de fotos, contratos y estrenos.
El inmueble de Brentwood —la célebre “última casa de Marilyn”— tuvo un destino singular: de hogar íntimo a pieza de patrimonio. La cronología reciente ayuda a entenderlo: compra original de Monroe en 1962; múltiples dueños después; intento de demolición en 2023–2024; protección oficial en 2024 y fallo favorable en 2025.
El argumento de preservación no fue solo arquitectónico. Se subrayó que fue la única casa comprada por Monroe, un anclaje biográfico excepcional frente a sus numerosas mudanzas por trabajo, salud o seguridad. Esa singularidad pesó en la decisión pública y judicial.

El caso Brentwood también ilumina una idea: el patrimonio popular no siempre son palacios. A veces son casas medianas, con patios de ladrillo y puertas bajas, que guardan huellas de una vida que el cine no muestra. Ese contraste explica por qué el tema moviliza tanto.
Un mapa de 43 hogares y lo que cuentan de su vida
Más allá de Brentwood, un recuento histórico mapea 43 hogares asociados a Marilyn: desde la infancia y la adolescencia hasta su etapa como figura. El recorrido cruza Los Ángeles, West Hollywood, Beverly Hills, Santa Mónica, Palm Springs y Nueva York. La cartografía permite leer cada mudanza como un fotograma.
Las direcciones neoyorquinas condensan su vínculo con el teatro y con Arthur Miller; los apartamentos angelinos reflejan contratos de estudio y ensayos; las escapadas al desierto fueron respiros entre rodajes. El patrón es claro: hogares funcionales al trabajo y a la reinvención constante.
Medios especializados y crónicas inmobiliarias coincidieron en que Monroe residió en más de 40 propiedades a lo largo de su vida. No todas existen hoy, pero varias se mantienen en pie y otras fueron profundamente remodeladas, un recordatorio de la fragilidad del legado material.