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martes, octubre 7, 2025

Trabajó 20 años en Migraciones, su perro murió y ahora pinta mascotas al óleo en Mallorca: «Convertí el duelo en arte»

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Dice que no tiene precio hacer lo que le gusta y le apasiona, más allá de que sus tiempos escaseen, de vivir a las corridas y de sólo descansar cuando se va a dormir. «Tengo alarmas que me recuerdan todo, hasta que tengo que comer, así estoy programada, sino es un lío». No le importa, dice, y habla con una sonrisa de satisfacción. Natalia Aguilar, porteña de 39 años, está afincada en la paradisíaca isla de Mallorca desde marzo de 2023, cuando empezó a jugársela por el arte y zambullirse en las pinturas.

«Estoy en esa etapa de construcción y realización. Es mucho el esfuerzo, pero a diferencia de Argentina, aquí la recompensa llega rápido«, concluye esta ex agente de Migraciones, que después de veinte años de «cierta comodidad» en un empleo jerárquico y bien remunerado, decidió pegar un volantazo «de esos que hay que dar en un momento de la vida». ¿Por qué? «Desilusión, frustración y cuestiones políticas alteraron mi estilo de vida y ahí dije basta«, explica de manera lacónica.

Su amor por los perros se percibe a los pocos minutos de conversar con ella. «Lumen», su inseparable compañera durante más de una década, es mencionada constantemente. «Vivimos en Buenos Aires, en Rio Gallegos (Santa Cruz), recorrimos Europa y murió en mis brazos en noviembre de 2023, aquí en Mallorca. Caí en un profundo desgano, no quería hacer nada, o más bien sólo pensaba en laburar y nada más», le cuenta a Clarín desde su casa en la isla, con un ventanal que mira a un club de golf y más allá… el mar Mediterráneo.

Paradojas del destino, transitando el dolor de la muerte de Lumen que parecía insuperable, le llegó un mensaje tan sorpresivo como inesperado de una «apenas conocida» con la que compartió una noche de hostel en Amsterdam. «Me gustaría pedirte que me hagas un retrato de cada uno de mis siete gatos«.

Se trataba del primer pedido a una perdida publicidad que Natalia había posteado en Facebook en otra etapa de su vida: «Pinto tus mascotas», anunciaba cuando todavía estaba Lumen, a la que ya había retratado en varias ocasiones.

Natalia Aguilar junto a su amada Lumen y uno de los retratos que hizo de perrita, fallecida en 2023.Natalia Aguilar junto a su amada Lumen y uno de los retratos que hizo de perrita, fallecida en 2023.

Aquel encargo gatuno quedó «anestesiado» por su estado de ánimo, pero no lo borró. «Yo en ese entonces, fines de 2023, trabajaba en la empresa American Express. Pintaba más como un hobby, aunque siempre a la pintura la tuve como prioridad, porque si me había venido a Europa era para tener otros objetivos, sino me quedaba en la comodidad de mi laburo en Argentina», hace saber Natalia, que había estudiado en Argentina y tomado clases con Néstor Sarmiento, reconocido artista plástico.

Todavía de luto sin Lumen –a quien bautizó así porque iluminaría su vida–, Natalia finalmente se animó a pintar los cuadros que le habían encargado. «A partir de ahí cambió todo anímica y laboralmente. Pasaron unos meses, renuncié al trabajo que tenía y me metí de lleno en lo artístico y a pintar mascotas. Entendí que se trataba de una manera de seguir amando y estar conectada a Lumen. Convertí el duelo en arte y le devolví al mundo un poco de esa luz que ella me había dejado».

Natalia vive en Palma Nova (una suerte de Vicente López, desliza para ubicar) y da clases en Palma, la capital de la isla. «También trabajo como asistente de Pascual De Cabo, un gran artista de aquí, con quien estudié y me profesionalicé alcanzando enormes cambios en mi estilo. Hace poco pude montar mi taller donde ofrezco workshops. Todo esto sumado a los encargos que me van saliendo, que por suerte no faltan. En este momento tengo seis cuadros pendientes, mayormente de perros y gatos».

La pintora Natalia Aguilar en una reciente muestra en la Plaza Mayor de Mallorca.La pintora Natalia Aguilar en una reciente muestra en la Plaza Mayor de Mallorca.

«Mis días son gratamente largos e intensos, pero estoy feliz de que mis pinturas lleguen hasta lugares exóticos como Dubai, imaginate, no estaba en mi imaginario más optimista. Aquí con las clases con Pascual (De Cabo), logré ser otra tipo de pintora, mucho más completa y expeditiva. Hoy pinto alla primma, es decir, de una, pinto y queda. Antes tenía un corte más neorrealista, con muchas capas y demoraba en terminar un retrato. Ahora soy netamente impresionista y también más recargada». Sobre el monto que cobra por un retrato, responde que entre 400 y 500 dólares.

Se define como «una porteña bien de barrio». Saca pecho al decir que es de Parque Patricios y pone cara de circunstancia cuando dice sufrir a la distancia por su amado Huracán. «Antes de venirme a vivir a Mallorca recorrí muchas ciudades de Europa. Quería buscar un lugar con mar que me volviera a llenar de vida, como me pasó en Río Gallegos, donde viví cinco años». Y aparecen en sus recuerdos la etapa como agente de Migraciones.

«Mi última etapa de los veinte años que estuve en Migraciones fue en Río Gallegos, destino al que me enviaron como supervisora regional de fronteras, que era el cargo máximo de control migratorio vía terrestre, aéreo y marítimo. Estaba a cargo de Santa Cruz y también de Tierra del Fuego. Era una tarea muy exigente, tenía que recorrer y controlar el funcionamiento de puertos, aeropuertos y fronteras terrestres. Me gustaba, claro, pero era una gran responsabilidad», recuerda.

En su taller en Mallorca, Natalia Aguilar con sus alumnos, que muestran las mascotas retratadas.En su taller en Mallorca, Natalia Aguilar con sus alumnos, que muestran las mascotas retratadas.

«Que me enviaran a Río Gallegos era un premio que me daban por mi desempeño anterior. Era un ascenso. Lo pensé y acepté. Me fui sola con Lumen y reconozco que al principio fue muy duro, no sólo por el clima hostil, sino porque la sociedad se mostraba bastante cerrada. Costó adaptarme pero de a poco le fui encontrando la vuelta y vivir en medio de semejante naturaleza, alejada de la ciudad, era como una bendición».

Se fue ganando el respeto de su entorno a pesar de la soledad en la que vivía. «Era la única que venía de Capital y trabajaba con gente de Gendarmería, Aduana y Senasa, era heavy, pero no me apichoné, a pesar de que era un cargo con mucho poder, que no sólo era muy codiciado sino que generaba mucha envidia», repasa aquellas vivencias patagónicas desde una isla paradisíaca. «Yo entre a Migraciones cuando tenía 18 años y arranqué en la oficina de Recaudación y Presupuesto».

Con su flamante premio a la Mejor Pintura en un certamen mallorquín. Con su flamante premio a la Mejor Pintura en un certamen mallorquín.

Instaladísima en la capital santacruceña, la llegada de Alberto Fernández a la presidencia trastocaron sus planes a futuro. «Yo estaba a full con el trabajo, dándolo todo pero un día para el otro me dicen: ‘Mirá, te tenés que volver a Buenos Aires, pondremos a mi gente’. Esa frase fue un mazazo, yo no quería volver a la ciudad porque ya me movía a mis anchas y a Lumen la veía libre, feliz… Pero ahí entendí que yo no era más que un número. Me dolió aunque reconozco que no me sorprendió, sabía que era un tema político, pero era la primera vez que lo vivía en carne propia».

El regreso a Buenos Aires, y a la casa de su madre, fue duro. «Ahí empecé a cranear mi partida, mi nueva búsqueda. Ya en Capital, reacomodándome, surgieron propuestas para ir a trabajar a Ushuaia o El Calafate, pero ya era tarde, me sentía incómoda, poco valorada y creía ya me había pasado el tren y quería saltar el charco con un nuevo objetivo que empezaba a tener claro».

También había otras razones que respaldaban su deseo de emigrar: «La seguridad era uno, claro.. Donde vivo acá, en Palma Nova, no pasa nada de nada, estoy súper tranquila y eso no tiene precio… Allá (Buenos Aires) me pusieron un fierro en la panza para robarme… «.

En el balcón de su casa, inspirándose con una vista soñada.En el balcón de su casa, inspirándose con una vista soñada.

Ese objetivo era dedicarse a la pintura ciento por ciento, aunque sabía que al principio se tendría que ganar la vida de lo que fuera. «Llegué a España con las cosas claras. Quería vivir de mi arte, sabía que lo podría hacer pero iba a tener que arremangarme y laburar. Había salido de la comodidad de veinte años en Migraciones y estaba dispuesta a pensar en mí y en mis necesidades. Me perfeccioné y me di cuenta que había logrado un estilo propio que gustaba. Empecé a vender cuadros seguido, abrí mi taller, gané un premio, todas cosas que me dieron un gran espaldarazo».

No puede creer los avances que tuvo en dos años y medio, pero a la vez lo justifica. «Hay mucho trabajo detrás de estos resultados. No es todo color de rosa, eh… No es todo calor, sol y playa. Yo no me quedo quieta, acá te relajás y fuiste… Sólo el Instagram me lleva un montón de tiempo, pero es fundamental aggiornarlo, es mi carta de presentación, es el canal que me permite vender cuadros a cualquier rincón del mundo».

Remarca Natalia que el clic se dio en junio de este año, cuando se dispararon las ventas y sus obras empezaron a ser vistas de otra manera: «El salto lo di cuando aprendí a hacer mi propia publicidad en las redes. Yo antes pagaba avisos en Facebook o MarketPlace, pero haber estudiado marketing me ayudó a saber venderme mejor. Hasta prioricé el retrato de mascotas por sobre los paisajes, que ya hacía cuando estaba en Río Gallegos… Pero retratar un perro o un gato tienen otra llegada, es otro sentimiento, el paisaje es algo más impersonal».

En los tiempos de supervisora regional en Río Gallegos, junto a su inseparable Lumen.En los tiempos de supervisora regional en Río Gallegos, junto a su inseparable Lumen.

Admite que extraña su Parque Patricios natal, pero hoy ve difícil su regreso en lo inmediato. «De alguna manera estoy recién empezando y soy de trazarme metas, objetivos… y el próximo tiene que ver con potenciar mi marca personal como artista y poder armar un taller grande donde pueda ayudar a las personas a pintar sus propias mascotas. No sabés la cantidad de gente que se frustra por esa imposibilidad».

MG

Redacción

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