La inmunóloga Mary Brunkow vive en Portland, Oregón (EE.UU.), a ocho horas de distancia horaria de Estocolmo. Cuando su teléfono sonó en torno a las 2:00 h de la mañana (10:00 h en Estocolmo) reconoció el prefijo de Suecia. Sin pedidos recientes a Ikea y, sobre todo, con mucho sueño, Mary Brunkow colgó y puso el teléfono en silencio. Le despertaron las voces de su marido, dos horas después: estaba hablando con alguien en el salón. Brunkow bajó las escaleras, todavía en ijama. Su marido estaba hablando con un periodista de AP. En la puerta esperaba una televisión local. Lo conversación debió ser breve y surreal. “Mary, creo que has ganado el Nobel”. Brunkow recordó la llamada perdida sueca y conectó de nuevo el teléfono. Esta vez si cogió el teléfono. “Le pongo el altavoz… Estoy en el comedor. Mi marido ha salido a pasear al perro, está un poco nervioso con lo que está pasando”.
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