La economía argentina está entrando en terreno crítico. El último informe de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) reveló que la probabilidad de que el país caiga en recesión se disparó a 98,61% en agosto, casi el doble del 56% registrado apenas un mes antes.
Esto significa que, según los indicadores económicos, la recesión ya no es una posibilidad: es prácticamente un hecho.
¿Qué está pasando?
El Índice Líder (IL), herramienta que anticipa los giros del ciclo económico, muestra un colapso acelerado. En solo 30 días, la probabilidad de recesión saltó más de 42 puntos porcentuales, alcanzando el nivel más alto desde 2018.
¿En qué se basa el diagnóstico?
El IL se construye a partir de datos clave de la economía real y financiera:
Bolsa de Comercio e Índice Merval.
Circulación de dinero (M1).
Precio internacional de la soja.
Ventas de autos a concesionarios.
Recaudación del IVA.
Despacho de cemento.
Producción industrial (minerales no metálicos y siderurgia).
Confianza del consumidor.
Hoy, todos estos indicadores muestran un deterioro sincronizado, encendiendo las alarmas.
Lo más grave:
En mayo la probabilidad de recesión era de 57%.
En junio y julio se mantuvo estable.
En agosto explotó al 98,61%.
Un salto tan brusco refleja que la economía argentina está frenándose en seco, golpeada por la tensión cambiaria, la caída del consumo, la parálisis de la industria y el desgaste político.
El resultado es claro: cada vez más señales apuntan a que el país está dejando atrás la fase de crecimiento y entrando en un ciclo recesivo.
La UTDT aclara que este índice no reemplaza las mediciones oficiales, pero funciona como alerta temprana para empresas, bancos y gobiernos. Y la alerta de hoy es inequívoca: Argentina se acerca a un escenario económico tan duro como inevitable.