En los bosques de la Patagonia habita un animal de cual poco se conoce. De porte pequeño, con hábitos nocturnos, es una especie en extinción. Tiene cola corta, peluda y pomposa. De pelo tupido, a veces manchado, otras melánico. El “fantasma de los bosques” recorre Neuquén, Río Negro y Chubut y deja su estela de misterio.
Las tres rayas negras en sus mejillas lo distinguen del montés. Su nombre científico es Leopardus guigna y se lo conoce como gato huiña. Esta especie es la más pequeña de América y la segunda del mundo. Por lo poco que se lo conoce y su vulnerabilidad desde hace años hay esfuerzos por cuidarlo. “Hay registro de que en Argentina solo habita en la norpatagonia. Del otro lado de la cordillera en Chile, es una especie más abundante”, cuenta la bióloga Ilaria Agostini investigadora del Conicet que desde el 2022 viene monitoreado la especie. Con 80 trampas cámaras colocadas en distintos puntos del bosque patagónico tiene los únicos registros de esta especie en la zona.
Es tan poca la información que se tiene que desde que se prendieron las cámaras obtuvieron 12 capturas. Lo curioso es que aún no se sabe si se trata de 12 individuos distintos o si se ha registrado a un individuo más de una vez. “Todos los datos que tenemos, por ejemplo, de cuánto se mueven y dónde, son todo datos de Chile. En Argentina no hay datos sobre eso”. Pero, si se sabe que es un felino que se alimenta principalmente de pequeños roedores, aves y reptiles. También que cumple un rol ecológico importantísimo: son depredadores y controladores de roedores, fundamentales en esta zona de la Patagonia donde se transmite el hantavirus. Y se sabe, también, que es fundamental su conservación para mantener viva esta especie única. Es por eso que desde hace años delinean acciones para su cuidado. Y en esta época del año, en cercanía al verano, donde los turistas llegan a la cordillera, refuerzan las medidas para cuidarlo.

“Casi la mitad de su distribución está dentro de áreas protegidas”, explica Agostini, “sin embargo, sabemos que no es suficiente para que una especie esté a salvo de la extinción”.
Uno de las acciones para cuidar al gato huiña parte del “Grupo de Trabajo de Huiña”, una red binacional con Chile que en colaboración con CENAC (Programa de Estudios Aplicados a la Conservación)-Parque Nacional Nahuel Huapi y el Grupo de Ecología y Conservación de Carnívoros de la Patagonia (GECCaP) que priorizaron poner el foco en los más jóvenes. Es por eso que su tarea comenzó en las escuelas para que los más pequeños entiendan la importancia de su cuidado y sean motor de difusión hacia los adultos. Una primera aproximación fue en la Escuela N°202 de Villa Mascardi, ubicada en la zona donde habita la especie, donde compartieron saberes y experiencias con los alumnos. Esta acción tuvo tanto éxito que planifican seguir con el resto de las escuelas de la zona.
Otras acciones están dirigidas a dialogar con los pobladores. “Una de las causas que puede afectar a la especie es su caza en represalia de depredar gallineros” cuenta Agostini. Es por eso que otra becaria del Conicet, Florencia Frola Mendizabal, investiga las percepciones de los pobladores y la coexistencia humano-carnívoros. “Ella trata de entender cuáles son las actitudes que tienen las personas con estos animales. Por ejemplo, que hacen frente a estos animales si atacan sus gallinas”.

Y el turismo en la cordillera es otro grupo al cual están dirigidas los esfuerzos por cuidar a esta especie. “Lento por la fauna”, una campaña de concientización, creada por la Fundación Con Garra que también trabaja con Guiña Working Group (GWG), del cual Agostini es co-coordinadora, que busca reducir la velocidad de los conductores en áreas con presencia de fauna silvestre para prevenir atropellos y proteger la biodiversidad. Colocan a lo largo de las rutas carteles de fondo amarillo, con la silueta del huiña. “Buscamos promover la conducción responsable”, dice Agostini, “ayudando a prevenir atropellos de animales y concientizar sobre la biodiversidad de nuestro territorio”.