Espectáculos |
El conductor de Bendita Tevé se permitió contar una triste parte de su historia, en la que sus padres son los protagonistas y él sufrió las «consecuencias».
Beto Casella abrió la llave de su intimidad familiar y contó los detalles del drama que vivió su padre, tras la muerte de su madre. En una confesión única, el presentador de tevé reveló parte de su historia, que supo afectarlo en lo más profundo de su corazón: «Al principio entró en un estado de confusión, ya después a no conocernos… ¡Se fue!».
«Yo quiero ir a la casita prefabricada de la calle Sarandí, en Villa Luzuriaga, reconstruir eso… Nosotros dormíamos con un brasero, que la verdad que estamos todos vivos de milagro, porque eran carbones, ¿viste? Todavía no había llegado ni el calentador; mejor dicho, no se podía comprar. Mi viejo trabajaba en el Mercado de Abasto de changarín. Después se pudo comprar una casita de material, que era como ir a la mansión de Mirtha«, recordó, Beto, en primera persona.
«Así que me gustaría entrar de nuevo a esa casa, volver a verla… Me gustaría ver a mi vieja y a mi viejo a los 40 años, a mi hermana a los 14, yo mismo… Pero si yo tuviera que editar, edito. La mañana, ahí mismo en la casa…», compartió, el conductor de Bendita Tevé, en las noches de El 9, en una nota con Mariano Iúdica, para Infobae.
ADEMÁS: La confesión íntima de Andrea Rincón: «Te queda la vibra adentro»
«Yo me edito. La mañana, ahí por la calle Sarandí, en Villa Luzuriaga, potreando con los pibitos en el baldío, porque todo era campo y fulbito y subir mucho a los árboles, nos tirábamos con hondas o con el rulero. Después, los domingos al mediodía con la tanada que venía a comer fideos, ¡pasta para veinte personas!, escuchando tarantela, escuchando a Feliciano Brunelli, acordeón y los tanos jugando a la brisca y a las cartas, todos en musculosa blanca y fumando cigarrillos Particulares», compartió, Casella.
BETO Y SU HISTORIA FAMILIAR
«Me acuerdo del olor de mi mamá. Y te voy a contar otra cosa, ahora que salió esto: el olor a papá. Cuando mi viejo se había secado en una toalla en el baño, yo me daba cuenta de que se había secado él por el olor. No era un olor feo, era olor a hombre: era el olor de mi viejo. ¿Vos sabés que mi toalla hoy huele igual…? Desde hace unos años, ¿eh?, no de toda la vida. A los cuarenta y cinco años empecé a oler como mi viejo olía cuando yo era chiquito. ¡Mirá lo que es la genética, loco!», reflexionó, Beto.
«¿Viste que a veces dicen que hay uno que ama y uno que se deja amar? Bueno, en el caso de mi viejo, mi vieja era la que se dejaba amar y él era el del amor desesperado. Es que cuando mi mamá falleció, mi papá perdió la cordura. Mi viejo, al poco tiempo, empieza a ponerse el pulóver por las piernas. Al principio entró en un estado de confusión, ya después a no conocernos… ¡Se fue! Mirá qué metáfora del amor absoluto: “No está más, no quiero estar más”, confió Casella, sobre su drama familiar.
Beto Casella, historia familiar