«La historia del arte ha sido escrita por hombres y para hombres y ellos se han otorgado el papel protagonista». De esta máxima parte Historia del arte en femenino, novela gráfica que saca a la luz la obra de mujeres artistas que vieron subestimado su talento e incluso robada la autoría de sus cuadros.

Historia del arte en femenino, con guión de la francesa Marion Augustin y dibujo de la italiana Sara Colaone, recorre varios siglos de la historia del arte con Ben y Jo, un chico y una chica que visitan la Galería del Tiempo, el museo más grande del mundo, donde se dan cuenta de que la mujer está presente en todos los cuadros, pero como musa, no encuentran ninguna obra firmada por una mujer.
La novela gráfica, en las librerías desde el 10 de septiembre, combina cómic e historia y aquí entra una lista de mujeres pintoras que empieza por Catharina Van Hemessen, pintora flamenca del siglo XVI que conoció el éxito en vida, pero cayó en el olvido.
Y otras como Sofonisba Anguissola (Cremona 1535–Palermo 1625), una gran retratista, pero se encontró con que los géneros más prestigiosos estaban reservados a los hombres.
Ni academias, ni modelos desnudos
Lo cuenta, en una entrevista, la guionista e historiadora del arte Marion Augustin, quien explica que las mujeres artistas no podían acudir a las academias de Bellas Artes junto a sus colegas masculinos ni acceder a los modelos desnudos, «tenían que aprender por ellas mismas».

Tampoco estaban a su alcance los géneros más apreciados por el público, como la pintura histórica, el arte religioso, los desnudos y las escenas mitológicas.
Por lo general, las artistas se veían limitadas a pinturas menores de naturalezas muertas, escenas domésticas y retratos y técnicas específicas como pasteles, pintura sobre porcelana y miniaturas.
Para el guión, Augustin recurrió a los libros publicados en 1970, cuando se comenzó a abordar la ausencia de mujeres artistas en las paredes de los museos, y también tuvo que bucear en las páginas web de los museos y en los catálogos de exposiciones.
Las vanguardistas: el arte en el propio cuerpo
La guionista reconoce que a medida que avanza la novela, que intercala cómic y retratos, aparecen nombres muy vanguardistas como la pintora rusa Natalia Goncharova (1881–1962), que formó parte de los primeros artistas «perfomadores» que pintaban su cuerpo para demostrar que el arte se puede expresar en cualquier parte, o la pionera del arte abstracto Hilma Af Klint (1892–1944).
También nombres conocidos como la mexicana Frida Kahlo (1907–1954), la fotógrafa surrealista Dora Maar (1907–1997) o la artista Yayoi Kusama (1929), que desarrolló el concepto ‘self obliteration’, que supone desvanecerse en el arte llevando ropa con los mismos motivos que el decorado para confundirse con ellos.
Pero la guionista eligió a Louis Bourgeois (1911–2010) para cerrar la obra, una artista que mostró las «mujeres casa» para representar el enclaustramiento de la vida doméstica.
«Sus obras –según la guionista– representan la alienación que ella sentía y revelan el hedor y la capacidad de crear desde el encierro».
Y sobre el no reconocimiento de una obra firmada por una mujer, Augustin explica que ese «robo» de la autoría no es solo frecuente en maridos artistas que se arrogan la pintura de la esposa como propia, también en el caso de marchantes de arte.
Novela gráfica feminista
Para la dibujante Sara Colaone, la novela se puede considerar feminista porque promueve una idea del arte «que no se ve viciada por prejuicios y opiniones que ya no tienen cabida en esta época».
A la hora de dibujar el cómic, Colaone admite que estudiar Historia del Arte le ayudó a plasmar el sentido de la obra y el color de las escenas, como escenarios reales para la historia.

Y sobre el robo de la autoría de obras hechas por mujeres, Colaone considera que es una forma de «celos e inseguridad, un instinto bajo que se expresa en un gesto patético» y sostiene que hay que devolver a las artistas «su extraordinario trabajo».
Con información de EFE.