Lara Goyburu y Ezequiel Vega 18 septiembre de 2025
En los ltimos meses, la poltica econmica de Argentina ha transitado un camino que despierta crecientes cuestionamientos. El nfasis del gobierno de Javier Milei ha estado puesto casi exclusivamente en la estabilizacin financiera y en la ortodoxia fiscal, desplazando a un segundo plano una agenda de desarrollo productivo que resulta indispensable para generar crecimiento sostenible.
Este sesgo no slo reproduce viejas debilidades estructurales de la economa argentina, sino que tambin contradice las recomendaciones de organismos regionales como la Comisin Econmica para Amrica Latina y el Caribe, que subraya que la falta de inversin y el estancamiento de la productividad son las principales causas del bajo crecimiento en la regin.
En un entorno internacional de tasas todava altas y mayor aversin al riesgo, la estabilizacin local sin hoja de ruta productiva queda corta para alinear expectativas. El resultado de las pasadas elecciones en la provincia de Buenos Aires, en el que el oficialismo provincial obtuvo un 47% contra un 34% para el oficialismo nacional, funcion como seal poltica y de mercado: subi la prima de riesgo, se tension el frente cambiario y vimos mayor volatilidad en bonos y equity. El mensaje de fondo es claro: estabilidad + crecimiento, no estabilidad a secas.
Argentina es un ejemplo claro de esas limitaciones. La productividad ha permanecido estancada en las ltimas dcadas y, en algunos sectores, incluso se ha deteriorado. En su documento «Panorama de las Polticas de Desarrollo Productivo de Amrica Latina y el Caribe 2024» la CEPAL advierte que este fenmeno no es inevitable, sino la consecuencia de estrategias que priorizan la estabilidad de corto plazo por sobre la construccin de un modelo productivo.
En este sentido, el Gobierno argentino ha optado por reducir el Estado a un mero administrador fiscal, reduciendo reas estratgicas como la Secretara de Industria y Pyme. Lo cual significa un retroceso institucional que debilita las posibilidades de planificar polticas que promuevan la diversificacin econmica y el apoyo a las pequeas y medianas empresas, que generan ms del 60% del empleo formal.
Hoy el financiamiento es caro y la brecha cambiaria suma incertidumbre. Con reglas poco previsibles, las empresas frenan proyectos y cuidan la caja. Las intervenciones del BCRA en las tasas desde enero y las intervenciones de estos das del Tesoro para contener el dlar, sin una agenda productiva clara y sostenida —qu sectores se priorizan, con qu incentivos y por cunto tiempo— implican que esa liquidez no se convierte en inversin real, empleo e innovacin.
El escenario laboral refleja con crudeza estas carencias. Segn un relevamiento publicado por Bloomberg Lnea, Argentina presenta actualmente las expectativas de contratacin ms dbiles de Amrica Latina: apenas un +5% frente al +36% de Brasil o el +30% de Mxico (Bloomberg Lnea, 2025). Este dato muestra la magnitud del deterioro en el mercado de trabajo y la falta de confianza de los empleadores para ampliar sus plantillas. La combinacin de salarios en retroceso, contraccin del consumo interno y cada de la inversin genera un crculo vicioso que afecta tanto a trabajadores como a empresas.
SegnManagement & Fit, 8 de cada 10 hogares recortaron gastos. Con el crdito caro y poco accesible, familias y PyMEs compran menos y postergan inversiones, por lo tanto, el empleo se resiente. La reversin de este ciclo suele asociarse a menores costos de financiamiento para PyMEs y a herramientas simples que hagan viables proyectos con generacin de dlares y puestos de trabajo.
Al mismo tiempo, la CEPAL destaca que la inversin es un motor indispensable para elevar la productividad y sostener el crecimiento. Sin embargo, en Argentina la formacin bruta de capital fijo ha mostrado una tendencia descendente, reflejando la desconfianza de los empresarios. En lugar de estimular sectores estratgicos como la agroindustria, la economa del conocimiento o la energa renovable, el actual enfoque econmico se limita a sostener una visin financiera que, apuesta a la estabilizacin de las cuentas pblicas, pero sin horizonte productivo.
El orden macro ayuda, pero no alcanza por s solo para destrabar inversin. Los inversores miran un combo: reglas claras sobre el dlar y los precios clave, una hoja de ruta para bajar el riesgo pas en el tiempo y programas concretos por sector (por ejemplo, energa, agro alimentos o economa del conocimiento) con condiciones conocidas de antemano. Eso implica contratos previsibles, incentivos acotados y un esquema de metas pblicas y medibles para seguir avances. Cuando ese marco no est, la estabilidad funciona como contencin —sirve para aguantar—, pero no se transforma en nueva capacidad productiva (plantas, equipos, empleo). En cambio, cuando el combo es creble, la liquidez deja de quedarse en el sistema financiero y se traduce en proyectos reales.
Este enfoque tiene consecuencias sociales y polticas. La reduccin del gasto en programas de ciencia, tecnologa y educacin tcnica limita la capacidad del pas para adaptarse a la transformacin digital y a los desafos de la transicin energtica. Al mismo tiempo, la ausencia de mecanismos de dilogo con actores como la Unin Industrial Argentina (UIA) o la Confederacin Argentina de la Mediana Empresa (CAME) debilita la posibilidad de consensuar polticas de desarrollo. El bajo crecimiento est asociado no solo a factores econmicos, sino tambin a la falta de institucionalidad que permita articular a los distintos sectores de la sociedad en torno a un proyecto comn.
La coyuntura poltica elev la vara de la gobernabilidad. El Congreso mostr capacidad de revertir vetos (discapacidad) y los vetos en salud y educacin activaron conflictividad (marchas, paros): seales de confianza pblica y coordinacin bajo estrs. Tras el resultado en PBA, gobernar en minora encarece los costos de transaccin: para sostener reformas y negociar el Presupuesto 2026 se requieren coaliciones ms amplias y reglas claras de intercambio poltico. En clave de gobernanza multinivel (Nacin-provincias-municipios-sectores), la conclusin es directa: sin un andamiaje estable de acuerdos, la estabilidad macro pierde anclaje social y, por arrastre, consistencia financiera.
La contraccin del consumo interno es otro factor determinante. Con salarios deteriorados y jubilaciones en retroceso, las PyMEs enfrentan una cada en la demanda que erosiona su viabilidad. En este contexto, muchas pequeas empresas reducen personal o directamente cierran, lo que agrava las dificultades del mercado laboral. La poltica de ajuste simultneo en el sector pblico y privado multiplica los efectos de la recesin y genera un escenario de inestabilidad que desalienta nuevas inversiones.
El problema no reside en la bsqueda de equilibrio fiscal, que resulta necesaria, sino en la concepcin de este como fin en s mismo. El ordenamiento de las variables macroeconmicas debera ser una condicin para implementar un programa de desarrollo productivo y no un objetivo aislado. La experiencia regional muestra que los pases que logran combinar estabilidad con polticas activas de industrializacin y apoyo a la innovacin son los que avanzan en trminos de crecimiento inclusivo.
Para amortiguar el shock de ingresos sin perder consistencia fiscal, la evidencia comparada muestra que suelen operar tres palancas: alivios transitorios al costo del financiamiento de capital de trabajo PyME a travs de esquemas mixtos; securitizacin de carteras para expandir crdito privado; y focos micro en servicios urbanos de alto impacto percibido (transporte, iluminacin) que sostienen la demanda de cercana.
En paralelo, el marco habilitante que el inversor lee como creble combina previsibilidad cambiaria y una hoja de ruta para el riesgo pas, tramos sectoriales con reglas pro-inversin (energa, agro alimentos, economa del conocimiento) y vehculos de crdito orientados —bonos verdes/sociales y garantas— que convierten liquidez en inversin en capacidad. Tras el resultado electoral en provincia de Buenos Aires, y de cara a las elecciones nacionales de octubre, el timing luce ms exigente: se acotan mrgenes y se eleva el costo de oportunidad de no ordenar seales.
La agenda de desarrollo en Argentina demanda recomponer capacidades de planificacin productiva, alinear incentivos a la inversin privada y reabrir mesas de dilogo con empresariado y sindicalismo. En este marco, la inversin extranjera directa sum USD 611 millones en los primeros tres meses de 2025, con una cada marcada respecto del mismo perodo de 2024 (varias coberturas basadas en datos oficiales la ubican cerca del 90%), seal de cautela frente al riesgo argentino. A la vez, la coyuntura poltica —resultado en PBA y dinmica de vetos/contra vetos— introduce incertidumbre sobre los proyectos provinciales de infraestructura y servicios, lo que condiciona los tiempos de decisin.
El diagnstico de la CEPAL es claro: el bajo crecimiento obedece a una combinacin de baja inversin y productividad anmica. En Argentina, el problema no es slo «ordenar la macro»: sin inversin y productividad, el proceso se agota rpido en trminos sociales y polticos. La evidencia de los ltimos meses sugiere un patrn: cuando la estabilizacin no se acompaa de una secuencia verificable —orden macro creble, agenda productiva concreta y financiamiento operativo que llegue a la economa real—, se consolida un equilibrio recesivo (consumo dbil, empleo estancado, inversin en pausa) y crece la conflictividad. Cuando esa secuencia s aparece, las expectativas mejoran y el capital vuelve a moverse. Ese es el nudo del debate hoy: no slo cunto se ajusta, sino para qu y con qu horizonte productivo.
Lara Goyburu
Politloga
Directora Ejecutiva de Management & Fit
Ezequiel Vega
Analista en Mercados Financieros
Ex embajador IMBRICS + en Argentina