Como parte de su campaña electoral legislativa y en medio de una seri de escándalos de corrupción que envuelven a su Gobierno, el presidente Javier Milei realizó esta semana un masivo acto en el Movistar Arena.
El objetivo era presentar su nuevo libro “La construcción del milagro”, pero también reforzar su vínculo con sus bases libertarias; por eso, ofreció un show musical que protagonizó como cantante junto a su banda compuesta por funcionarios y amigos.
Para Darío Lopérfido, este espectáculo fue un símbolo de la decadencia política del mandatario y de su Gobierno, que atraviesan una crisis tan profunda como la del país. En su habitual espacio de cada semana en Newsweek Argentina, el intelectual argentino señaló que se trata de un mal que el país sufre desde hace décadas: políticos que solo quieren llegar al poder para satisfacer sus egos y terminan desconectándose de la sociedad que los votó.
DESCONECTADOS
El análisis de Darío Lopérfido, desde España
Para el exsecretario de Cultura argentino y actual coordinador de la Cátedra Vargas Llosa, “la política argentina está en estado de descomposición” y “tiene, además, un nivel de tilinguería enorme de parte de gente que llega a lo más alto del poder”. “Argentina tiene la maldición de los gobernantes que gobiernan mal y quieren mostrar que pueden hacer otra cosa”, sostuvo.
Y se explicó: “El inenarrable show musical de Milei me hizo acordar al delincuente Amado Boudou tocando la guitarra con el grupo ‘La mancha de Rolando’. También al mediocre Alberto Fernández que cacheteaba a la mujer y tocaba la guitarra y cantaba canciones de Lito Nebbia. El panorama es desolador”.
Según Lopérfido, “Milei hacía eso en campaña y le mostraba a la gente que lo que hacía era una señal de ser distinto frente a una sociedad que venía de padecer al peor gobierno de la historia con CFK, Alberto Fernández y Massa, y con el recuerdo del dantesco manejo de la pandemia”, y agregó: “Ahí conectó con un sector de la población que estaba sin esperanzas”.
“Lo que en campaña sirvió ahora es un despropósito. Muestra la profunda desconexión que hay entre el poder y la gente. Milei hace ese show mientras la inflación ya no está tan quieta, tuvo una paliza electoral enorme y perdió a su candidato en Provincia por un tema de narcotráfico. Se dirige a un sector muy pequeño de la población y provoca enojo en la mayoría. Lo que se ve en ese show es pura locura, no hay nada racional en ese acto”, aseveró.
En consecuencia, analizó: “Milei está completamente desconectado de la realidad. Lo único que le funciona es el ego que es lo peor que tienen los gobernantes. La gente está muy mal económicamente y ve cómo se despilfarra dinero en hacer nuevas boletas por el tema Espert y cómo le paga el sueldo al presidente para que pierda tiempo haciendo un show patético para que lo elogien los chupamedias que lo rodean. Un presidente es presidente todo el tiempo: cuando firma decretos y cuando muestra su patetismo haciéndose el cantante”.
Siguiendo esa línea, continuó: “Milei está devorado por el personaje. Se desmorona en las encuestas y no es capaz de hacer nada que lo saque de ese personaje que fue novedoso y ahora es decadente. Cuesta pensar en el futuro cuando es esto o Kicillof. La normalidad política cada vez es más escasa y una vez más hay señales de corrupción. El caso $Libra, la nominación fallida del corrupto juez Lijo, los audios de Spagnuolo, el escandalo de Espert, los negocios de los Menem. Una vez más un gobierno que lo único que muestra es la auto referencia. La señal de populismo del acto de Milei es igual a la de CFK bailando en medio del caos o a la de Menem jugando al fútbol con la Selección. Se creen que ellos son el centro de todo y se olvidan de la gente”.
Finalmente, expresó lo que para él es el camino para ejercer un buen gobierno, en términos políticos y morales. “Los políticos deben acompañar el sufrimiento de la gente. Llegar al poder solo para satisfacer el ego presidencial es una idiotez y denota una carencia moral. El centro de atención de la política deben ser, siempre, los ciudadanos”, concluyó.
