En alianza con alguno de los museos más importantes de Buenos Aires, Bienalsur presentó hace algunas semanas cuatro nuevas exhibiciones, una excusa perfecta para recorrer la ciudad. Además, ampliaron propuestas inauguradas en julio, sumando obras a la exposición Persistencias, en el Museo Hispanoamericano Fernández Blanco, mientras que la instalación “Torre respirante” de Pablo Reinoso, se instaló en el hall de entrada del Museo Nacional de Bellas Artes.

Comenzando por el barrio de Saavedra, en el corazón del parque Sarmiento se encuentra el Museo Histórico Cornelio de Saavedra, donde, entre frondosos árboles y vestigios de nuestra historia, se puede visitar Entre ríos, que, en diálogo con el patrimonio del museo, invitó al artista argentino Ariel Cusnir a desarrollar una nueva mirada sobre un episodio de resistencia clave en el curso de la independencia de nuestro pais, como fueron las invasiones inglesas, que se llevaron a cabo en 1806 y 1807. Cusnir crea desplazamientos visuales en relación a la memoria.
“Lejos de reproducir la gesta militar como epopeya, aborda estas escenas desde una mirada crítica, sensible al absurdo, a la distorsión y al poder narrativo de lo marginal», comparte la curadora Clarisa Appendino. Una propuesta que invita a repensar el imaginario que define nuestro pasado para volver a analizarlo a partir de paisajes, retratos, detalles y momentos desde un presente comprometido.
Diversidad del mundo
La segunda exposición se encuentra en el Museo de Arte Hispanoamericano Enrique Larreta en el barrio de Belgrano. Naturalia o de la diversidad del mundo, cuenta con la curaduría de Pablo La Padula y propone un retorno a la naturaleza –una propuesta ideal considerando los jardines del museo y la extensa experiencia del artista en relación a la temática– a través de fotografías de aves de Valeria Cannata, dibujos naturalistas de Paula Darriba y un paisaje sonoro del artista italiano Alberto Tadiello, compuesto a partir de los sonidos que hacen los mamíferos de la Patagonia, frente a la concepción de que el cuerpo siempre anhela volver a las bases, al origen más libre y crudo que existe, ni siquiera en el medio de la ciudad.
La tercera muestra se devela en el Museo Sívori, también sumergido en uno de los espacios verdes más lindos de la ciudad. Lenguaviaje. La despoesía de Augusto de Campos fue curada por Gonzalo Aguilar y acerca al público a la extensa producción y valiosa mirada del poeta brasileño, cuya obra surgió durante los años 50 de la mano del movimiento de poesía concreta, que junto a los grupos homónimos del campo de las artes visuales en Argentina y Brasil, sacudieron los cimientos de la cultura de ambas regiones.

De Campos, que además de poeta es traductor, ensayista y crítico, crea un diálogo entre su práctica, las artes visuales y la música, impulsando la poesía concreta y ejerciendo una notable influencia en futuras generaciones.
“Augusto de Campos se presenta como un poeta que se niega a seguir los caminos trillados de la poesía corriente. Por eso se llama a sí mismo “expoeta”, titula uno de sus libros Despoesía y lleva a la poesía más allá de la propia poesía, incursionando en el terreno de lo visual y en formatos como el video, la música o el diseño», cuenta Aguilar. Larga vida a los rebeldes del sur, que propusieron nuevas posibilidades creativas y de expresión a través de la palabra y la imagen.
Persistencias
En el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, se suman obras a la muestra Persistencias, a la manera de un segundo capítulo, creando una convivencia entre los trabajos de Juan Sorrentino, Pablo Reinoso –cuya instalación “Torre respirante” también puede verse en el hall del Museo Nacional de Bellas Artes–, Clemente Padín y Mene Savasta, además de una instalación del dúo de artistas brasileños Gisella Motta & Leandro Lima.

«Instalada en el coro de la capilla de este singular edificio, la obra consiste en una máquina que, de forma automática, llena de aire varios globos desplegados por el suelo.
“Las obras aquí reunidas coinciden en poner algo tan primario y vital como el aire y la acción de respirar en el centro de atención. Cada uno de los artistas eligió situar su reflexión en la dimensión esencial que hace posible la vida», cuenta la curadora Diana Wechsler, que considera que los trabajos cobran una dimensión especial, considerando el momento de crisis medioambiental y social que afecta al mundo.
Por último, en el Museo Nacional del Grabado se puede ver Los bordes del agua. En torno a islas, ríos y otros territorios anfibios que cuenta con la curaduría de Cristina Blanco y Alicia Valente. Una oportunidad para ver piezas de artistas de diferentes generaciones y países de la región, entre los que se encuentran Mele Bruniard, Jimena Croceri, Pauline Fondevila, Leonilda González, Dani Lorenzo, Mónica Millán, César Miranda, Muca Musea, Ernesto Pesce, Víctor Rebuffo, Luis Seoane, Agustina Triquell y Manuel Fernández, que despliegan obras, publicaciones, mapas y proyectos de investigación actual.
“La exposición busca acercarse a una multiplicidad de cuestiones desde dos ejes en permanente cruce y articulación. El de las poéticas, que despliega constelaciones ficcionales de faunas, paisajes y resonancias míticas, y el de la politicidad de estos territorios, los diversos modos de registrarlos y documentarlos” aseguran desde la institución.
Sobre la firma
Melisa Boratyn
Bio completa
Recibí en tu email todas las noticias, coberturas, historias y análisis de la mano de nuestros periodistas especializados